La historia del liceo quilpueíno que con arte venció a la "cimarra"
El Liceo Guillermo Gronemeyer o popularmente conocido como "El A-39" tenía el año 2014 una matrícula de 150 alumnos y la tendencia iba a la baja. Aquí la historia del liceo donde sus alumnos no quieren salir de clases.
La jornada ya terminó en el Liceo Artístico Guillermo Gronemeyer de Quilpué, pero en las salas de clases y en el patio sus alumnos siguen trabajando en sus proyectos artísticos como si el tiempo se hubiera detenido.
En una de las salas un grupo de jóvenes se maquilla frente al espejo siguiendo las pautas que en la clase anterior les entregó su profesora de técnicas de maquillaje y vestuario para teatro, Paula Aguirre. Lo mismo pasa en la sala de artes visuales, donde los estudiantes al contrario de querer salir corriendo una vez terminada la clase, se quedan trabajando para arreglar los bastidores o explorando las matrices sobre las que trabajaron junto al profe Carlos Villamar.
En el patio, otro grupo prepara los stands que darán vida a una feria para conmemorar el día del libro. Aquí pareciera que nadie se quiere ir a su casa.
Y es que tal como lo dice sin tapujos Pablo Antonio, estudiante de 18 años que llegó al liceo porque no tenía otra opción pero también porque le atraía el tema del arte, en el Liceo Artístico Guillermo Gronemeyer no dan ganas de hacer la cimarra ni farrearse el tiempo.
"Yo entré porque no tenía otra opción y porque también me gusta lo artístico. El año pasado estaba en artes escénicas y no me gustó ahora tomé artes visuales y me gusta mucho. Me gustaría estudiar algo relacionado con el dibujo (…) Me gusta venir al liceo, como que acá no me dan ganas de hacer la cimarra porque aquí están todos mis amigos (…) Debieran haber más liceos artísticos en la comuna", afirma con vehemencia este alumno del tercero medio B mención artes visuales.
Y es que tal como reconocen los integrantes del equipo de gestión del liceo, el año 2011 las perspectivas para el establecimiento eran más bien pesimistas.
Fue el alcalde Mauricio Viñambres quien se empeñó primero en oponerse a la venta del recinto y posteriormente en convertir el establecimiento en el primer liceo artístico de la Región de Valparaíso.
"Este liceo data de 1946 y se ha caracterizado este liceo por ir siempre como pionero en algunas cosas. Este fue un liceo experimental en los tiempos de Eduardo Frei Montalva. Posteriormente fue bautizado como un liceo para todos y ahora es un liceo artístico", detalló el director del recinto Eduardo Castro, poniendo en contexto la historia del liceo.
El año 2011 a instancias del edil se presentó el proyecto de liceo artístico con sus planes y programas de estudio para su reconocimiento formal por parte del Ministerio de Educación.
Parte de este contexto es que el año 2011, el liceo A-39 fue el centro de la crisis y crítica al modelo educacional en Quilpué por lo que se requería no sólo de ganas sino también de voluntad política.
"Revertir esto fue un acierto del alcalde porque esto también se dio en una discusión respecto de qué hacer con este liceo. Un liceo que estaba diseñado para mil alumnos y que tenía solo 150 era un argumento más que suficiente para algunos que querían vender este liceo o arrendar sus dependencias", recordó Andrés Brignardello, gestor cultural del liceo artístico.
Cambiar el switch
Pero no fue hasta el año 2014 que el Liceo Guillermo Gronemeyer empezó a funcionar como liceo artístico. Así un equipo tuvo la misión de darle estructura a esta iniciativa y concretar el proyecto.
"El liceo venía en caída. Encontramos un liceo con 150 alumnos. Tuvimos que hacer una intervención con reglamentos de convivencia, un nuevo proyecto educativo, reglamentos de evaluación nuevos", explicó Eduardo Castro.
En la actualidad y tras la puesta en marcha del liceo artístico, la matrícula del liceo es de 330 alumnos y la demanda de apoderados y alumnos por sumarse a este proyecto va en aumento.
"En un par de años se revirtió el proceso y por lo que nos cuentan los apoderados, los alumnos, tenemos muy buena asistencia y cuesta que los alumnos se vayan a sus casas cuando termina la jornada a las 16.30 horas. Se quedan, nos piden salas para ensayar y para hacer otras actividades. Además del centro de extensión del liceo que parte a las 5 de la tarde y termina a las 9 de la noche, todos los días, incluso los sábado", agregó el directivo.
Reafirmados
Para el equipo gestor del liceo artístico, los buenos resultados de matrícula y la conversión del establecimiento de un liceo al que llegaban todos los expulsados a un establecimiento con sello propio, es simplemente la confirmación de que la educación a través del arte es un proyecto factible que debe ser reforzado.
"Todo estos resultados reafirman una convicción en torno a la educación artística que tiene que ver con un elemento que se acerca a lo que es la convivencia, con el sentido de pertenencia y todo aquello que va conformando que el estudiante vuelva a acercarse a la educación (...) El problema de la educación en general es que el estudiante está desvinculado y su forma de relación con el conocimiento es desmembrada. En cambio la educación a través del arte pretende volver a reunificar eso y que todo lo que sucede dentro de la escuela es parte de su formación", explicó Cristian González, coordinador artístico del Liceo Guillermo Gronemeyer.
Romper tabúes
Pero el camino no ha sido fácil para este proyecto que además ha debido lidiar con las dudas y aprensiones propias, tanto de apoderados como de otros establecimientos educacionales, que siempre debe enfrentar aquello que se distancia de lo clásico y establecido.
"Nuestro mayor logro sería que en un par de años más, las generaciones que salgan de acá, puedan demostrar que también la educación a través de la formación artística, puede preparar a un estudiante con las mismas capacidades para enfrentar una PSU", añadió González.
Apoyo del bci
Pero como ya se decía, no basta solo unir ganas y voluntades. También se ha requerido de recursos que no han sido pocos. Las necesidades para un liceo artístico son evidentemente mayores que en un liceo científico-humanista. Aquí se requiere de equipamientos de alto costo y materiales permanentes para el funcionamiento de las clases.
De ahí que el apoyo del Banco de Crédito e Inversiones (BCI), a través de la Ley de Donaciones Culturales, resulte fundamental e imprescindible para la continuidad del proyecto.
"Gestionamos un proyecto a través de la ley de donaciones culturales con el banco BCI que nos ha apoyado estos casi 4 años (...) Esto se hace con recursos, todo lo que es la oferta de talleres (...) Las expectativas en el liceo si bien se están cumpliendo falta todavía convencer al mundo más externo: por ejemplo a los directores de los otros liceos...hay una apuesta porque este es un modelo y hay un trecho por avanzar", precisó Brignardello manifestando que lamentablemente este proyecto aún no es autosustentable y depende en gran parte del apoyo de un banco que entrega 90 millones de pesos anuales a este proyecto.
Es lo que al unísono lamentan los integrantes del equipo de gestión del Gronemeyer, quienes coinciden en que aún falta que las autoridades educacionales y políticas, tomen conciencia de que este modelo de la educación artística es un modelo rentable social y educacionalmente.
"La LGE (Ley General de Educación) reconoce tres modalidades de educación: la científico-humanista; la técnico profesional; y la artística. La científico-humanista tiene una subvención; la técnico profesional también, pero diferente a la científico-humanista por razones técnicas; y la artística se homologa a la científico-humanista y ahí estamos mal porque no tenemos las mismas necesidades. La educación artística es reconocida, bien, pero no es apoyada con las necesidades que requiere", cuestionó Cristian González.