Los secretos del Jägermeister
Para variar escribo este texto con la caña. Ayer fuimos con mi brother fotógrafo y nuestras respectivas novias al restorán del Hotel Surazo, en la localidad costera de Matanzas. Salimos bastante chispeados, luego de comer unas exquisiteces que ni les cuento. Llegamos a nuestra cabaña y destapé dos botellas de champaña, sabiendo que ya tenía el estanque lleno, pero igual le seguí dando a la chupeta. En el restorán nuevamente tomé un trago que está de moda y que se llama Jägermeister, que está compuesto por 56 hierbas y tiene un sabor exquisito y un punch a la mente que te deja bastante noqueado. Se puede mezclar con bebidas, pero la movida es con energizante, ojalá Red Bull.
Jägermeister (en alemán, "Maestro Cazador"), se ha convertido en el licor más exportado de Alemania y en la octava marca de bebidas premium más vendida en todo el mundo, habiendo llegado a convertirse en uno de los licores más consumidos en Estados Unidos en las décadas de los 80 y 90. El secreto del Jägermeister está en su sabor tan especial, en sus 56 hierbas distintas (de las cuales se conocen hasta 39) y en la singular experiencia que aporta probar este licor de hierbas.
Muchos de los componentes de este trago son secretos y les aseguro que abre candados cerebrales que deben haber permanecido cerrado hace muchos años en las cabezas de los bebedores.
Hace algunos días andaba en la subida Ecuador con ya varios balazos en el cuerpo. Junto con mi novia nos metimos a Cassot, nuestro bar preferido, donde tenían en oferta cortos (ahora llamados shot) de Jägermeiste a mil pesos. Nos tomamos tres cada uno. Cuando iba en el segundo, salí a fumarme un cigarrillo a la vereda y cuando volví a entrar al local el barman me dijo: "lo siento caballero, no lo puedo atender, usted está en estado de ebriedad". Cuando le iba a explicar que yo estaba consumiendo adentro, un mozo le explicó la situación y seguí bebiendo este extraño licor alemán.
En Chile, y fabricado en Valparaíso, tenemos nuestro propio Jägermeister. Se trata del Araucano, fabricado por la familia Brusco, en la calle Yungay. También ese licor mantiene secretos en su interior. Hace muchos años, cuando recién empecé a escribir estas crónicas, relaté una borrachera con tragos de Araucano, a 900 pesos, en el Journal de Viña. Al otro día el indio de la etiqueta recorría mis neuronas con su lanza. Una caña infernal.
Lo que me pasó con el Jägermeister fue que el estómago, al otro día de haber consumido los tres cortos, cayó en una etapa de desintoxicación y tuve que ir al baño como seis veces.
En unos minutos más comienzo una gira por las viñas de Santa Cruz.
Que Baco guié nuestros pasos.