Pregones y melodías que hacen eco en las calles del Puerto
La invitación es abierta para dar un paseo a través del paisaje sonoro del Valparaíso de ayer y hoy. Hermosos ruidos que forman parte del pasado, pero que siguen vivos en la memoria musical. Así como también surgen nuevas melodías.
"¡Mote'e mei, pelao el meyo, calentitoooo!". Le apuesto lo que quiera que acaba de leer el pregón del Motemei con su entonación característica. Esa que quedó grabada para siempre en la memoria musical de quienes lo esperaban desde la ventana de sus casas, allá arriba en los cerros.
Una tacita calentita de ese mote único que entraba por la boca y regocijaba el alma. Sabores, recuerdos, olores... Tantas sensaciones que se pueden evocarse en las personas con un simple sonido.
Recuerdos musicales
Mantengámonos en los cerros de Valparaíso. Infancia. Días intensos bajo el sol de verano. No había espacio para el aburrimiento. Después de un rico almuerzo familiar -quizás con humitas y ensalada a la chilena- o mejor pastel de choclo, ese que le quedaba tan rico a la abuelita. Y ¿qué tal unos porotos granados?.
A la hora de la siesta, el calor se hace más intenso. Puertas y ventanas de la casa abiertas, porque no entraban más intrusos que las moscas atontadas por el sol. De repente el sueño es interrumpido por el inconfundible sonido del cuerno del heladero.
Niños a la calle. ¡Qué no se vaya el caballero!. Se escucha lejos, puede que esté en el pasaje de al lado. El cuerno anuncia que el hombre de blanco se aproxima cada vez más cargando su termo con la pintura de la niña que saborea esa deliciosa paleta sabor infancia. "¡Allá viene!. ¡Aquí, aquí!".
Cada vez son menos los vendedores de helado que utilizan el cacho para atraer clientes. Entre ellos Claudio Fernández padre, y Claudio Fernández hijo. Llegué hasta el hijo precisamente por el sonido inconfundible que evoca recuerdos de niñez.
Estaba en el corazón de la Plaza Aníbal Pinto. Y mientras los porteños y porteñas se le acercaban a cada un minuto a comprarle un York -de agua o de leche- me confesó con toda sinceridad que desconocía de dónde venía la tradición del cacho.
A cambio, me regaló una información igual de valiosa. Me habló de su padre, un vendedor antiguo de helados, que le heredó el oficio y le enseñó a tocar el cacho.
"El sonido del cacho surge gracias a una boquilla artesanal hecha con un trozo de lápiz Bic y otro de radiografía. Se adopta a la medida, se amarra con un cordel, y...".
Claudio hace sonar el cacho con fuerza, y el sonido rebota en la Intendencia, sube hasta el paseo Atkinson, y se pierde en el cielo de Valparaíso. Las miradas de los transeúntes que circulan por la Plaza Aníbal Pinto, evidencian que algún recuerdo alegre de infancia veraniega entró por sus oídos, subió hasta sus cerebros y caló hondo en sus corazones.
"Cuando toco el cacho acá en el plan, la gente se asoma por las oficinas y me gritan que los espere. Después bajan en grupos a comprarme helados. Les llevan a los compañeros de pega. Como que se ponen felices".
Ecos eternos
Un día cualquiera, plan de la ciudad. Cruce al frente de la Plaza Victoria, por Condell. Ahora hay una multitienda conocida, antes fue el hermoso Teatro Valparaíso. A su lado resiste el tradicional Bogarín.
"¡Parche curita a cien. Una tira de parche curita por cien pesos...!", y así se repetía una y otra vez, durante todo el día.
¿Quién no lo escuchó alguna vez?. El vendedor ambulante que por años se paraba en ese sector. Fui a buscarlo, pero en el mismo Bogarín me confirmaron que hace más de dos años que no lo ven. Mejor dicho, que no se escucha.
¿Qué habrá sido de él?. Ahora muchas personas venden parches curitas para parar la olla, vivir y sobrevivir. Pero nadie lo hace como aquel hombre cuyo eco se perdió entre los gritos de los nuevos ambulantes y el carrito de maní.
Intrigada, sin dejar de pensar en el pregón del parche curita, me devolví por Condell hacia el Puerto. Y llegando a la esquina de Eleuterio Ramírez, escuché al suplementero Juan Lillo. Ese que probablemente le acaba de vender La Estrella que ahora usted está leyendo, estimado y estimada lectora.
"¡Eeella, eeella. Ahora ella, La Estrella...!". El pregón de Lillo -que comenzó el oficio hace 55 años atrás, cuando era canillita- inspiró a un poeta local que le dedico una oda en su honor.
Lillo guarda el poema como un tesoro sagrado entre los diarios que transporta en un bolso. Todo un orgullo, para uno de los pocos pregoneros que aún tiene eco en la ciudad Puerto.
Hermosos ruidos
Si pensamos en pregones inolvidables, las páginas de este diario no son suficientes para incluirlos a todos. Pero al menos haré el esfuerzo: el vendedor de pescadas que llega hasta la puerta de su casa para vendérsela peladitas. El artista que ofrece "¡escobitas, escobillones!". El camión destartalado del "¡compro fierrro! (y máquinas en desuso)". El que vende huevos en Placeres.
Si hasta los sacrificados trabajadores que retiran el aseo tienen su grito característico. Por ejemplo, el que pasa por mi humilde morada grita: "¡Seeeo!", con una entonación infalible.
Y así muchos otros. Eso sí, debo confesar que para esta humilde reportera no fue fácil escribir sobre un tema tan sonoro y musical. Así que busqué la ayuda de músicos profesionales. Precisamente, maestros que se han inspirado con estos hermosos ruidos tan cotidianos -y muchas veces invisibilizados- y a partir de ellos han creado obras musicales.
Afilar cuchillos valpo
Paul Hernández, es el académico encargado del Taller de Polifonía y Análisis de la carrera Pedagogía en Música de la Universidad de Valparaíso. Recuerda que era sólo un niño que crecía entre los barrios del cerro Barón, cuando una particular melodía llamaba la atención de su agudo oído musical.
Fue así que de adulto y profesional, creó una obra inspirada en la melodía con que el afilador de cuchillos anuncia su presencia mientras recorre las calles de los cerros porteños.
"Afilar Cuchillos Valpo", surgió de la mano del Ensamble Antara, y cuenta con la participación de 14 tipos distintos de flautas. "La idea surge con la intención de llevar este sonido que forma parte del imaginario antiguo -porque ahora casi ya no se escucha el afilador de cuchillos- a una trinchera musical, pero manteniendo la oralidad dentro de la música", explicó el académico.
La obra "Afilar Cuchillos Valpo" está disponible en la web y puede ser escuchada en la plataforma SoundCloud.
Y tal como lo hizo Hernández, a través del ramo de Etnografía Sonora -dictado por el profesor Cristián López (UV)- se trabaja en el rescate de sonidos a partir de los cuales se generan nuevas obras musicales.
"Creo que Valparaíso hay una sonoridad única y bien particular. Por ejemplo, aquí se gestó el Festival de Arte Sonoro Tsonami (que este año cumple 10 años de existencia y se llevará a cabo del 5 al 11 de diciembre). Donde hacen varias cosas respecto al rescate de los sonidos, con la intención de conservar estos sonidos que de alguna manera le dan una identidad al lugar".
Rock del "ozpedaje"
Paisaje sonoro al que también le puso corazón y oídos Sebastián Tapia, músico y sonidista que los ha aplicado en distintos proyectos. Como el grupo de rock experimental Don Fernando -que en 2014 grabó su primer disco- y que tiene una propuesta de temas cortos, que toman frases con características de onomatopeya, y que luego son transformadas en canciones.
En ese contexto, fue un hombre que ofrece hospedaje y hostales a los viajeros en los alrededores del Terminal Rodoviario de Valparaíso, quien inspiró unas de sus más emblemáticas canciones: "Ozpedaje".
"Este personaje tiene un pregón particular que todas las personas que circulan por el terminal alguna vez han escuchado. Dice: 'hostal, hospedaje, alojamiento...' de una manera singular. Y esas tres palabras son las que utilizamos en la canción como un pretexto para meter ruido. Porque Don Fernando lo que hace es una música bien ruidosa", aclaró Tapia.
"Yo creo que el sonido y los pregones de las personas que pertenecen a los lugares donde uno habita siempre han inspirado a la gente. Y Valparaíso está lleno de características y de esas situaciones. Como la persona que vende los helados York, los comerciantes de la feria, etc".