El burlesque renace de la mano del mítico Roland Bar
Cada mes el local, ahora en calle Pirámide, ofrece espectáculos donde la antigua bohemia porteña es protagonista.
Mirian Mondaca Herrera. - La Estrella de Valparaíso.
Es sábado por la noche. Hace un par de horas los rayos del sol abandonaron Valparaíso, pero a medida que avanza el reloj, la ciudad vuelve a estar acompañada. Esta vez, de cientos de personas que buscan dónde acabar con la rutina de la semana laboral, de la mano de música, baile y algún trago.
En el ambiente nocturno, el sector Bellavista y Ecuador son conocidos por sus locales que incluso con mesas que dan a la calle o instaladas en las veredas intentan captar a veinteañeros y a los con alma de joven. Allí, a metros de la plazuela del sector y rodeado de locales comerciales -en el comienzo de calle Pirámide- se alza un espacio diferente: Roland Bar, el único lugar donde hoy se hace burlesque periódicamente en Valparaíso.
Pasado y presente
"Hombre al Agua" es el nombre del show burlesque que el 15 de julio a las 22 horas se presentará en el Roland Bar. Un espectáculo que tendrá en escena a cerca de una decena de actrices y bailarinas (es) de la mano de la profesora porteña de danza Elizabeth Stuardo, quien la semana pasada también presentó en el lugar un evento similar para conmemorar el Día del Padre: "¡Qué Papacito!".
Para Gina Astudillo y Mauricio Quezada, socios y administradores del recinto que también es hotel, cada vez que se presenta un nuevo show burlesque lo que se logra es dar una mirada al pasado, a la historia del propio Valparaíso. Una Ciudad Puerto célebre por su demografía cosmopolita y su agitada vida nocturna durante el siglo pasado.
"Con estos espectáculos lo que estamos haciendo es rescatar la vieja bohemia porteña. Es un proyecto que nace de la necesidad de devolver a nuestro puerto querido lo que fue alguna vez, la forma de recreación que tuvieron nuestros abuelos o tatarabuelos", cuenta Gina.
En ese añorado pasado de Valparaíso, el Roland Bar tuvo un espacio ganado. Primero en su ubicación original en el Barrio Puerto, en calle Bustamante y luego en Errázuriz, hasta inicios de la década del 2000. Desde entonces permaneció dormido hasta que abrió sus puertas el año pasado en su nueva ubicación; todo con la idea de retomar la senda y volver a acoger a los "viudos" que dejó en el camino.
Este bar, que abrió sus puertas alrededor de 1901, era un lugar frecuentado por los porteños, desde intelectuales, hasta personas ligadas a los negocios, la política y marinos, quizás una de su clientela más fiel. Quezada recuerda que el lugar "era parte del circuito de bares de antaño. El bar era muy visitado por marinos de todo el mundo, artistas y personajes que veían un espacio para recrearse. Era un tiempo rico en vida nocturna".
Precisamente esa nostalgia por el glorioso pasado del bar los mueve a buscar instancias para sorprender a su clientela cautiva, la que -aseguran- busca una experiencia distinta cada vez que pisan el lugar.
"Estamos como camuflados, hacemos algo de publicidad para los shows, pero la mayoría de la gente que viene es porque son clientes habituales o conocieron a alguien que viene con frecuencia. Tenemos un público de nicho y eso sabemos que no va a cambiar, siempre podemos contar con ellos y para ellos intentamos hacer cosas distintas cada vez", indica entusiasta, Mauricio Quezada.
Preferido por famosos
El origen del bar se produjo a partir de la llegada de inmigrantes alemanes a Valparaíso. En particular, los actuales administradores del Roland cuentan que fue un marino germano que levantó el espacio en el antiguo "barrio chino" del Puerto (calle Bustamente 49). Un lugar que tomó su nombre del monumento del gigante "Roland", una estatua de piedra caliza de casi seis metros de altura ubicada en Bremen.
Las mesas del antiguo Roland también albergaron a reconocidos personajes, incluso a nivel internacional. Aunque a mediados del siglo pasado, el lugar era administrado por la familia Papic y luego por los Riesenberg, Gina y Mauricio conocen al revés y al derecho las historias y las visitas ilustres que llegaron al lugar.
Por nombrar algunos, el premio Nobel Pablo Neruda y el "Gitano" Rodríguez eran asiduos clientes del bar, y hasta Ernesto "Che" Guevara bebió en una de sus mesas junto a su amigo Alberto Granado. Todo, en su paso por Valparaíso durante el célebre viaje que hizo en motocicleta por Latinoamérica, en 1952.
Además de los chilenos y el argentino, otros reconocidos artistas y escritores incluso plasmaron su visita creando dibujos o escribiendo recuerdos, poemas o firmas en las llamadas "Viejas Bitácoras" del bar. Entre ellos se cuentan la poetisa Stella Corvalán, en 1948; Juan Uribe Echeverría, en 1950; Rubén Azócar, en 1951; Andrés Rillón, en 1952; Sara Vial, en 1957; Iván Droguett, Juan Rulfo, Leopoldo Marechal y el premio nobel Cloude Simone, en 1969.