Ejército de Salvación y su lucha contra el abandono
Uno de los residentes fue un prestigioso abogado, pero por las vueltas de la vida perdió a su familia quedando solo, y al no ser capaz de superar su dolor se sumió en una terrible depresión. Al poco tiempo perdió todos sus bienes y con ellos el aprecio por la vida, y hoy pasa su vejez en el Ejército de Salvación.
Parece una ironía de la vida, pero en el corazón del viejo Barrio Puerto se ubica una de las instituciones más antiguas de Valparaíso, el Ejército de Salvación, institución sin fines de lucro que les brinda una vejez digna a aquellos abuelos que viven en situación de calle y hoy están completamente abandonados por sus familias, o simplemente no tienen a nadie.
El mayor Eladio Martínez es el director del Ejército. Explica que el lugar oficia de hogar de paso para hombres que viven en la calle, ahí llegan a comer, dormir y darse una ducha; estos están en un sector separado al que viven los abuelitos.
Martínez cuenta que "a las seis de la tarde se abren las puertas hasta las diez de la noche, y la salida es de las seis de la mañana hasta las diez de la mañana para quienes vienen de paso. Aproximadamente son entre 60 y 70 personas que viven de forma permanente en este lugar, y el 80% de ellos son personas de la tercera edad".
Y detalla que "hay otro grupo que también son adultos mayores, pero ellos están en situación de abandono total. Para ellos nosotros somos una hospedería, y la necesidad de ellos nos ha obligado a brindarles un refugio, por lo tanto viven acá. Muchos de ellos son autovalentes, pero no tienen a nadie que se preocupe por ellos, si nosotros no los tuviéramos acá ellos estarían en la calle", afirma el director.
TRISTE REALIDAD
Las 45 personas que viven en el Ejército de Salvación, reciben sus cuatro comidas diarias; desayuno, almuerzo, once y cena. Aun así funciona como un hogar libre, a diferencia de las instituciones privadas, casas de larga estadía o de reposo, porque el personal a cargo de la institución no tiene mayor responsabilidad en los quehaceres diarios de los abuelos.
"Ellos deciden si quieren quedarse en sus piezas, o también pueden salir a la calle, no están obligados a permanecer encerrados acá y pueden transitar libremente durante el día. Esto no es un asilo, ni un hogar de ancianos", aclara.
Motivo más que suficiente para que los viejitos se sientan como en su casa. La gran mayoría transita por los alrededores del Barrio Puerto y la Plaza Echaurren, incluso muchos de ellos son personajes conocido en el sector.
Cada uno de ellos, dice Eladio Martínez, tiene una historia de vida triste, algunas marcadas por grandes tragedias y otras por los excesos. J