El Everton de Tapia no levanta cabeza ni siquiera en Sausalito
Otra pobre actuación realizó el cuadro viñamarino, el cual, sólo porque Dios es grande -y porque el meta Lobos, tapó bastante- logró igualar con U. Española.
No se trata de hacer leña del árbol caído -ni de darle y darle... al Everton de Héctor Tapia- pero es la propuesta (pobre, por donde se le mire), el nivel de juego, la escasez de variantes ofensivas, los errores reiterados y, por sobretodo, los malos resultados que ha obtenido el cuadro Oro y Cielo los que tienen al medio y muy en especial, a los hinchas viñamarinos... inquietos y muy preocupados.
Y es que ayer -y al igual que ante San Luis- el elenco de Everton la sacó barata y a duras penas logró igualar con la Unión Española (que llegaba en punta, eso sí), igualando finalmente 1-1.
Un punto que para la suma y resta final -y tomando en cuenta la localía en Sausalito, con 5.322 espectadores controlados- es poco para un Everton que prometía otra cosa desde que asumieron los mexicanos del Grupo Pachuca.
El primer cuarto de hora realizado ayer por Everton, fue casi como una película de terror para los dueños de casa, quienes sólo por las grandes tapadas de Eduardo Lobos (y un remate que fue devuelto por un poste) no quedaron rápidamente en desventaja.
En ese lapso de advirtió a un Everton superado y desorientado, que marcó muy mal y que tenía, por ejemplo, a Braian Rodríguez casi correteando por izquierda para colaborarle en la marca a Zúñiga.
Pero como el fútbol es caprichoso, fue el propio atacante uruguayo, quien, con un preciso cabezazo al segundo palo, inauguró las cifras para el local, en el minuto 17 de partido.
El juego de ahí se hizo más parejo, en especial, porque el Nico Orellana (que comenzó como puntero derecho) se retrasó hasta el medio campo, para corretear y disputar balones al medio.
Tras el descanso y luego de la falta que sacó al "Banana" Suárez del partido (Salom debió haber sido expulsado) dio la impresión de que Everton podría aguantarlo hasta el final. Pero para aquello, había que mantener la concentración al tope y bastó una nueva falla en el juego aéreo -y en una pelota detenida- para que Diego Churín, ante la tibia marca de Orellana, decretase el uno a uno que era lo mínimo que a esas alturas... merecían los hispanos.
Tras ello, un par de expulsiones (Hernández y Ragusa) y una repartición de puntos que no dejó a ningunos de los dos equipos conformes.