Cinthia Matus O.
Un sujeto de 35 años aproximadamente, al que para efectos de esta crónica identificaremos como "bañista imprudente", tuvo con los nervios de punta a todos los salvavidas de Caleta Abarca. Especialmente a Francisco Roblero, quien con 15 años de experiencia, sospechaba que algo malo iba a pasar apenas vio su comportamiento en la playa.
De acuerdo a su relato, todo comenzó cuando el individuo hacía caso omiso a las advertencias que le entregaba cada vez que se adentraba al mar . "Estuvimos todo el día diciéndole que tuviera cuidado. Le tocábamos el silbato, pero él iba, se tiraba un piquero, nadaba un poco, se salía y después volvía a tirarse otro piquero hasta que no pudo salir más", explica Francisco.
Entonces, el salvavidas tuvo que sacarse la chaqueta y partir corriendo a rescatarlo. "Cuando lo vi complicado en la orilla, pidiendo ayuda desesperado, no pensé en nada más y fui a salvarlo. Eran como las 18.30 horas ya y comenzaron a salir muchas olas. Cuando estaba tratando de sacarlo, la rompiente nos llevó hasta las rocas y yo estaba muy preocupado porque en estas condiciones, el mar puede tirar a las personas unos 5 ó 10 metros más allá", detalla el joven que vive en Achupallas.
Olas de 4 metros
En las rocas, el bañista imprudente junto al salvavidas luchaban por salvarse. En tanto, el resto de los rescatistas trataban de meterse al mar, pero con sus flotadores era imposible. "En ese momento deben haber salido unas 20 olas de unos 4 metros de altura cada una. Mis compañeros querían ayudarnos, pero por los flotadores, las olas no los dejaban entrar. Tampoco al bote salvavidas de la Armada que quería llegar hasta dónde estábamos y que casi se volcó. Las olas tenían mucha fuerza", recuerda Roblero.
La situación se hacía cada vez más extrema y el salvavidas tuvo que actuar por sí solo. Ya no le quedaban muchas fuerzas, pero era hacer algo o... morir ahogado. "Como ya no podíamos recibir ayuda, lo primero que hice fue llevar a la persona más adentro del mar y salir de la rompiente porque sino lo íbamos a pasar muy mal. Costó harto porque las olas rompían con fuerza, pero cuando al fin salimos de la rompiente, el bote se pudo acercar, tirarnos un flotador y una cuerda y salvarnos. Para mí fueron 15 minutos eternos", manifestó. Luego ambos llegaron a la orilla de la playa, agotadísimos. "Toda la playa empezó a aplaudir agradeciendo lo que había hecho y yo me sentí pagado. La persona también y eso fue muy motivante para mí, porque finalmente para eso estoy, para salvar vidas", aseguró Francisco, que sigue trabajando en el balneario como si nada hubiera pasado.
Llamado a la precaución
Francisco señala que la gente poco le hace caso y que se arriesga creyendo que el mar es cualquier cosa. "La gente es súper imprudente con las marejadas porque sabiendo, igual se baña y en cualquier momento sube la marea. Cuando eso pasa, nosotros al tiro pensamos que se va a llevar a varios y ahí tenemos que actuar. La gente no toma conciencia, es temeraria y no le hace caso al salvavidas. Pido que nos tomen en cuenta nuestras advertencias y que cuiden sus vidas", aseveró.