La nueva vida del porteño que tiene alojada bala en su cabeza
Lorenzo Silva fue víctima inocente en un asalto en octubre en Av. Pedro Montt.
Sabe que la vida le dio una segunda oportunidad y por ello quiere aprovecharla al máximo. Pasó de ser un trabajólico empedernido, a disfrutar de los momentos sencillos y brindarle tiempo a su amada familia.
Es Lorenzo Silva Tapia, contador auditor de 53 años, casado, padre de una joven periodista. El profesional, querido y respetado por sus vecinos de la calle Levarte y la avenida Playa Ancha, sobrevivió de milagro a un tiroteo que el sábado 17 de octubre de 2015 conmocionó a la ciudad. En horas de la noche una banda delictual asaltó la sucursal ABC Din de avenida Pedro Montt con Rodríguez. Justo transitaba con su familia un subcomisario de la PDI, que se enfrentó a los antisociales. En el intercambio de disparos entre policía y ladrones, un proyectil quedó alojado en la cabeza de Lorenzo que pasaba por el lugar. Bala que cambió su vida para siempre.
A poco más de cinco meses del episodio, por primera vez Lorenzo Silva se refiere la tragedia que le tocó vivir. Recibe a La Estrella en su hogar. Se le ve de buen ánimo, departiendo con una juguetona bulldog francés de ocho meses. Sobre ese primaveral 17 de octubre, recuerda que era el cumpleaños de una amiga. Bajó de Playa Ancha en colectivo e iba a descender en Freire pero lo hizo antes, en Las Heras. Entró a un supermercado a comprar el obsequio. Caminó por Pedro Montt hasta Rodríguez y de mar a cerro atravesó la calzada. A poco de llegar escuchó ¡Alto, policía, deténganse!. Era el subcomisario Daniel Sáez, de la Brigada de Delitos Sexuales, que en su día libre fue testigo del asalto. "Sentí como una explosión en la mejilla izquierda y de forma instintiva me lancé al suelo. Por la adrenalina no sentí dolor y empecé a sangrar bastante. Solo atiné a decirle a alguien que estaba herido. En un segundo pensé que me iba a morir, pero estaba tranquilo", recuerda del disparo. Peatones lo auxiliaron y en ambulancia llegó al Van Buren. Un scanner reveló una bala en la base de su cráneo, sin posibilidad de extracción. Inexplicablemente a las pocas horas lo dieron de alta y se fue caminando. "Los médicos que me atendieron posteriormente en una clínica no se explicaban que llegara por mis medios con una bala en la cabeza. Creo que hubo cierta negligencia del hospital que debiera haberme dejado en observación unas 24 horas por los menos", afirma. Sus cercanos optaron por llevarlo a la clínica Santa María en la capital. Estuvo un par de días monitoreado, con múltiples exámenes que corroboraron la inconveniencia de sacar el metal, alojado en la base del cuello a centímetros del cerebro. La mejor opción era dejar que se encapsulara por unos seis meses. El contador no debe realizar fuerzas ni actividad física y menos caerse y golpearse el cráneo, para evitar un desplazamiento del objeto que podría ser fatal. Acude una vez al mes a la clínica capitalina para visualizar la evolución de proyectil. Por ahora el profesional no tiene secuelas graves, salvo que últimamente presenta trastornos en el sueño -con ocasionales pesadillas- y su entorno y el sicólogo que lo atiende le manifestaron que presenta problemas de memoria, situación que Lorenzo no se ha percatado mayormente, y que planteará en su próxima visita al médico en Santiago.
-¿En que medida le cambió la vida lo acontecido en octubre?
"Antes era acelerado e hiperkinético y ahora me tomo la vida con más calma. Mi entorno me ha tranquilizado. Antes me quedaba hasta tarde en la oficina y ahora le dedico más tiempo a la familia. Quizá fue una señal. Un alto", responde. Lorenzo estuvo meses sin trabajar y ya regresó a su oficina. Tiene menos clientes y está pensando en cambiar de rubro. Respecto de la acción del policía que enfrentó a los antisociales, admite que su familia es crítica del procedimiento. El no. "Ellos tienen una formación y procedimientos que seguir. Son policías las 24 horas. En lo personal no lo voy a criticar, será la justicia que determine si actuó bien o no, no soy quien para decirlo. Contra él no hay ningún resentimiento ni rencor". Así se lo hizo ver al subcomisario Daniel Sáez, cuando se reencontraron hace tres semanas tras el tiroteo del año pasado. El contador es católico observante. Confiesa que las cadenas de oración, mandas y rezos constantes de su familia, vecinos, amigos e incluso desconocidos, le ayudaron a salir adelante. "Este suceso me acercó mas a Dios y a nivel familiar estamos más unidos que antes. Estoy buscando la respuesta de por qué me dieron una segunda oportunidad de vivir, tengo que ser mejor persona y cristiano y creo estoy cumpliendo". No obstante, el playanchino reconoce que guarda sentimientos negativos contra los delincuentes. "Más que todo por el dolor causado a mis seres queridos. No tienen porque estar sufriendo y pasándolo mal por lo que me pasó a mi, que pudo sucederle a cualquiera". En el ámbito legal se apronta al juicio oral a los imputados. "Espero que haya justicia, que se determine lo que corresponde a estas personas. No voy a pedir una cifra de años de cárcel". A Lorenzo no le quita el sueño tener que vivir el resto de sus días con la bala en su cabeza. "Se quedó allí y hay que aprender convivir de la mejor manera posible. Sólo me inquieta que pueda tener secuelas a futuro. Soy una persona positiva, optimista y quiero seguir más unido que nunca con su familia", enfatiza el hombre que gracias al apoyo de los suyos, ha costeado un millonario tratamiento sin ningún aporte gubernamental.