Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
Hace un tiempo nuestro diario publicó un reportaje titulado "Los barcos a escala que dieron vida al Tranque Sur de Forestal", contando la historia detrás del trabajador que, con sus manos y a pulso, había decorado con tres barquitos el tradicional tranque de Forestal. Ha pasado ya un mes desde aquella historia y, los tres barcos que habían en ese entonces, fueron complementados con un Huáscar, un muelle para los curiosos visitantes y unas letras blancas, aún inconclusas, que dibujan el nombre "Tranque Sur".
Patrick Castillo es el nombre de quien se ha preocupado por hermosear el sector. Su intención, dice, es contribuir con un granito de arena a que el Tranque vuelva a la vida y las autoridades se preocupen, de una vez por todas, de su limpieza y aseo.
"Ya están creciendo las algas en la laguna, así que espero mis obras ayuden a que la alcaldesa se mueva", asegura este trabajador minero. Fue con tambores grandes y placas carpinteras que hizo un colorido puente, que ha servido como punto de encuentro para los forestalinos.
Muchos son los que se detienen a mirar y a tomarse fotografías con la laguna de fondo. "Quedo feliz cuando hay niños mirando, ancianos, o parejas paseando. Esa era mi idea inicial", agregó
El Huáscar vino a concluir el set de minibarcos compuesto, también, por El Misisipi, La Esmeralda y El Riquelme. "Es muy lindo porder replicar a escala el Combate Naval de Iquique, justo ahora que se viene el 21 de mayo", enfatiza.
Artesano italiano
Garzas y patos, criados por anónimos vecinos, se pueden ver paseando entre los barcos y un pequeño refugio, instalado por artesanos y emprendedores del paradero cuatro, que hace las veces de nido. Dante Pesce es uno de los hombres detrás de este regalo para los vecinos de Forestal Alto.
Según cuenta, se ha dedicado por más de cuarenta años a trabajar con sus manos los retablos que, de tan buena forma, reciben todos aquellos que visitan las ferias locales. Una herencia de su padre y su abuelo, quien llegó a nuestro país, arrancando de la miseria europea en tiempos de guerra.
"Llevo once años trabajando mi artesanía en el Tranque Sur y no he tenido trabas. Pago 50 mil pesos mensuales por el arriendo del local y ante el esfuerzo del colega que hizo los barcos, decidimos incorporar el nido y proteger la vida en la laguna", recalca Pesce.
Por ahora su futuro está en los retablos, un tipo de trabajo que reproduce fachadas coloniales y campestres propias de la zona central, "es ahí donde nace y muere la teja, una parte importante de mi obra", sostiene. Un secreto que Forestal Alto se tenía bien guardado, artesanos que con el trabajo propio han querido contribuir con el cerro que los acoge y dotar de un poco de belleza la única laguna que hay en los cerros de Viña del Mar.