Recorrimos la ruta del mejor colemono porteño
Agua ardiente, leche, café, clavos de olor, canela, azúcar y uno que otro secretito extra traspasado de familia en familia con la receta original de la abuela, son los ingredientes que dan vida al brebaje que no puede faltar en su casa durante las fiestas de fin de año.
Por eso, La Estrella se sacrifica por sus queridas y queridos lectores, y se lanzó en un viaje a través de la ruta del mejor colemono porteño y hecho a mano. Con la finalidad de dar a conocer los lugares donde lo esperarán con uno bien heladito, ideal para estos días de altas temperaturas y ajetreo.
Comenzamos el recorrido desde la Avenida Argentina, pero nos costó mucho encontrar un lugar que nos tentara avisando la presencia del colemono. Un datero nos sopló que en Francia quizás podríamos encontrar algo. Pero nada.
¡UN MANJAR!
Hasta que llegamos a Las Heras, donde el tradicional restaurant San Carlos nos hizo ojitos y una cordial invitación a entrar. Sobre la barra, un cartelito señalaba: colemono casero. Lo bueno del noble San Carlos, es que si va de pasadita puede tomarse un vasito y seguir su camino.
La administradora Jeny Segovia, cuenta que lo prepara la jefa de cocina especialmente durante Fiestas Patrias, Navidad y Año Nuevo. El precio de la botella es de $3 mil, el vaso grande $1.500, el mediano $1.200, y el vaso chico una luquita. Este colemono es más bien suave en sabor y contextura, fresco y refrescante. ¡Muy rico!
Además, Jeny nos contó que incluso para éstas fechas los clientes lo piden harto, tanto que a veces destrona a la famosa malta con huevo y el pisco sour.
Salimos del San Carlos y bajamos hacia Pedro Montt por Las Heras, hasta el famoso restaurant Menzel, uno de los favoritos de Pablo Neruda, y donde tienen colemono heladito todo el año, porque sus fieles clientes así lo exigen.
Así que si usted se tienta y le queda gustando después de probarlo, puede volver el día que guste, e incluso tomárselo solito o acompañado en los privados para que no lo pillen.
Renzo Peirano y su madre, son los encargados de preparar el ponche, y aunque no lo probamos, se veía bien consistente. Aquí la botella tiene un costo de $3.800, y conserva una receta tradicional.
Finalmente, llegamos al Moneda de Oro, ubicado frente a la Intendencia en calle O'Higgins. A penas nos asomamos el garzón siempre de humita, nos confirma que hay colemono rico y bien heladito.
Lo seguimos hasta la barra y en los refrigeradores del costado se asomaban apilados con ese tono café claro. Lo primero que hizo el garzón fue destapar una botella y servirnos. Olía exquisito y realmente estaba helado. Así que me sacrifiqué, y la verdad era ¡un manjar! perfectamente equilibrado. Acá la botella sale $3.400 y vale la pena. J