ANFP aprobó el polémico "registro de hinchas"
Sergio Jadue, el presidente de la ANFP, está oficialmente indignado. La violencia en el fútbol golpeó su ánimo y una masa de hinchas descontrolados le generó estrés. Dos estadios semidestruidos, un partido suspendido, otro a medio jugar, y Jadue, el indignado, enfrentado diez micrófonos e iniciando una guerra mediática.
Siete medidas ofreció el presidente. Y una sumamente polémica: el registro nacional de hinchas, que fue aprobado por el consejo extraordinario de presidentes que sesionó ayer en la ANFP. Con esto, todo ser humano que quiera entrar a un partido de fútbol profesional, deberá inscribirse en una plataforma y subir, incluso, una fotografía. Jadue, en definitiva, los quiere identificar a todos.
La idea -que será aplicada en los partidos de Clase "A" en el Torneo de Apertura y en todos los del Clausura- generó una cuota de controversia. Sociólogos liberales alegan que es un exceso. Expertos en seguridad, en cambio, la califican necesaria. "Es opresiva", opina Pablo Hunneus. "Es un método efectivo", devuelve el perito en prevención del delito, Sydney Houston.
¡Es nazismo!
Hunneus, un defensor acérrimo de las libertades civiles, escucha la propuesta de Jadue y ensaya un gruñido de desaprobación. Es, explica, un plan inviable. "¡Completamente totalitario!", lanza. Luego agrega: "¡Una medida propia del nazismo! Lo más nazi que puede existir".
Hunneus aporta, además, una explicación sociológica. Las barras bravas, dice, son masas en movimientos. Hordas de jóvenes de entre 18 y 25 años que van rotando con el tiempo. No es un grupo estable, explica. Por eso el registro sería sumamente difícil de llevar a la práctica. "Es lo mismo que la guerrilla. Tú no eres guerrillero de por vida, duras dos años. No vas a estar toda vida en guerra", dice.
¡Necesario!
Según Houston, experto en seguridad comunitaria, el registro sería un método efectivo para prevenir la violencia. Dice que ayudaría a distinguir a los hinchas comunes de los delincuentes. Que se aplicó en Inglaterra y funcionó. Y que empadronar a los fanáticos sólo traería paz.
"Prefiero ir a un estadio con hinchas empadronados que ir con animales sueltos", dice.
¿Es opresivo?, preguntamos. "No", responde. ¿Exagerado? "Tampoco". ¿Es lo correcto, Houston? "Creo que sí". El perito en seres antisociales le da su aprobación. Y apunta, además, a otro factor: los guardias. Hoy, dice, son personas indefensas y que carecen de cualquier arma para combatir la violencia. "Sólo están armados de paciencia. El guardia pasa a ser una figura decorativa", añade.
Por eso, analiza, con un registro sumado a un cuerpo de guardias dotados -entiéndase como hombres vigorosos y sometidos a entrenamiento- quizá la violencia comience a desaparecer. Al menos de manera paulatina. Hunneus, mientras, aclama por libertad. J