Las creativas formas de robar de los lanzas de la Plaza Sotomayor
Con todo el descaro del mundo actúa este grupo de delincuentes que ya son conocidos entre los trabajadores de las heladerías y cafés del lugar. Inventaron novedosas formas para pasar inadvertidos cuando delinquen.
Carolina Pinuer A. - La Estrella de Valparaíso
Cansados están los trabajadores de las heladerías y cafés de la Plaza Sotomayor de los constantes robos que sufren por parte de los famosos lanzas, quienes asustan a sus clientes y aprovechan cualquier descuido para cometer sus delitos.
"Es un tema muy recurrente y molesto", dice Juan Pablo Espinoza, quien trabaja en Starbucks. Afirma que conoce de memoria las caras de los bandidos. "Ya los tenemos identificados, son como siete personas, no sé si son una banda, pero se nota que se conocen", cuenta ya aburrido del tema.
Para Vera Labarca, administradora del Melbourne Café, la situación se escapó de las manos y cuenta que "desde que llegamos, hace cinco años, estamos tratando de combatir a los lanzas. El tema se ha hablado con Carabineros y brigadas, y llevamos una lucha como grupo de negocios de las zona portuaria, pero las medidas adoptadas no son suficientes, porque los delincuentes saben cuándo hacerlo y no hay suficientes Carabineros rondando por acá".
Lo peor de todo es que llevan tanto tiempo en el lugar que ya saben todas las estrategias que se necesitan para lograr su cometido. "Cuando cachan que tú ya los tienes identificados mandan a otro hasta que los descubres de nuevo. A veces mandan a gente sólo a ver cómo funcionamos" dice Vera.
Los hombres son unos estrategas y han inventado mil formas para poder actuar con tranquilidad.
El Disfrazado
Como ya los tienen en la mira, los malhechores empezaron a rebuscárselas para no ser sorprendidos, y descubrieron la forma más creativa para pasar desapercibidos: el disfraz. De esta forma han logrado mimetizarse entre los turistas y los ejecutivos que frecuentan los cafés.
Vera Labarca, ya es una experta en reconocerlos, pero la nueva técnica adoptada la pilló desprevenida. "Un día llegó un hombre de terno a consumir en una mesa. Como estamos acostumbrados a recibir a abogados y ejecutivos, no nos parecía sospechoso, sin embargo después descubrimos que se había llevado la mochila de un cliente", cuenta.
El misterioso hombre, que mostraba la apariencia de un oficinista, pasó inadvertido entre sus pares, se tomó un cafecito y de paso aprovechó de llevarse lo que encontró en el camino.
Así como este sinvergüenza, hay varios que son secos para cambiar de vestimenta y ocupar las calles aledañas a la plaza para hacerlo. Así, rápidamente pueden sacarse la camisa y la corbata como Superman, y ponerse unos short, polera y sombrero, para interpretar a un turista. Pero ya no está funcionando mucho esta técnica en los locales, porque entre locatarios se pasaron el dato y ahora, lamentablemente, tienen que desconfiar hasta de los clientes.
Un viejito
Utilizar su apariencia física es otra de las técnicas que se usan. La gelatería Grido, ubicada en la calle Sotomayor casi al llegar a Errázuriz, sabe de este tema, ya que en el último tiempo sufrió el robo de varias de las pertenencias de sus propios trabajadores. Carteras, billeteras y una consola de videojuegos que estaba guardada en los casilleros fue lo último que se llevaron.
Maite Espinoza trabaja desde octubre en la heladería y entre ceja y ceja tiene a un anciano que se pasea siempre por fuera del local. "El otro día se quiso llevar un tarro de pintura que teníamos en la bodega y un compañero lo tuvo que parar. Lo dejamos que se fuera pues no sacamos nada con llamar a carabineros si es una persona mayor", dice la joven ya desesperanzada.
Gringos
Juan Pablo Espinoza cuenta que, aparte de multifacéticos, estos delincuentes son unos estudiosos del tema. Justo en la fecha que llegan los cruceros, aparecen también ellos como animales en busca de su presa, y él cree que esto no es una simple coincidencia. "Se aprovechan de los turistas porque andan muy despreocupados de sus cosas, a pesar de que nosotros le advertimos de lo peligroso que es el sector, ellos tienen otra cultura, en sus países no pasan estas cosas, entonces andan muy confiados", cuenta el joven.
También saben cuáles son las horas precisas en las que aumenta el flujo de personas en los cafés y heladerías, y se aprovechan de la situación para cometer el ilícito. Ante esta situación, todos los locales tienen preparado su plan de contingencia. Por ejemplo, en los días peak, la administradora del Melbourne pone al máximo de sus garzones vigilando, al más puro estilo de un ejército, las mesas y a los clientes. "Los tenemos a todos súper identificados, entonces cuando pasan por fuera nos paramos para que no entren", dice Vera acostumbrada.
En el Starbucks es lo mismo, tienen que estar todo el día atentos a que no entren a su local y son varias las llamadas que hacen a Carabineros. "Vienen los carabineros a ver como estamos de repente, porque son muchas las llamadas que reciben de nosotros, los reclamos y las denuncias también que ponen los turistas, pero más allá de hacerles el control de identidad no pueden hacer nada, porque no los pillan con las manos en la masa", dice Juan Pablo.