Esclavos del Lexapro
Desde hace más de seis meses que estoy consumiendo un remedio para el cerebro, que me recetó mi siquiatra, y que se llama Lexapro. Al parecer, es el nuevo medicamento de moda, ya que me he encontrado con 'n' gente que la ha consumido o está en tratamiento con esta pastilla, que es la nueva panacea farmacológica.
Es un antidepresivo de última generación y su principio activo es el escitalopram, y tengo que decirles, sinceramente, que a mi me ha hecho bien, ya que en los últimos meses he pasado por situaciones havymetalpunk, que me podrían haber convertido el cerebro en una papilla, pero que las he tomado como quien se baja una botella de Bilz en un caluroso día de verano.
Pero igual noto que hay algo raro en todo esto que gira en torno a los medicamentos y a los siquiatras. Primero, que todo la caja de pastillas para un mes me cuesta 38 lucrecias, pero el médico me regala una muestra médica (para 15 días) si le llevo una caja vacía de las grandes. En la farmacia que las compro, que es de la Liga contra la Epilepsia, me dijeron que por cuatro boletas del remedio, me daban una caja gratis. Onda cualquier canje con las pastillitas mágicas. Debe ser la media movida de los laboratorios. Después me encontré con una colega que también toma escitalopram, pero compra el genérico nacional que sólo cuesta 7 lucas. Cuando le dije al siquiatra su opción, el médico me dijo: 'estas tomando una citroneta, mientras el remedio caro es un auto Fórmula 1'. Esa onda.
Cuando la empece a tomar me advirtieron: 'Loco, tu eres seco para el trago y con esas pastillas, al mezclarlas te volverás más crazy y terminarás corriendo desnudo por las calles porteñas'. Nada de eso ha pasado. Es verdad que he disminuido mi ingesta de licor, pero las instrucciones del remedio dicen claramente: 'No se espera que Lexapro interaccione con alcohol'. Y así ha sido.
Calamaro dice en una de sus más famosas canciones: 'Antes lucha ahora circo/antes pan, ahora clonazepán/ pastillas la última esperanza negra/ podés pedirle pastillas a tu suegra'. Aquí claramente el cantante argentino deja en claro que en su tiempo el clonazepam era la panacea y que muchos viejitos, que se descrestan argumentando contra la legalización de la marihuana y demonizan todas las drogas, son más 'yonkis' que Ozzy, gracias a los siquiatras y las empresas farmacéuticas.
Creo que ya es hora de empezar a dejar el Lexapro, lentamente, y comenzar a batirme a duelo con mis demonios internos, que son brutales y están armados. Sólo quiero conseguir paz interna y estar feliz conmigo mismo. Hace años que asumí que el infierno, como dijo Sartre, está en los demás y no en mi cerebro.