La revolución de células madre y ondas de choque
"Estaba postrada. Triste. No me la creo". Hoy, la joven antropóloga Camila Hormazábal, de la avenida Alemania, es otra. La entrañable zona y un tratamiento, asegura, la trajeron de vuelta en febrero desde Concepción -donde sufrió una terrible lesión (ruptura de ladrum) en una piscina- a su Valparaíso natal.
Ahora, instalada sobre una camilla, mientras flexiona una pierna, agradece al equipo médico que la atiende. Allí, José Miguel Gómez, kinesiólogo de la U. Católica del Maule, procede a tratarla. "Como Camila, contamos con 15 pacientes al mes, que presentan diversas patologías. Con estas máquinas, podemos hacer más cargas e intensidad. El trabajo se hace más fácil, igual la recuperación", acota Gómez.
Camila ya sube y baja escaleras. También nada en la alberca del Numancia. "Siempre fui deportista. Antes, llegué a infiltrarme. A esta clínica entré llorando de dolor para luego, a punta de terapias regenerativas, salir feliz", profundiza la joven porteña.
Hace cuatro décadas, un eslogan de televisión se imponía en las mentes: El hombre de los 6 millones de dólares. En éste, Steve Austin, un astronauta y piloto de pruebas, anatómicamente modificado, legó una gracia: lograr una perfecta integración entre la biología y la tecnología. Le llamaron el Hombre Nuclear.
Pero lo que parecía imposible, llegó. Y ya no como una serie o ciencia ficción. Es el aquí y ahora.
El asunto prendió en el mundo entero. En 2012, la dupla de cerebros conformada por el científico británico John Gurdon y el nipón Shinya Yamanaka se embolsó nada menos que un Nobel, el de Medicina. Sus investigaciones acerca de la clonación y las células madre, fueron un bombazo de buenas nuevas.
En la Ciudad Jardín, algo está floreciendo. Y se incuba a punta de células madre y ondas de choques. El tema, antes prohibitivo por ley y rechazado en múltiples naciones, incluso desarrolladas -ética científica y regulación a la palestra-, en estos momentos es motivo de explosivo avance de la calidad de vida.
Para seguirle la huella a la cuestión médica, el Hospital Clínico de Viña del Mar (HCVM), en su departamento de Traumatología, lidera en el tratamiento de lesiones traumáticas con, precisamente con células madre: una revolución en la medicina regenerativa, aquella que repara órganos y tejidos, utilizando para ello células humanas capaces de auto replicarse y diferenciarse. Todo esto mediante el uso de ingeniería tisular y células madre.
Como pantallazo, las células madre originalmente aisladas de un embrión humano, poseen la capacidad de transformarse en piel, corazón, hueso, cartílago, cerebro, pulmón y más órganos. De hecho, dan origen a cualquier tipo de célula del cuerpo humano.
A su vez, las células madre ostentan una multitud de usos clínicos y que potencian la medicina regenerativa -curación de enfermedades y tratamiento en parkinson o diabetes-, inmunoterapia y la terapia genética.
La onda está aquí
Y si hablamos de pioneros, el traumatólogo Leopoldo Parada es un referente en la región. Su palmar maestro: ingeniárselas para unir dos técnicas, las ondas de choque (acústicas con altísima dosis de energía) y células madre. "Desde 2008 trabajamos en el área de traumatología con células madre, las cuales se extraen de la célula ósea". Y especifica: "Hacemos cultivo de células madre con ondas de choque".
Precisamente hoy inauguran el laboratorio para el cultivo de células madre, como parte de la unidad de medicina regenerativa del Hospital Clínico de Viña del Mar. "Ese laboratorio va a permitir abrirnos en otras especialidades. De hecho, quedará implementado para todas las necesidades. Será un gran avance para los pacientes de la zona", complementa Parada, quien acota que esta temática está regulada por el Comité de Ética del hospital.
Ya en su centro de medicina deportiva Ejercicio Salud, ubicado en el edificio Coraceros, el galeno disecciona el tema, como su segunda piel. Partieron hace tres años con las ondas de choque, una técnica derivada, hace 20 años, de los equipos de litotriptor (para cálculos renales).
Esas ondas de choque, también provocan cambios en los huesos. "Al disparar las ondas de energía sobre el tejido, éste responde al estimular las células madre, precisamente en la zona donde son disparadas. Lo bueno: produce cicatrización, además de curación en las heridas crónicas, por ejemplo en piernas", aclara el también traumatólogo del HCVM.
En síntesis: curan enfermedades de partes blandas, como tendones (tendinopatía en cadera y rodilla), ligamentos y músculos, sin necesidad de operación; también mejoran las fracturas de estrés en huesos. Un bálsamo para los afectados del tendón de Aquiles y el codo de tenista.
Eficacia a todo ritmo
¿Y los resultados, doctor? "Son espectaculares, sin necesidad de operación". Todavía más: las lesiones cicatrizan a mucha mayor velocidad y, por ende, la recuperación es a todo galope. Casi como agua bendita para los deportistas (y los no tanto). Si lo llevamos a cifras, la tasa de éxito de la terapia con ondas de choque se sitúa entre el 77 y 80%.
Al respecto, Loreto Rivera, kinesióloga viñamarina de la PUCV, y con un mes en el Centro de Medicina Deportiva y el HCVM, complementa: "No hay duda. En todos los casos que hemos tratado con células madre y ondas de choque, se evidencia una notable y rápida mejoría en los pacientes".
Ahora cuentan con un cuarto equipo, todos de tecnología europea, suiza ("de la mejor calidad", añade Parada). En Europa, muchas cirugías no se pueden efectuar sin antes realizarse este tipo de tratamiento. La clave, los especialistas a cargo: "Estar bien entrenados, capacitados y contar con buenos equipos".
Hasta hace poco, todo esto se veía años luz para una región como la de Valparaíso. También oneroso. Sin entrar en la parte precio, Parada destaca las bondades que, por supuesto, inciden en el balance de la moneda. Lo que ellos ofrecen al paciente, y pone especial acento, "será diez veces menor de lo que se paga en un centro de alto nivel en Santiago".
Si lo llevamos al plano internacional, cerca, en Brasil, por ejemplo, recalca Parada, "el costo de tratamientos con ondas de choque es de siete veces menor a una cirugía".
Si hay otra voz autorizada, es la del científico japonés Shinka Yamanaka, el mismo del Nobel. Advirtió: "Existen riesgos en ciertas terapias con células madre. Esas que no han sido ensayadas y que se imparten en un número creciente de países y clínicas".
Al respecto, Parada concuerda con las palabras de Yamanaka, con un énfasis. "Hay que tener cuidado. Claro, se debe evaluar y hacer exámenes antes de proceder. El paciente debe estar bien estudiado, sobre todo en ondas de choque. Eso para evitar que crezca algún tumor cancerígeno en la zona de disparo".
Carlos Valenzuela es supervisor mecánico. Tiene 63 años y viene desde Puchuncaví, exclusivamente para sus terapias. Dice estar como avión, salvo por un problemita: su rodilla derecha. "Esto ha sido muy bueno. Pensé que sería traumático. El día 3 de noviembre me operé y comencé el 7 con las sesiones. La recuperación es notable", manifiesta.
Carlos se despide. Sus pasos, hoy más firmes, se sujetan al piso. Camila avanza hasta la puerta de salida, por la misma en que se retiró a toda prisa y con total confianza. No serán el hombre nuclear o la mujer biónica, pero ya estamos muy cerca.
La ciencia, como diría el microbiólogo francés Pasteur, es la fuente de vida de todo progreso. J