El doloroso drama de la familia de porteño que se quemó en el incendio
Trabajador resultó con el 50% del cuerpo quemado. En un mes podrían darlo de alta, pero no tienen dónde vivir. Su esposa debe viajar a diario a Santiago para verlo.
Pamela Martínez no se queja ni tampoco pide nada, pero su voz refleja agobio y desesperación. El 12 de abril pasado, su esposo, Fernando Padilla González, de 42 años, resultó con el 50% de su cuerpo quemado luego de intentar rescatar a una abuelita de una casa en llamas en el cerro La Cruz.
Ese día, el incendio que consumió cerca de 3 mil viviendas se convertía en la mayor tragedia en la historia del puerto y en la peor pesadilla para la familia Padilla Martínez.
Porque, al igual que sus suegros y todo su entorno familiar, Pamela y Fernando se quedaron en la calle, perdieron sus casas y hoy pululan entre albergues y casas de amigos. Pero Fernando sólo se enteró días después de esta situación.
El hombre, oriundo del cerro Las Cañas y auxiliar del aseo municipal, fue trasladado de urgencia hasta la Posta Central de Santiago, debido a las graves quemaduras que sufrió en su cuerpo y que comprometieron fundamentalmente la vía aérea y sus extremidades superiores, a tal punto de que aún hoy, y a pesar de la favorable evolución que ha experimentado, no se descarta una eventual amputación de sus extremidades.
Pamela viaja a diario a Santiago para acompañar a su esposo y seguir de cerca su evolución de salud.
"Él sigue en las mismas condiciones porque todavía no le han injertado (...) Está semiconsciente, se siente impotente porque quiere volver a trabajar (...) La condición de salud de Fernando es relativa y también lenta, hay que esperar. Todavía no se sabe si tienen que amputar o no, todo es muy relativo", detalló la mujer.
Ayer Pamela regresaba de la capital con sentimientos encontrados y con la voz del médico tratante de su esposo aún retumbando en su cabeza. Porque para la presente jornada está previsto que Fernando ingrese una vez más a pabellón y, si todo resulta bien, es probable que su esposo pueda ser dado de alta dentro de un mes.
"Hoy día (ayer) hablé con el doctor y si todo sale bien, él debería estar de alta en un mes, pero con terapia kinésica (...) Eso me afecta mucho, porque necesito un lugar donde él llegue, porque no tenemos nada... Eso me tiene mal porque yo no me he dedicado a buscar porque estoy preocupada de él", explicó Pamela, quien debido a los viajes a Santiago no ha podido realizar los trámites correspondientes al subsidio de arriendo o la tramitación de los bonos otorgados por el Gobierno.
Pamela Martínez no pide nada, pero reconoce que lo que más le urge es poder contar con una casa donde poder recibir a su esposo.
"Un mes pasa volando y no tenemos dónde (...) Esto es estresante y agotador, yo no estoy pesimista por la salud de Fernando, pero es agobiante saber que no tenemos nada. Cuando el doctor dijo que en un mes más le tomé el peso y me he venido preguntando qué vamos a hacer", reconoció Pamela. J