Fabián San Martín D.
Daños considerables sufrió una iglesia playanchina en un robo frustrado protagonizado por un solitario antisocial.
El delito afectó a la capilla San Alberto Hurtado, ubicada en calle Vargas Stoller con Pezoa Véliz en la población Montedónico. Pasadas las 22.30 horas un cuidador sintió ruidos al interior del templo, por lo que fue alertado personal de la tenencia Cordillera.
En la sacristía, ubicada en el zócalo, los carabineros sorprendieron a un ladrón, que en un saco tenía apiladas especies de valor. Al ver a la policía quiso escapar pero no pudo.
Se trata del delincuente habitual R.E.M.Z., de 35 años, domiciliado en la población Joaquín Edwards Bello, quien a esa hora debía estar en su hogar cumpliendo la medida cautelar de arresto domiciliario nocturno por tráfico de drogas. Fue derivado al tribunal de garantía por daños calificados y desacato.
"¡Mamita, usted me conoce, no soy así, a mí me mandaron, me amenazaron para que entrara!", le dijo a una de las encargadas del templo cuando fue arrestado.
El sacerdote Víctor Godoy dice que es el primer delito de este tipo que sufre la capilla, no así otros recintos similares de Playa Ancha. Relató que, en medio de la oscuridad, en el altar, el tipo destruyó un pedestal con el santísimo de las hostias consagradas, además de afectar sistemas electrónicos de audio y sonido. Mientras que en la sacristía, donde se hallan elementos sagrados, vestimentas y equipos de amplificación, rompió algunas de las puertas para apropiarse de una mesa de sonido y un carillón electrónico, las que tenía embaladas. Hostias sin consagrar, estampas de santos y figuras religiosas, quedaron diseminadas en el suelo. Los daños fueron avaluados en más de un millón y medio de pesos.
Aunque el delincuente manifestó que entró a la iglesia por una ventana cercana al altar, situada en una altura considerable, el cura Víctor Godoy estima que se ocultó en alguna dependencia tras la realización de un funeral.
"No es sólo falta de respeto contra la iglesia. Llegar a tu casa y encontrar todo desmantelado, más allá que sean objetos religiosos, da rabia e impotencia. Se afecta todo el esfuerzo de la comunidad. Da lata por alguien que puede necesitarlo, pero no es con estos medios", apuntó el joven sacerdote, que lamentó que recursos necesarios para la realización de obras sociales, serán destinados ahora en mejoras a la seguridad.