Erika Rojas Salazar
El entrenamiento y la lucha por los objetivos en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro sirvieron para levantar el ánimo tras el incendio que consumió las instalaciones del CEO en Curauma.
Bernardo Guerrero, uno de los 4 remeros olímpicos que resultaron damnificados la madrugada del sábado, comentó que no hubo tregua ni tiempo para lamentarse. El mismo día por la tarde, y mientras seguían humeando los restos de madera, el grupo sacó los botes y se puso a remar.
"No hemos cambiado nuestro calendario debido al incendio. Seguimos partiendo a Brasil el 26 de julio y ese mismo día entrenamos por la tarde. Yo no vivía en el CEO, pues arrendaba una casa, pero el resto estuvo en el hotel O'Higgins y ahora ya se consiguieron una casona para 8 personas, la que solventará el Comité Olímpico", cuenta agradecido el deportista, quien añadió que funcionarios del Registro Civil acudieron hasta el hotel para tramitar sus documentos siniestrados.
Los deportistas damnifcados, entre los que se cuentan otros 3 clasificados a las Olimpiadas, resultaron con toda su implementación hecha ceniza, al igual que sus computadores y enseres de la casa y gimnasio. Afortunadamente los botes se salvaron, pero Bernardo confirmó que él perdió un cuenta paladas (computadora que va en el bote) y un reloj cardio, que monitoreaba las pulsaciones de su corazón.
Ayer y el sábado se trabajo con pesas prestadas en el sector donde se guardaban los botes chicos, pues no hay tiempo de mirar atrás. "Es duro todo, pero estas son las cosas que te hacen más fuertes y te motivan más. La mentalidad de los deportistas es siempre luchar contra la adversidad", reflexionó el deportista que no para de entrenar ningún día de la semana.