Los zapateros no tienen ánimo de celebrar su día
Es domingo y los Rodríguez, tres antiguos zapateros porteños, deben entregar un pedido de cien botines para niños. Se han desvelado para fabricarlos pues también han tenido que atender los trabajos que vecinos y hasta colegios les han solicitado. Pero ya están listos y por fin los están guardando en las cajas.
- Al fin terminamos - dice Luis, restregándose los ojos de sueño.
- Sí, pero mañana llegan dos pedidos más - le recuerda Alfredo, suspirando.
- Está bien, mientras tengamos vida y salud, es bueno que la pega no falte - comenta Héctor.
Diez años más tarde, Los Rodríguez no tienen más pedidos. Es más, ni siquiera les llegan las suelas y el cuero que requieren para fabricar aunque sea un par de zapatos. La cosa no anda bien y ahora pasan más rato sentados que de pie.
Sobrevivencia
"Antes hacíamos harto zapato ortopédico, especialmente a los niños que sufrían de pie plano u otras complicaciones, pero ahora no nos llegan los materiales necesarios para repararlos y de a poco lo hemos dejado de hacer. Ahora apenas nos dedicamos a la reparación, a cambiar tapillas, al ensuelado... y si es que, porque como decía, a veces el arreglo sale más caro que comprarse un par de zapatos nuevos", explica el zapatero.
Por lo mismo, los clientes más frecuentes son hombres que quieren rescatar un calzado de vestir.
"Cuando un zapato es de buena calidad, de cuero, la gente siente que vale la pena repararlo y viene. Por eso los hombres traen sus zapatos", indica don Luis.
En eso, un joven que anda con una mochila entra al sencillo local y muestra una zapatilla que tiene un gran hoyo en uno de sus costados.
Héctor la examina a la rápida y le dice que no, que no tiene arreglo y el joven rápidamente guarda la zapatilla en la mochila y se va.
Chinos culpables
Patricia Brito, hermana de la dueña, señala que llevan 28 años en el lugar y que hace dos, también se han visto afectados. "Ha bajado el interés de mandar arreglar porque a veces sale mucho más caro que el mismo zapato, en las carteras también pasa eso y por eso ahora se nota la diferencia", señala.
Al igual que los Rodríguez, los zapateros de esta reparadora creen que el comercio de los famosos chinos tienen la culpa. "Ellos venden calzados mucho más económicos y por ende, la gente prefiere deshacerse de los que están malos y comprar unos rápidamente. Pero igual está la clientela fiel que por trayectoria viene a poner las medias gomas, las tapillas alemanas, en fin... pero ya no es lo mismo de antes", dice Brito.
Por esta situación, los productos ortopédicos también son la solución.
"Ahora hemos incorporado los productos para los problemas de los pies. Eso recompensa un poco la merma de lo otro. Tenemos cosas de ortopedia, una variedad enorme de plantillas, accesorios como protectores para los talones, corrector de pisadas, que son cosas que piden mucho. Y gracias a esto hemos podido sobrevivir", apunta la porteña.
Sin embargo, incluso en los mejores tiempos tuvieron que ir agregando otros servicios.
"Cuando partió este negocio, se fabricaban y reparaban zapatos pero luego se agregaron los arreglos a carteras y mochilas, después las chaquetas, porque si uno se quedaba sólo con la reparación de zapatos, a la antigua, no pasaba nada. Se hizo necesario ir actualizándose en el tiempo", declara.
Otro de los antiguos y reconocidos zapateros de Valparaíso, es el que trabaja en la reparadora de calzados "Rodri" que está ubicada en la Plaza Aníbal Pinto. No obstante, cuando La Estrella quiso conversar con él, explicó que no podía. "No puedo hablar ahora, hace dos semanas no tuve nada de trabajo y ahora recién me está cayendo algo y no puedo perder tiempo", manifestó preocupado.
Estos testimonios demuestran que el oficio de los zapateros está en decadencia. Y si bien este 25 de octubre se celebra su Día, el ánimo no está para celebrar.
"La verdad, sinceramente, no conocíamos la fecha exacta de cuándo empezó este oficio, pero creo que no hay motivos para celebrar y menos para descansar o hacer una pausa. El trabajo escasea, no es como antes y se supone que uno celebra cuando está feliz. El oficio de zapatero está cada día más olvidado y no lo podemos evitar", dicen los Rodríguez cabizbajos.
En la reparadora "Condell" eso sí hay un poco más de ánimo.
"Lo vamos a celebrar porque es un oficio sacrificado y de mucha dedicación, por eso haremos la excepción de cerrar a las 14.00 horas. Ya hemos colocado carteles avisándole a nuestra clientela", explicaron. J