Restorán J. Cruz
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Un afuerino siempre busca refugiarse en la sabiduría local para comenzar realmente a conocer un ambiente nuevo. Esta vez tomé esa frase como premisa e intenté llegar a las entrañas de la ciudad conociendo quizás uno de los parajes más escuchados y más imitados a lo largo del país. La simpleza de su grato comedor, pequeño y muy particular lo define como un lugar de piel y que de una u otra manera le pertenece a todos sus visitantes. Me refiero al J. Cruz, mítico espacio donde locales y visitantes se cruzan por conseguir un preciado tesoro que refleja su gran conocimiento del negocio. Dedicado especialmente al servicio de chorrillanas han construido su fama a punta de esfuerzo y calidad.
Demás está decir que tiene un valor agregado que sus muros estén completamente cubiertos de mensajes, firmas, fotografías y textos que indican de alguna manera el sentido de pertenencia que tiene el pueblo en este sitio. Gastronómicamente hablando pude encontrar un plato 'Redondo', que mezcla con real facilidad texturas, sabores y colores que generan una gran satisfacción en quien come. La mezcla dicta: papas fritas, carne, cebolla y huevo, con eso tendríamos lo que buscamos, pero hay mucha diferencia en la perfección de una papa frita, que está correctamente dorada crocante por fuera y con un centro suave, una cebolla que está sudada con cariño y dedicación, que si bien está algo gruesa no es para nada una molestia, que logra un color pálido y un tono dulzón en su cocción que la hacen ideal, pequeños cortes de carne de vacuno con una buena cocción que está suave y bastante sabrosa y coronando todo, huevo revuelto, que quizás pasa desapercibido para muchos, pero la terneza y humedad lo hace totalmente diferente a otro. Esto es símbolo de calidad. Con precios accesibles, una amplia oferta de vinos, que son mostrados en unas enormes y bellas vitrinas, un ambiente grato, inclusive con música en vivo, y toda la magia y mística de un lugar de puerto, altamente recomendado es 'El' producto estrella del J Cruz.