¿Cómo funciona el robo de arte y antigüedades en Valparaíso?
En la mayoría de los casos se trata de hurtos por encargo de coleccionistas.
El suceso ocurrido esta semana en el club Alemán de Valparaíso, donde robaron un cuadro de Alberto Orrego Luco avaluado en 30 millones de pesos, vuelve a poner en el tapete el tema del robo de antigüedades y obras de arte en la región, donde hay varios episodios similares.
El crítico de arte, Carlos Lastarria, cuenta que, si bien, estos delitos no son cosa de todos los días, están lejos de ser hechos aislados, pues Valparaíso es una ciudad donde hay varios cuadros antiguos y obras de arte patrimoniales. "No es un caso aislado porque permanentemente se han producido estos robos de colecciones privadas e instituciones. Obviamente, no es tan común como el robo en tiendas, pero de cuando en cuando aparecen estos robos muy espectaculares en casas de coleccionistas o en instituciones. Siempre están buscando objetos de valor histórico, pinturas, relojes, objetos arqueológicos o de plata", señala el experto, y cita como ejemplo el robo de grabados en la Galería Municipal de Arte, en enero de este año; la desaparición de un valioso cuadro en la Iglesia La Matriz en el año 2010 y otros saqueos a casas particulares de empresarios coleccionistas de arte.
¿mercado negro?
Lastarria comenta que el grueso de los casos corresponden a robos por encargo de otros coleccionistas que recorren galerías de arte o casas particulares para ver qué obras robar, y posteriormente contratan a ladrones, que a veces son especializados en ese tipo de robos, para que sustraigan el cuadro o escultura en cuestión y así alimentar la colección propia. "Hay coleccionistas inescrupulosos que recorren las galerías y después las roban o la encargan. A veces los ladrones no son especialistas, sólo tienen la habilidad para robar", explica.
Asimismo, el especialista señala que también hay casos de delincuentes que roban las obras sin tener real consciencia de su valor histórico, pero sospechan que se puede tratar de elementos valiosos, así que los comienzan a ofrecer al mejor postor. "Hay ladrones que las roban por robar, y piensan después en venderlas. Las ofrecen en casas de antigüedades, esos son los novatos; creen que la pueden mover pero eso es difícil, porque son muy sospechosas", asegura el crítico de arte, y argumenta que es por eso que estas piezas robadas no salen del país, ya que es muy complicado sacarlas ilegalmente por las aduanas, ya sea por mar, aire o tierra. Un caso aparte son los elementos arqueológicos, los cuales son muy cotizados en el mercado negro mundial, así que sus potenciales compradores tienen los recursos para sacarlos del país.
Originalidad
Cuando aparecen obras robadas, es necesario hacer un peritaje técnico para determinar si efectivamente se trata de la misma que robaron. Carlos Lastarria, quien ha sido contactado para colaborar en estas revisiones, señala que en estos peritajes técnicos, se revisan las telas, la pintura, la pigmentación, si tiene firma o alguna escritura, si el bastidor es reciente o antiguo y otras características que se pueden identificar con un equipo técnico, policías y gente especializada.
"Es un proceso rápido, a veces con tal sólo mirarla se puede dar cuenta uno si es original. Cuando hay más dudas se hace un estudio químico en laboratorio con luces ultravioleta", advierte el erudito.
Casas de colección
En plena calle Independencia, detrás del Parque Italia, se ubica la casa de antigüedades "El Abuelo", y su dueño Pablo Eltesch cuenta que como negocio de elementos valiosos y antiguos deben seguir un conducto regular para asegurarse que sus compras tienen una procedencia legítima, y evitarse malos ratos. "Cuando nosotros compramos tenemos que hacer factura de compra para Impuestos Internos y un libro de procedencia e investigaciones con la huella digital para asegurarse de que todo esté en regla", explica el experimentado coleccionista y agrega que cuando el objeto que le ofrecen es sospechosamente valioso o la persona que lo vende no aparenta saber de arte, él prefiere no arriesgarse. "Cuando veo algo raro, que no me tinca, no lo compro, para no tener ningún problema, y nunca me ha pasado nada", asegura el anticuario, pero reconoce que a su negocio han llegado varios jóvenes ofreciendo piezas sospechosas que él ha rechazado. "Han llegado algunos cabros con cosas de valor, pero yo no compro. No quiero meterme en problemas", afirma, pues en el caso de que llegara a comprar un elemento robado, se expone él mismo a tener que dar explicaciones a la ley. "Si fuera robado, vienen para acá, ven lo que hemos comprado, capaz que haya que ir a Investigaciones, y no me va a pasar nada a mí, pero voy a perder el objeto que compré y la plata", dice desde su sillón, ante la presencia de varios cuadros sobre su cabeza.
Es así, como la práctica de los "robos artísticos" en Valparaíso, sigue escribiendo capítulos en su desconocida historia.