Todos podemos
Hace un año fumaba una cajetilla de cigarros al día y si carreteaba, la dosis aumentaba el doble. Un día decidí que si alguna vez quería jugar un partido de fútbol con mis hijos, debía hacer algo por cambiar mi estilo de vida. Fue así como comencé -literalmente- una loca carrera por tratar de llevar una existencia entre comillas sana. En ese entonces no estaba dispuesto a dar un giro en 180 grados ni menos volverme un talibán del deporte: sólo quería desintoxicarme lentamente.
Al contrario de lo que recomiendan los expertos, antes de comenzar mi cambio no consulté a nadie. Sólo me puse unas zapatillas viejas y corrí: 100 metros y la sensación de muerte me recorrió desde la cabeza hasta el dedo gordo del pie. Tenía que mover cerca de 82 kilos, lo que para un tipo de 1,72 de estatura no es tarea fácil. Luego de correr 100 metros pasé a los 300 y un día cualquiera llegué al kilómetro, casi sin darme cuenta. Del cigarro ya ni me acuerdo, pero de los asados, el vino y la cerveza, sí.
Soy un tipo bastante normal. Tengo 33 años, soy periodista y tengo dos cabros chicos que demandan casi la totalidad de mi tiempo. El reloj está en mi contra la mayoría de las veces, como le ocurre a casi todos los chilenos hoy en día. Estamos centrados en la plata y nos matamos trabajando para pagar cuentas y tarjetas de crédito. La mayoría pasa sentado más de ocho horas diarias frente al computador y los fines de semana las comilonas forman parte del panorama. Está bien: a mí también me gusta comer, y comer harto, pero es momento de que hagamos algo por nuestro cuerpo y nuestra mente.
Nadie dice que será fácil, pero quiero demostrar que si yo puedo, ustedes también. No necesitan ser súper atletas para tener una vida mejor. Como dijo Fito Páez, es 'sólo una cuestión de actitud'.
En los próximos cuatro meses, me sumergiré en un nuevo desafío. O, como yo le llamo, una nueva locura. Durante 16 semanas, me someteré a un férreo entrenamiento en la disciplina del crossfit, en el box especializado de Viña del Mar 'Volor'.
Durante todo ese tiempo, a través de esta columna, semana a semana les iré entregando datos y contando mi experiencia -lo bueno y lo malo, lo prometo-, para que ustedes también se motiven a levantar su cuerpo, tomar un poco de aire y vivir algo mejor.
Piénsenlo: si yo, un tipo que en su infancia llenaba de justificativos la clase de Educación Física, puede… ustedes también. Será difícil, pero no imposible. ¡Vamos!