La biblioteca Santiago Severín sube a los cerros
Entre las actividades de sus 144° aniversario se cuentan la gestación de un punto lector en Puertas Negras y sensibilizar la lectura como un placer.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
La Biblioteca Santiago Severín forma parte, sin duda, del imaginario colectivo de varias de generaciones porteñas, que crecieron desmarcadas de los adelantos tecnológicos y que, tiempo atrás, copaban las calles aledañas, a la espera de algún bibliotecario amable que pudiese ayudarlos en su tarea. Sin embargo, en nuestros días esta imagen prácticamente se encuentra obsoleta. Hoy, y con 144 años recién cumplidos, los encargados de la primera biblioteca pública del país, ponen toda su energía en revalorizar la lectura entre los jóvenes y en aquellos sectores alejados de las comodidades del centro.
Y como la directora de la Severín, María Eugenia Báez, sostiene que "es más fácil que la biblioteca suba a los cerros a que la gente baje", las actividades que conmemoran un nuevo aniversario, han sido pensadas tomando en cuenta la necesidad de acercar el archivo a la ciudadanía, especialmente a las víctimas de la precariedad y los incendios.
Por esta razón es que ubicarán un punto lector en Puertas Negras, específicamente en la población de emergencia que, por estos días, cubre los requerimientos de más de ochenta familias.
Además, aquellos que quieran hacerse parte de la biblioteca podrán registrarse sin tener que llevar a cabo engorrosos trámites. De ahora en adelante, sólo con la cédula de identidad podrá convertirse en un nuevo socio de la Severín, sin ninguna limitante geográfica. Para María Eugenia Báez, este cambio permitirá "que la Biblioteca se sostenga en el tiempo y pueda seguir disputando los primeros lugares, como uno de los centros públicos con más préstamos a nivel nacional".
DOBLE MISIÓN
La directora de la Severín dice estar orgullosa por los logros obtenidos, considerando que el recinto no cumple con los estándares requeridos por una biblioteca pública en el siglo XXI. "Nuestro servicio se mueve entre lo patrimonial y lo público, o sea que nuestros veinticinco funcionarios deben dividirse entre la información de carácter histórico, solicitada por investigadores y tesistas, y los servicios que debe atender una biblioteca pública común, recibir a niños y jóvenes, además de hacer programas que fomenten la lectura", recalcó Báez.
De esa forma, enfatizó que deben rescatar lo mejor de la tradición y, así, combinarlo con los gustos de las nuevas generaciones. Entonces, una biblioteca patrimonial como la Santiago Severín debe transitar desde la tranquilidad del siglo XX, hacia el ruido y la socialización, elementos propios del siglo XXI. Sin embargo, Báez afirma que, según las estadísticas, las nuevas generaciones no se interesan en la lectura, a diferencia de los mayores.
Lectura por placer
"El precio de los libros no influye mayormente en que los jóvenes lean poco". Báez asegura que el problema fundamental es que la lectura no es considerada un placer. Afirma que en las "escuelas se incentiva la lectura como una obligación, lo que genera estudiantes hastiados de libros aburridos, impuestas por un modelo más preocupado por pasar los contenidos, que por fortalecer la lectura".
Además, cree que los programas de fomento que hoy existen, se despreocupan de los sectores rurales, "olvidando una imaginación muy rica que se mueve a la par con la vida de campo y la naturaleza".