Por culpa de la fe
Valparaíso y sus alrededores son el patio de diversión de los santiaguinos, ya lo vemos con el Mil Tambores o la fiesta de Año Nuevo, y también servimos como refugio de la fe católica en su vertiente más popular con sacrificios personales masoquistas que rondan en lo absurdo, ruidos, comercio y colores, pero claro, el asunto es religión y es respetable el credo de cada uno. Sin embargo, lo que parece una falta de respeto para los porteños es que por culpa de esta avalancha de peregrinos en su mayoría santiaguinos, nuestras avenidas, calles, y en especial Curauma y Placilla, queden prácticamente acorraladas y aisladas. Como siempre pagamos el pato.
José Miguel Ventura.