La historia del "Hombre Paloma" de Valparaíso
Cada mediodía, en la plaza Echaurren, Danilo Caimali se instala con un saco de cinco kilos de maíz y alimenta a las aves, que ya lo reconocen y lo rodean con familiaridad.
Es un mediodía cualquiera en la plaza Echaurren de Valparaíso. Un grupo de hombres cubiertos con prendas gastadas comparte una caja de vino bajo un árbol, mientras tres indigentes se pelean un cigarrillo y algunos taxistas aguardan pasajeros, tomando café en vasos plásticos. Todo está igual que siempre, hasta que un tipo algo calvo, de mediana estatura, vestido de jeans y chaqueta negra, llega a la plaza.
Los presentes lo miran con asombro y sigilosamente comentan sobre él. "Es el hombre paloma", dicen, mientras lo observan fijamente para ver una vez más la rutina que todos los días practica: darle maíz a las palomas que llegan al lugar.
Su nombre es Danilo Camiali y antes de contar cómo se hizo amigo de estas aves, no muy queridas por sus infecciones, revela que era "malo" y que "gracias a Dios" cambió.
"Todo esto empezó cuando le pedí perdón a Dios. Yo era drogadicto en el pasado, pero desde que le pedí perdón a Dios, lo único que hago es hacerle bien a las personas... Estamos hablando de septiembre de 2012", revela el hombre, con voz pausada.
pasado drogadicto
Cuando Camiali era drogadicto, su familia sufría. Sobre todo sus hijos, que lo veían como un padre ausente y lleno de maldad. "Yo no era esta persona que soy ahora, porque todas estas cosas las he aprendido por el Señor. Mis hijos están todos felices, pero al principio nadie entendía nada... Yo cambié porque para mis hijos estuve ausente por más de cuatro años por estar en las drogas, pero hoy tengo un testimonio de fe", advierte con emoción.
La gente que lo ve de lejos y que ya lo ubica por sus actos, no conoce muy de cerca su historia, pero sí que las "palomas se alegran" al verlo llegar a la plaza. "Como que ya saben que viene el que los alimenta, como un padre... Es llamativo y extraño a la vez, pero las palomas lo reconocen", explica uno de aquellos habitantes eternos del Barrio Puerto y que sólo se identifican con apodos.
¿Pero cómo Danilo Camiali empezó a convertirse en el "Hombre Paloma"?
El porteño suspira y se demora en proclamarlo. Antes quiere dejar en claro lo de su cambio: "En lo de las palomas recién voy a cumplir un año, pero primero partí con los vagabundos, comprándoles algo porque casi siempre evité darles plata. Así partí, son cosas que me nacen. Yo tengo familia y en el pasado éramos fríos... pero ya no, todo lo que hago, lo hago en el nombre de Jesús; todas las cosas que puedo hacer en la vida, las hago por Él, o sea no soy yo el que las hace, sino que Él me enseña y Él las hace por mí", aclara el porteño.
Ayudar al prójimo
Apenas dejó las drogas, Danilo sintió una pasión por ayudar al prójimo. Y así fue que, vendiendo desayunos, comenzó a alimentar a los menesterosos.
"Yo trabajo en los desayunos en las mañanas por la calle Errázuriz y me pongo al lado de un kiosquito. Y de lo mismo que vendo, saco para darle a las personas que no tienen. Como decía, evito darles dinero porque prefiero saber que se alimentan (...) Esto es algo que hago todos los días, no es algo que sólo se me ocurra a veces. En el pasado, cuando mi vida no tenía sentido y era drogadicto, también lo hacía, pero cometía muchos errores y ahora sólo quiero hacer el bien", expresa con sinceridad.
Ayudar a los desvalidos era bastante confortante para el porteño, pero quería hacer algo más. Entonces, miró al cielo y encontró la respuesta: palomas.
"Sé que le estoy agradando a Dios. Primero empecé a tirarles migas de pan y después, un día, empecé a comprar alpiste. Cuando lo hacía, me quedaba un buen rato ahí, hasta que las mismas personas que me lo vendían me dijeron que esa comida era muy cara y que mejor comprara maíz que es más barato. Compré y probé y me di cuenta que les gustaba de verdad", señala Camiali, contento.
El acto de alimentar a estas aves se transformó en rutina y Danilo logró un contacto con las palomas que nadie en la plaza tiene.
"Antes compraba un poquito no más, pero actualmente todos los días estoy comprando 5 kilos de maíz para darles. Y no me quejo, porque comprando grandes cantidades me hacen un descuento. Ésta es una cosa que me nace todos los días y le dedico más tiempo cuando no trabajo, es decir, los domingos y festivos", asegura el "Hombre Paloma".
se le suben a la cabeza
Desde entonces, ha pasado un año ya y Camiali, va a seguir alimentando a las palomas por mucho tiempo más. La gente que no lo conoce y lo ve por primera vez, se le queda mirando extrañada y a veces con asco. Otras personas, en cambio, lo admiran y le toman fotos con el celular.
El "Palomo" como también le dicen otros borrachitos de Echaurren, está orgulloso de su labor y el comportamiento que han adquirido sus amigas plumíferas en el tiempo.
"Las aves llegan todos los días y son hartas, por eso ellas ya me conocen", dice.
De todos modos, el porteño indica que tiene una especie de ritual para darles el alimento. Para comenzar, abre la bolsa, luego se arrodilla y extiende los brazos. "Se los arrojo de a poco, con puñados y después que termino de hacerlo, levanto mis manos al cielo y le doy gracias al Señor. Ahí es cuando se me paran en las manos", manifiesta.
Y también en la cabeza, porque ahora Danilo Camiali acostumbra a darles maíz con las manos a algunas palomas.
"Con el tiempo empecé a darles maíz en las manos. La gente me mira no más, pero yo soy feliz con las bondades de lo que me quiere dar Dios y yo soy un agradecido de la vida, agradecido del Señor. Las palomas también agradecen y se me paran en la cabeza. Es un momento muy lindo, de gratitud", apunta.
El "Hombre Paloma" expone que haría lo mismo con distintos animales y criaturas, por el solo hecho de ser creación de Dios.
"Es que es mucho el agradecimiento. Detrás de todo esto, fui un drogadicto adicto a la pasta base y que a final de cuentas, por pedir perdón y pedirle perdón a Dios, Dios me sacó de ahí y me libertó. Él permanece en mí y yo en Él. Ya no siento ganas de drogarme, sólo hacer el bien, porque cada día quiero ser mejor. Por eso voy a ayudar a un vagabundo o a una paloma, porque si digo que amo a Dios, tengo que amar todo lo que creó (...) Las palomas son una muestra de abrir mi corazón, de todo los cambios que he tenido en mi ser...", sentenció.
Por lo general, Danilo Camiali alimenta a las palomas alrededor del mediodía. Ya varios locatarios y porteños que pasan las tardes en la plaza Echaurren lo ubican. Lo califican como un hombre de buenas intenciones, que se emociona con cosas simples. Los indigentes que lo conocen comentan que les ha echado una mano con un sándwich y café y también con consejos para cambiar la vida que tienen.
Hombre paloma
"Todos los días estoy comprando 5 kilos de maíz para darles. Y no me quejo, porque comprando grandes cantidades me hacen un descuento". Danilo Camiali, el "Hombre Paloma".