Erika Rojas Salazar
La diabetes, artritis y y/o problemas al corazón no son parte de la vida de Abel Oliva. A sus 85 años y tras un tardío inicio en los deportes, este porteño, ex trabajador de empresas navieras, comenzó a jugar tenis de mesa y fútbol y nadie pudo detenerlo.
A don Abel lo encontramos jugando babyfútbol en la Guay (Asociación Cristiana de Jóvenes) y pese a que no es el único adulto mayor que práctica alguna disciplina deportiva pasadas las ocho décadas; este tata es el regalón de todos.
"Es extraordinario, corre bastante y hace goles de cabeza", nos cuenta uno de los compañeros de pichanga. Y es que en el grupo, cuya edad promedio es de 60 años, don Abel destaca por su personalidad y choreza. Apenas ve llegar al equipo de La Estrella y sabe de la intención de hacerle una nota, comenta que no tiene nada de noticioso su caso.
"Sí, yo juego a la pelota, pero no tiene nada de raro", comenta desde el inicio Oliva, quien ya suma casi 60 años de vida deportiva y cero achaques.
El grupo de la tercera edad, que se mezcla con algunos profesores y otros integrantes sub-40, juega todos los martes y jueves en la multicancha de la Guay.
Mientras su esposa practica Tai Chi, él espera a sus compañeros para equiparse y comenzar su hora de entretención.
"En realidad muchas veces vengo y miro no más, pues a mi edad ya no los puedo pillar", comenta con picardía el octogenario deportista.
A las 13.30 horas en punto, dos o tres veces a la semana, una veintena de hombres -todos vestidos de blanco- suben al tercer piso para la pichanga de la hora de colación.
Sus inicios
Pero los inicios de don Abel no estuvieron en el fútbol. "Comencé jugando ping pong, pues como siempre fui bajo de estatura, no me dejaban jugar a la pelota mis amigos. Luego poco a poco empecé a pegarle a la pelota y no paré nunca más. Es que me aburro en la casa si no vengo a jugar, acá lo paso bien", explica el crack de 85 años.
-¿Qué beneficios ha traído la práctica del deporte en su vida?
-Yo desde niño nunca quise ser guatón. Siempre fui pretencioso, de chico, pero mis amigos me discriminaban por mi estatura. Entonces de picado jugaba pingpong y poco a poco fui mejorando. Con el fútbol fue lo mismo.
Mañana don Abel cumplirá 86 años y pese a que anunció su retiro para fines del 2016 (dice que está muy viejo), sus compañeros lo alentarán para que siga acompañándolos hasta que su cuerpo lo permita.