El grafitero porteño que deja su huella en los muros del mundo
gentileza inti castro
Si no lo conoce, seguro ha visto sus grafitis. Hay uno gigante pintado sobre los muros de un edificio ubicado en calle Blanco de Valparaíso y que se puede ver desde el paseo Gervasoni. Hay otro en Almirante Montt, donde resalta el rostro de una mujer llena de identidad latinoamericana. Y quienes van o vienen de Santiago seguro no han quedado ajenos al trabajo que cambió la estación Bellas Artes del Metro de Santiago.
También se le puede seguir la huella por Barcelona, Perú, Eslovaquia Hawaii, Turquía, El Líbano y muchos otros exóticos parajes.
Se trata del porteño Inti Castro, el mismo que hoy tiene a París como su centro de operaciones y que con casi 15 años de trayectoria, se mueve sin problemas por el mundo pintando muros y colgando sus cuadros en importantes galerías.
Pero antes de volverse un artista tan internacional, Inti partió en Valparaíso, sintiendo los rieles de un ascensor que subía y bajaba todo el día (su casa estaba debajo del cerro Monjas), deambulando por el Puerto gris y también aprendiendo el arte de pintar en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar.
Y si bien aprendió en la academia, tempranamente supo que lo suyo era la calle. Incluso hoy, reconoce que acepta trabajos bien remunerados con la sola intención de reunir el dinero suficiente para ponerle color a esa pared que lo obsesiona.
Con quince años ya de trayectoria Inti reconoce que se siente querido acá en Valparaíso. Que después de años de grafitis y rayados, los porteños tienen ojo crítico y saben reconocer un buen mural de un mamarracho. De una obra que aporta a otra que sólo hace daño.
'Se siente mucho cariño en Chile. Son años de intervenciones en la calle, la gente ha desarrollado ciertos criterios en cuánto a eso. En varias ciudades me han preguntado porqué pinto en la calle. En Valparaíso es diferente. Te encuentras con que la gente ya ha desarrollado un criterio y dicen qué tipo de grafiti les gusta más. Se ha generado cierta cultura visual frente al tema', dice.
Pero Inti partió como todos. Pintando de noche, arrancando de los Carabineros y coloreando muros sin permiso. En una entrevista recordó que a los 14 se escabulló para intervenir una casa, sufrió junto a unos amigos esperando lo peor y al final se enteró que al dueño le había encantado lo que hicieron. Fue su primera obra exitosa.
Ahí empezó a tomar confianza. 'La gente se debe sentir un poco identificada porque yo trato de retratarme como el Inti Social, que tiene que ver con su entorno. De seguro eso genera conexiones con muchas personas y me imagino que de ahí viene la aceptación a mi trabajo', afirma.
La fama de Inti Castro hace rato traspasó fronteras. Y hace cinco años que vive en Francia, desde donde cada cierto tiempo parte a distintos lugares del mundo a realizar su trabajo. Uno de sus últimos destinos fue la exótica isla Djerba en Túnez, donde se desarrolla el proyecto Djerba Hood, que convocó a artistas urbanos de todo el mundo para colorear los blancos muros del pueblo.
'Va a pasar de ser una islita que no tenía nada de pintura en la calle, a pasar a ser una de las mayores intervenciones que se han hecho en el último tiempo', contó entusiasmado Inti, antes de partir de Francia a África. Su huella ya está ahí y se puede revisar en la página www.djerbahood.com.
Y así como su fama ha traspasado fronteras, también ha llegado a oídos de grandes marcas de la moda, específicamente a Louis Vuitton, que lo invitó a diseñar una serie de pañuelos para el cuello. Se trata de la tercera versión de la línea 'Louis Vuitton Foulards D'Artistes'.
Reacio a hablar del tema, porque no quiere ser asociado a una empresa, Inti explicó sobre aquella colaboración: 'Nunca he trabajado con una marca porque no me interesa asociarme a ninguna. Y el trabajo con Louis Vuitton se hizo porque tenía un trasfondo de ayuda social. Parte de los fondos iban a ir a parar a un par de instituciones. Además me dieron libertad de trabajo, me trataron bien, no me exigieron nada. Me pasaron un cuadrado y me dijeron haz lo que quieras', dice.
Eso sí, Inti reconoce que el pago por ese trabajo fue generoso, 'hay que decirlo eran buenas lucas'. Dinero que a él le sirve mucho, porque de esa manera puede tener la libertad de desarrollar su obra callejera.
Dentro de la misma línea están las muestras que realiza cada cierto tiempo. 'Trato de hacer ciertas exposiciones, trabajo de galería y unas cuatro veces al año alguna intervención que sea remunerada, que me permita generar fondos para poder hacer proyectos donde la parte económica no es lo importante, sino el impacto que pueda tener en el espacio público. La idea es generar plata para hacer lo que a uno realmente le gusta, que es ir y pintar algo en la calle, para la gente', dice.
¿Y cuál es su obra preferida? Es difícil para este 'monjino' decidirse. 'Cada una tiene una cantidad de historias por detrás que no te imaginas. Se genera cariño por cada una de las obras, recuerdos y todo. Pero como se realizan en diferentes países, las historias son muy diferentes unas de otras, todas son muy lindas. Cuando trabajo en Valparaíso hay un reencuentro con mi ciudad, con mi gente. Hay una historia más personal y bien bonita. Cada muro te entrega cosas. Te encuentras con culturas diferentes, personalidades diferentes', afirma.
A los 31 años ser un artista internacionalmente reconocido no es un logro del que muchos puedan ufanarse. Inti Castro no lo hace, pero cuenta con orgullo que está preparando un libro con sus obras más recientes.
El libro será editado por Ocho Libros y a todo color. 'Es el primer libro de un grafitero. Para las personas que pintamos es un antecedente igual. Es un libro de 150 páginas con full imagen de mi trabajo. Principalmente es un registro de los últimos cinco años. Lo que pasa es que cuando se publica algo casi siempre se ve la imagen final y es difícil apreciar cómo se desarrollan estos mega murales. No es llegar y pintar. Hay todo un trabajo logístico detrás y en el libro intentamos rescatar eso', dice.
El libro debería estar en octubre en librerías. 'Lo está escribiendo Mario Cuche, editor de la revista Joia. El libro se transforma en una especie de colaboración entre la editorial Ocho Libros, yo como independiente y la revista Joia Magazine'.
Inti reflexiona sobre este proyecto: 'Se veía difícil que en Chile se abrieran las puertas para un grafitero. Normalmente se hacen libros cuando los artistas ya están muertos. En este caso es un joven y es raro que se den ese tipo de oportunidades en Chile. Estoy súper contento de que se haya dado, que hayan asumido el riesgo de hacerlo. Pero sé que tendrá buena llegada con la gente, está bueno que se atrevan a hacerlo'. J