La Riviera
Había escuchado muchas veces su nombre y un montón de recomendaciones, pero por alguna razón no me había animado a ir hasta que un gran amigo italiano me invitó y me dijo: te estás perdiendo más de la mitad de tu vida si no pruebas las pizzas de la Riviera. Y bueno, si un italiano que además es cocinero te dice eso es porque algo de verdad tiene que haber. En la segunda mitad del siglo XIX se concentraron la mayoría de los inmigrantes italianos en Valparaíso, convirtiéndose en el tiempo en una próspera comunidad, dueña de industrias alimenticias, almacenes, entre otros, que lograron conservar sus tradiciones y esa efervescencia que los caracteriza tanto. Hoy podemos ver todavía la vida que llevan y esta pequeña pizzería/almacén es muy representativa de aquello. Situado en pleno centro comercial de Valparaíso, este lugar, al igual que muchos otros en el puerto, pareciera que el tiempo hubiese decidido quedarse ahí, guardando ese encanto de antiguo almacén. Con una historia que es sabida por todos, el dueño de la Riviera don Sergio Leni, guarda como un secreto de estado la receta de la masa de la pizza, la que pretende conservar y no compartir hasta que deje este mundo, momento en el que podría salir a la luz publicada en algún diario porteño. Dicen que llega temprano en la mañana, antes que todas las personas que trabajan en el lugar y hace la masa para que después sus ayudantes la rellenen, con ingredientes simples pero que se mezclan de manera perfecta con esa masa delicada. Hace las pizzas en latas y las vende por trozos y cuando ya se vendió todo el local se cierra hasta el otro día, a la hora que sea, para guardar ese secreto tan codiciado por muchos. Llegamos a la hora de almuerzo y había mucha gente, que entraba y salía llevándose sus pizzas y otras que la comían en el lugar, apoyados de pie en una barra que da para la calle porque no hay donde sentarse. Pedimos dos trozos cada uno, con una bebida, que viene en botella de vidrio lo que siempre se agradece porque es totalmente distinto. El relleno de la masa es uno solo y como dije es muy simple, salsa de tomate natural, queso y jamón, y si es que se puede llamar relleno porque está hecha de una manera en que la masa se mezcla con los ingredientes y no son un mundo separado como la mayoría de las pizzas que uno come. Mientras comíamos analizábamos cómo la debe hacer y terminamos con la teoría de que arma la pizza y fermenta la masa con los ingredientes para que se logre ese resultado.
La masa, de mediano grosor, es muy blanda en su interior pero tiene un rico dorado en su base y tiene un sabor incomparable, delicado y sabroso. Además, todo está a la vista, ya que van horneando ahí mismo las pizzas y los otros productos que ofrecen como empanadas y focaccias. Habiendo terminado lo que pedimos, no nos aguantamos y fuimos por el tercer trozo, cantidad perfecta para estar toda la tarde feliz recordando el almuerzo. La atención es muy cordial por parte de los ayudantes de Don Sergio, quien te atiende en la caja, y que además venden conservas, quesos y algunas delicatesen que también dan ganas de probar.