Hasta hace unos pocos meses, Julio Antonio Lillo Catalán se la pasaba haciendo lo que más le gustaba: trabajar en terreno y dedicar parte de su tiempo al servicio social. Pero la vida para este relacionador público, de 32 años, cambió radicalmente tras comenzar a experimentar fuertes dolores estomacales que incluso le hicieron perder la conciencia cuando realizaba trámites junto a su madre en el centro de Quilpué.
Hoy, con 25 kilos menos, 100% dependiente de sus familiares y sin fuerzas para poder levantarse de la cama, este joven profesional cuenta la cronología de lo que cataloga una negligencia médica que lo tuvo al borde de la muerte en dos ocasiones pero de la que, por fortuna, logró salir aunque con un altísimo y hasta ahora, incierto costo económico y emocional.
Julio relata que hace aproximadamente 4 meses comenzó con dolores estomacales a los cuales no les otorgó mayor importancia, sin embargo la intensidad y la cada vez mayor frecuencia de los episodios lo llevó a consultar por su cuadro en la unidad de emergencia del Hospital de Quilpué.
"Como diagnóstico me dijeron que tenía gastritis y este cuadro iba a ser tratado con Viadil y otras gotitas y remedios que me dieron (…) Los dolores sin embargo siguieron aumentando. Comencé con una inflamación estomacal. Los dolores eran tan intensos que casi no podía caminar", recordó Julio.
A tanto llegaron los dolores que un día en que realizaba trámites con su madre en el centro de Quilpué se desvaneció, perdiendo la conciencia y despertando en medio del caos: carabineros, ambulancias y un gran número de personas lo rodeaban. La intensidad de los dolores fue tanta que le hizo perder la conciencia. "Fueron unos dolores como de unas puntadas como si te estuvieran apuñalando. Me caí al suelo, no aguanté más y me desmayé", agregó el profesional.
le dieron el alta
Fue llevado hasta el Hospital de Quilpué donde permaneció casi todo el día. En esta oportunidad y través de exámenes médicos, le dicen que tiene úlceras. Le recetan un tratamiento oral y le dan el alta.
"Habían pasado casi 12 días desde el primer episodio. Luego de eso continúo con los dolores. Mi piel comenzó a cambiar de color y comencé a presentar fiebre. El 4 de diciembre comienzo a tener vómitos. Llego al hospital y me dicen que estoy cursando una apendicitis pasando a peritonitis grave", describió Julio Lillo.
Entonces fue que se desencadenó la peor pesadilla: en 4 meses debió ingresar a pabellón en 9 ocasiones, en dos oportunidades estuvo en riesgo vital debido a infecciones originadas por un cuadro intestinal.
Hoy, Julio está prácticamente postrado, con una bolsa externa que cumple la función de su intestino y con un costo mensual de gastos médicos de insumos y medicamentos que superan los 400 mil pesos. A lo anterior se añade que lleva 4 meses sin trabajar. Sin contar que debe costear una cuenta de casi 6 millones de pesos por su estadía en los hospitales de Quilpué y Gustavo Fricke. J