"Iron Man" porteño entrena como Rocky: quiere ser senador
Todos los días Vladimir Venegas se prepara a fondo. El otrora ex campeón de triatlón quiere medirse a su prueba más exigente: lograr un escaño en el Parlamento. Su mira está en la política para, desde allí, ayudar al deporte, su pasión.
.Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
Avanza. No para. La hierba que se desliza a la ráfaga. A la izquierda, una tupida maraña de arbustos queda atrás. A la derecha, perros y caballos hacen un aro. Por delante, aves revolotean a la orilla. Una bicicleta y el agreste sendero que esperan. No hay tregua. "¡No pain no gain!", yes!
Allí, en medio de la contemplativa naturaleza, un hombre hecho a la usanza silvestre (como Stallone) impone zancada. También braceadas. Exige pulmones. Todo a fondo. Y en soledad. Algunos lugareños del sector ya lo ubican. Dan ánimo. Para unos es el "Iron man". Para otros, el "Rocky playanchino". Un personaje.
Porque él es de Playa Ancha. Sentencia que vive solo, sin familia -no sabe el por qué-, pero que, en contraste, como un Roberto Carlos, el cantante, dice tener un millón de amigos.
De cerca, y ahora con vestimenta informal, sus ojos se mueven inquietos revelando la ansiedad propia de quien quiere marcar una impronta. De estatura media, seguridad al tacto, tranco firme y labia engatusadora pero con la pausa precisa, su ajustada camisa denota ciertos pliegues encapsulados que dan cuenta de un estado físico ajeno a las poncheras cheleras de tipos comunes a su generación.
Aquella canción de The Beatles, con un Paul a la vena, y que decía así: "El largo y sinuoso camino", aplica en él. Y el trazado de vida forjado por Vladimir Venegas Sanhueza, el "Iron Man", ha sido por esa senda: a puro pulso.
Convencido de que aún le queda bencina para rato, calienta motores cada mañana hasta el mediodía en el Parque La Victoria, en una parcela en el sector de Peñablanca, en Villa Alemana. Allí, donde aún atraviesa un lago y se puede oxigenar al aire libre.
Lo suyo, dice, es el trabajo duro y de esfuerzo. Con el cuerpo como templo sagrado, y un lema: "Siempre estar en forma". Porque en él los vicios son dos, el deporte y ahora último, la política...
Hombre de hierro
El tema deportivo nació, como muchos de su época, a través de una cajita mágica llamada televisión. Bajo sus luces, vio como éstas lo encandilaban, tanto como para dejarse llevar por atletas reales que competían, en exigente pruebas, incluso con más de 40 años de edad.
Así despertó aquella obsesión que lo erizó hasta los poros. Y la práctica deportiva que en él se torna una constante. Ya para mediados de los ochentas, al finalizar sus estudios medios en el liceo Eduardo de la Barra, Vladimir largaría toda proyección universitaria por aquel deslumbre televisivo. Pantalla donde sus héroes en enfundados short del tipo Pato Yañez y zapatillas Power, eran furor.
Eso lo volcó a lo suyo, en una disciplina deportiva, tal vez la más exigente: el triatlón. "Participé en un triatlón en Viña: allí me di cuenta que tenía aptitudes", lanza Venegas como quien prueba un pase de precalentamiento.
Sin más, se inscribió en 1986 en una de las primeras -y míticas- pruebas de Triatlón en suelo patrio, la de Pucón, misma donde eclipsara a medios y prensa deportiva el titán de la disciplina y también gurú de Vladimir. Hablamos de Cristián Bustos, un modelo a seguir por muchos aficionados, de ayer y hoy.
Vladimir vio en Bustos a su propio espejo. Con los años, y ya con tres décadas en esto del triatlón y pruebas en esa línea, también trepó a podios. Y campeonatos: entre los 25 y 35 años (de 1996 a 2006) fue su mejor época y de la que conserva gratos recuerdos: obtuvo a nivel nacional el campeonato de Chile en sus respectivas categorías, por edad.
No fue todo en Venegas. En 2006, irrumpe su hito más destacado: campeón de Chile en dos especialidades, de una vez, algo que pocos han logrado en las disciplinas de ciclismo y trote. También triatlón.
A nivel de Iron Man, por esa época, logró un registro sudamericano que lo motiva a inflar pecho: 10 horas con 55 minutos (la marca ganadora fue de 9 horas con 5), en la dura Florianópolis, en Brasil -clasificatoria para el Mundial de Hawai-. Allí, en el terreno agreste, tropical y con fuertes vientos, rememora que dio el ancho.
Carrera al parlamento
Dicen que no se gana sin dolor. En retrospectiva, para ello, se las apañaba en la distribución del horario: entrenaba en las mañanas. Ya por las tardes, había que poner para la olla. Así las hizo de colectivero y taxista al oficio. "Para llegar a un nivel de elite profesional hay que trabajar todo el día en el deporte. Dedicarle un 100%", acuña.
Siempre pensó que poniéndole del bueno al deporte lograría grandes auspiciadores. Y méritos tenía: podios, en las generales rozaba la gloria, pero no abrochaba lo que para un deportista es clave en su éxito profesional: amarrar cototudos auspicios.
"A nivel regional, aún mostrando cartas y registros, no apoyan en lo comercial. Ni en recursos ni anunciantes". Vladimir Venegas aduce en crudo, y con dardos: "Cuando un deportista está a punto de llegar arriba… Chiledeportes no se pone", acusa.
A pesar de todo, siguió entrenando y compitiendo. Hasta hoy, cuando está a punto de cumplir su medio siglo de existencia. Por eso, a juicio de Venegas, es hora de hacer un punto de inflexión. Y la política sería aquel trampolín en una nueva carrera, donde seguro habrán obstáculos y codazos por entrar a la parlamentaria.
Terminada la ley binominal, asoma la inclusiva. Allí Vladimir vio una ventana. "Muchos amigos me han planteado la idea de por qué no ser un aporte. Tomar la bandera del deporte y postular a un cargo político, sea como diputado o senador". Eso, dice confiado, sería una inscripción a modo independiente, "un reto lindo para seguir con mi carrera".
Asegura tener experiencia. También conocer a una cantidad importante de colegas; que generaciones de deportistas se pierden por no contar con un apoyo estatal; que los deportistas son un sector abandonado, y que él, como un elegido, a través de la testera política, daría un giro a esa triste realidad.
Ahora recurre al deporte, su eje discursivo. Para él fue triste comprobar en el nacional de ciclismo, cerca de Santiago, de hace un mes, y donde compitieron mil corredores, que en la meta de los elite solo había una raya de marcaje en el pavimento. Tampoco había auspiciadores. Y autoridad alguna que dijera, 'aquí estamos con ustedes: apoyando el deporte'. Su descarga: "Nada, y eso es lamentable en este país".
Por eso Venegas cree que tiene el peso para cambiar la historia. Y para ello, un rollo: está dispuesto a inscribir su candidatura. De carácter independiente. Su norte apunta alto: ser senador. "Si pretendo hacer algo real, en cuatro años no logro materializar algo como campeón. Necesito ocho años, y además el dinero que ganan es alto. Eso me serviría para repartirlo en el deporte".
Cuenta que ya tiene los vistos buenos para lograr esas dos mil firmas que solicita Servel para cimentar candidatura. Al respecto, cuenta que esta cruzada, su cruzada, la ve viable. Se la cree y quiere demostrar de lo que es capaz en la cancha. "Será un triatlón".
Hace un par de semanas corrió la I Vuelta de Cabildo - La Ligua, que duró dos días. Allí fue uno de los mil 500 ciclistas. En la ocasión, habló con su organizador. Esto le dijo: "Vladimir, no hay plata. Con suerte pudimos juntar tres millones de pesos para esta prueba. Ninguna entidad estatal nos apoyó...".
Así como Martin Luther King tuvo un sueño para su comunidad afroamericana, Vladimir también tiene su anhelo para los deportistas chilenos.
Lo suyo, reitera, no para. Avanza. Vladimir participó en la Triatlón de Viña del Mar, una prueba de fuste y que la organiza Andrés Droguett con el Club de Triatlón viñamarino. También se calzó la prenda deportiva para el símil de Valparaíso. ¿Utopía?
Más adelante, en unos meses, tal vez para Vladimir Venegas sea el momento de enfundarse con la otra cara, esa de terno y corbata. Pero siempre, dice, raudo a las zancadas en pro de sus colegas deportistas. Con leyes que, de una vez por todas, suspira, "nos ayuden de verdad". Y no desde un terreno agreste -o tal vez sí- sino, en un nuevo epicentro, donde las papas queman: en la meta, esta vez... ¿en la casa de los "honorables?".