Guagua que no llora no mama
El reclamo realizado por algunos jugadores convocados a la Selección Nacional de Fútbol en las eliminatorias para el Mundial de Brasil y que no recibieron su parte de los estímulos económicos ganados por clasificar a la máxima justa, finalmente tendrá resultados positivos.
Por ello el título de este comentario, ya que de no haber levantado la voz Nicolás Peric y otros, el tema habría quedado injustamente en el olvido.
Claudio Bravo, capitán de La Roja, comunicó que cada uno de los deportistas convocados durante el citado proceso recibirá proporcionalmente lo que le corresponde, algo que se pudo evitar si las cosas no se hubieran hecho "a la chilena", intentando algunos reforzar sus ingresos a costa de otros.
Esto de los premios es una antigua costumbre en el más popular de los deportes. En tiempos de bonanza, muchos futbolistas recibieron millonarias sumas de dinero, inmuebles o vehículos por el sólo hecho de poner la firma en el contrato. Ahora, si las metas trazadas eran alcanzadas y superadas, otro suculento estímulo engrosaba sus haberes.
A nivel de Selección, dichos ingresos extras siempre existieron, pero las reglas eran establecidas claramente por los interesados antes de saltar a la cancha. Más de alguna vez hubo diferencias, pero con el organismo rector del fútbol nacional y nunca entre los futbolistas.
Por eso es raro que a estas alturas reaparecieran vicios cuya única explicación es la avaricia y falta de solidaridad de los más fuertes con los más débiles. Sí, porque una comisión especial conformada por los referentes del seleccionado fue la que tomó la decisión de marginar a quienes tuvieron menos de seis nominaciones, exceptuando a algunos elegidos por los integrantes de la misma comisión.
Lo que extraña es que ese selecto grupo encargado de la repartición lo conformaron quienes disfrutan de jugosos contratos en Europa, llevando a cabo un pésimo manejo de una situación que -por el sólo hecho de tener involucrada altas sumas de dinero- siempre será delicada. En este caso, se habla de US$ 2,7 millones, correspondiente a los premios por la clasificación al Mundial de Brasil 2014.
Lo sucedido no debe repetirse y urge reglamentar la repartición de lo recaudado.
La fórmula para calcularlo es simple y debe considerar la proporción de la participación individual en un proceso, para que ningún jugador se vaya con las manos vacías. La repartición debe ser justa y equitativa y no transformarse en un premio para algunos y en un castigo para otros.