Día del Zapatero: quedan pocos, pero son buenos
En Valparaíso casi ya no quedan zapateros activos en el oficio. Sólo están las reparadoras de calzados, donde reviven los zapatos chinos con cambios de suelas y tacos.
Simón es un joven porteño interesado en aprender el antiguo oficio de zapatero. Tras una incesante búsqueda del conocimiento que sólo puede ser aprendido a través de la experiencia y la práctica, para el fue muy difícil encontrar un zapatero que le enseñara técnicas para fabricar zapatos bellos y de calidad.
Fue ahí que este autómata aprendiz se dio cuenta que en Valparaíso casi ya no quedan zapateros, por lo que debió viajar a la capital en busca de un taller apto para crear.
"Acá en Valpo está todo el oficio prácticamente extinto. En Santiago hay varios, pero acá nada. De hecho, yo aún estoy buscando un lugar donde aparar que sea de buena calidad para llevar un proceso adelantado a Santiago, y así ganar tiempo en el armado el zapato", comenta Simón.
Zapatero en la óptica
Pero antes de eso, conoció a don Jorge Véliz, quien trabajó como zapatero durante 35 años de su vida. Y tras algunos problemas familiares decidió dejar su local que se ubicaba en la Galería Cuncuna (Condell con Huito), para trabajar con su hija Andrea en la óptica Glass Visión de calle Independencia.
La Estrella fue tras el zapatero de la óptica, y lo encontramos junto a su hija. Y cuando le contamos que queríamos hablar con él sobre su oficio de zapatero su mirada se iluminó. Aunque no deja de reconocer que siente algunos resquemores con el oficio que aprendió muy joven y sólo mirando. Después de haber trabajado en una fábrica de guantes industriales de cuero.
"Tuve problemas familiares, entonces el negocio lo abría y lo cerraba. Pero la gente pensaba de uno de flojo no lo abría. Así que tuve que dejarlo y me estaba yendo bien. Entonces como que le tomé rabia al zapato porque tuve que dejarlo", cuenta Jorge.
Aún así, el zapatero nos confiesa que le está haciendo zapatos a sus mejores clientes. Los que persistieron de sus creaciones aún cuando él había dejado el oficio. Y confían en su buen gusto y la calidad de sus productos.
El reparador
En la Reparadora Condell, ubicada en la esquina de Pirámide, hay un hombre que realiza un trabajo silencioso. Es Jorge Fernández, más conocido como "Choche", quien hace 27 años se dedica a reparar los zapatos de las porteñas y porteños patiperros.
"Antes había hartos talleres de confección de zapatos. Mi papá tenía uno, y yo aprendí siendo muy niño, mirando como él trabajaba. Pero ahora la gente prefiere comprarse zapatos bonitos y baratos. Los chinos. Que no son de cuero ni de calidad. Aquí llegan a cambiar las suelas y los tacos cuando ya están gastadas. Aquí revivimos los zapatos", cuenta mientras corta las suelas.
Hoy, en el contexto del Día del Zapatero, la Reparadora Condell tendrá 15% en sus productos de cuero. Así se conmemora un noble oficio que está casi extinto en la ciudad Puerto. Y La Estrella les envía un cariñoso saludo a las y los zapateros.