Tavelli
Unos de los polos gastronómicos más interesantes y atractivos de Viña del Mar está en avenida San Martín, ya que en esta arteria turística de la Ciudad Jardín podemos encontrar distintos tipos de preparaciones en lugares muy variados y en un entorno siempre agradable, ya que se puede pasear caminando por varias cuadras para elegir la mejor opción.
Entramos a un lugar que es más conocido por sus helados y pasteles, pero que también ofrece almuerzos. Pedí la carta y las alternativas de platos no eran muchas; el pollo relleno me pareció atractivo, pero no estaba claro con el acompañamiento, así que le pregunté al garzón quien me recomendó el puré piamontés.
El plato demoró un poco en llegar. El pollo estaba sabroso y no seco, bien preparado, con una cubierta crocante. La porción era la adecuada y los sabores se fundían en un relleno perfectamente combinado entre el queso y el jamón, envueltos en la carne del pollo que estaba tierna y suave. Sin embargo el puré venía frío. Como los mozos estaban un poco distraídos tuve que pararme para pedir que me calentaran el plato. Una vez recibido de vuelta, poca diferencia había en la temperatura del puré, me dio la sensación de que el plato había sido puesto en el microondas apenas unos segundos.
El puré no tenía mayor gracia y no le aportó al plato, el pollo, sin embargo, cumplió. En vez de tomarme el típico café de después de almuerzo, pedí un Ice Tea de limón. Grata fue mi sorpresa al beber el primer sorbo, una mezcla de sabores cítricos con un toque de jengibre.
La atención es buena, pero no tan personalizada como uno quisiera. Los platos, en lo básico, cumplen; aunque se nota que el fuerte es la cafetería y repostería. Habitualmente se nota en las preparaciones cuando un restauran se dedica exclusivamente al servicio de almuerzo o comidas y no es un trámite más que se hace por cumplir. Acá no es tan evidente, pero sí queda en evidencia.
Un lugar para volver, pero a la hora del té.