El 'Bichi' Borghi y su estrecho nexo con Valparaíso
El campeón mundial con Argentina habló sobre su vida en Valparaíso, su retiró del fútbol en Santiago Wanderers, y el gol que hizo por Audax Italiano en Playa Ancha.
Sobrepasado por las incontables fotografías y saludos de los porteños, se toma un momento para sentarse en la escalinata del frontis de la iglesia La Matriz y emite un quejido de cansancio al doblar las rodillas para sentarse.
Claudio, el "Bichi", Borghi visitó el Puerto como invitado especial de un evento benéfico, regresando casi como una celebridad a la ciudad que fue el escenario del epílogo de una novela futbolística que escribió sus capítulos más importantes en Buenos Aires, Río de Janeiro y Milán.
Fue un crack de renombre mundial, que según dicen los entendidos, tuvo la mala fortuna de convivir con la leyenda de Diego Maradona en una misma época, astro que eclipsó la presencia del Bichi en la albiceleste que se coronó como campeona del mundial de México 86', pero su calidad jamás fue puesta en duda. Dueño de una técnica exquisita, una definición implacable y una elegancia en el toque con el balón, forjó su camino desde los potreros trasandinos para alcanzar la gloria como jugador y como entrenador, en eso le ganó por harto al Barrilete Cósmico.
En Chile, su figura es naturalmente relacionada con Colo Colo, donde es un ídolo indiscutido, pero el vínculo de Claudio Borghi con Santiago Wanderers, y en especial con Valparaíso, es mucho más estrecho de lo que se piensa.
La despedida
Cuando ya tenía 34 años, y con un nutrido historial de copas a nivel de clubes y con la albiceleste, el argentino recaló en el puerto de Valparaíso, tras un lucido paso por Audax Italiano y O'Higgins, en lo que ya se postulaba como el último ciclo de su carrera deportiva.
Convivió con el mítico Moisés Villarroel, y fue testigo privilegiado del ascenso de otras dos joyas caturras: Reinaldo Navia y David Pizarro. El Choro y el Fantasista comenzaban su camino a la gloria, mientras el Bichi ya venía de vuelta.
"Yo ya estaba saliendo del fútbol cuando ellos llegaron. Estaba David, estaba el Chorito Navia, estaba el narigón, no me acuerdo el nombre, Pizarro, era el otro (Santiago) Pizarro, bueno y Moisés (Villarroel) que era un poquito más grande, un jugador de más experiencia, de trayectoria", recuerda Borghi y luego aclara: "Fuimos compañeros muy poquito, ellos ya demostraban ser grandes jugadores. En aquel momento, era un Choro Navia extraordinario, paraba la pelota de pecho con un rival atrás, muy bien, y David que estaba haciendo sus primeras armas en cuanto a jugar, pero se veía que ya tenía mucha calidad".
Pese a su palmarés, el paso del ex AC Milán, por el Decano fue deslucido, pues tuvo que convivir con una rebelde lesión en la rodilla que en definitiva lo obligó a colgar los botines.
"Fue mi rodilla, me lesioné como a los cinco meses, y ya recuperarme fue imposible. Después ya no pude jugar más, ya tenía mi rodilla, no en mal estado, pero estaba operada y yo ya sabía que cuatro años antes me la había operado, y el diagnóstico del doctor era que la próxima vez que se rompiese, no iba a haber marcha atrás, era el retiro o el retiro", recuerda.
La vida en el puerto
En la ingrata temporada que tuvo en Valparaíso, el Bichi cuenta que aprendió a tenerle cariño a la ciudad patrimonial, asegurando que "Yo vuelvo seguido a Valparaíso, cada extranjero que viene a mi casa, argentinos, o hace poco vinieron unos italianos, todos quieren venir a Valparaíso. Quizás ustedes que viven acá no se dan cuenta de la belleza que tiene para las personas que no conocen la ciudad, o el puerto; los cerros, los paseos, las vistas, así que venimos bastante más seguido de lo que la gente cree. Viví acá el año 98', y sí tengo muy buenos recuerdos y buenos amigos que conocí acá".
Remontándose a aquel lejano 1998, relata que tuvo que aprender a convivir con un, según sus palabras, "infernal" tráfico vehicular, y al mismo tiempo saber adaptarse a la precaria infraestructura que Wanderers le ofrecía, enfrentándolo a una realidad muy distinta a la que vivió en el Milán o la selección de Argentina. Una ironía inconcebible, que un campeón del mundo tuviera que volver a los potreros en el ocaso de su carrera, específicamente al querido y folclórico parque Alejo Barrios, donde hoy juegan equipos de la liga amateur porteña, estudiantes de la UPLA, y uno que otro pichanguero improvisado.
"Yo vivía en Viña, a una cuadra del casino. Nosotros entrenábamos en el estadio, en el antiguo estadio, o en frente, en, no me acuerdo como se llamaba la cancha, pero era de los navales. No existía el complejo que tienen ahora en Mantagua, lo estaban construyendo, yo lo conocí después, así que entrenábamos ahí, era bastante complejo porque no había lugares cómodos para entrenar. Yo llegué en enero, y el tráfico era infernal, llegar al entrenamiento era una locura. Yo no conozco Valparaíso como para ir conejeando por cualquier lado, así que yo tenía que ir circulando por las arterias principales, era una proeza el llegar. Después hubo unos entrenamientos que hicimos en el Alejo Barrios, cancha de tierra. Ahí jugábamos, se hacían buenos partidos. Algunas veces no teníamos para entrenar y entrenábamos ahí. Era duro caerse porque era de tierra, te raspabas todo. Era una cancha de tierra demasiado pareja para lo que se ve en otros lados. En Argentina por ejemplo se hacían pozas, como llueve mucho, pero esto era muy plano", apunta.
Un gol para enmarcar
Si bien, en el Decano no pudo desenvolver todo su talento, el estadio de Playa Ancha sí pudo ser testigo de una de sus últimas joyas, pero en el arco wanderino.
Precisamente hace algunos días se cumplieron 21 años de aquel infartante partido entre Santiago Wanderers y Audax Italiano. El año era 1996 y la lluvia de goles inclinó el marcador para los itálicos en un estrecho 4-3, pero el punto más recordado de la jornada fue el excelso gol de Borghi.
Corrían diez minutos del primer tiempo, y Wanderers ya caía 1-0. Después de un anticipo de un central de "Los Tanos", el Bichi corre con ventaja desde más atrás de la mitad de cancha. Conduce el balón con la elegancia del revés del pie derecho, mientras la defensa caturra lo persigue, sin apurarlo, craso error.
El 10 se está acercando al área y hace una media finta hacia su izquierda para eludir a un defensor, pero la pelota se le va abriendo y está quedando sin ángulo. Antes de quedar sin espacio para anotar, levanta la vista y picotea la esférica con un toque despiadadamente sutil. Desafiando las leyes de la física, la pelota se revoluciona en sentido contrario al de las manecillas del reloj, dibujando una trayectoria que hace de la volada del portero Rodrigo Cuevas, una anécdota. Rebote contra el vertical izquierdo y la malla abraza al balón. Pepaza.
Una poesía de gol, la métrica la puso la derecha de Borghi, la lírica, el relato de Carcuro: "El Bichi ¡Talento!, Genio, gracias Claudio Borghi por estar jugando en el fútbol chileno, gracias Claudio Borghi por deleitarnos con un fútbol maravilloso, gracias Claudio por haber compartido este gol con todo el país", exclamó a todo pulmón el relator, por la tradición oficial del partido.
Consultándole por aquel gol, el Bichi abandona cualquier aire de soberbia para aseverar casi con indiferencia: "Yo no soy muy bueno para las fechas, pero en el programa que trabajo me dijeron que ya se cumplieron 21 años. Fue un partido con Audax, un buen Audax, teníamos un buen equipo, y ganamos creo que 4-3, fue un partido bastante parejo. Yo no tengo tantos recuerdos del partido, y el gol creo que fue lo que hizo la diferencia. Yo al flaco Cuevas le hice dos goles en ese arco, uno en entrenamiento y otro en partido, que fueron muy parecidos, pero nada. Yo no creo que haya sido el mejor gol que he hecho, pero fue muy particular, la gente lo recuerda mucho, quizás el relato de Carcuro ayuda mucho a eso".
La selección
De cara a la próxima fecha de las clasificatorias para el mundial de Rusia 2018, el ex entrenador de La Roja comenta que el exceso de tarjetas amarillas es un riesgo a tener en consideración.
"Yo creo que la lista va a ser muy larga porque hay muchos jugadores al borde de la suspensión. El técnico puede jugar con algunas modificaciones respecto de la altura que pueda tener en Bolivia, a lo que va a ser en Paraguay acá, una lista de 26-27 jugadores", indica el comentarista de Fox Sports, y ante la pregunta de la eventual convocación de Jorge Valdivia (al momento de esta entrevista aún no se entregaba la nómina oficial para la fecha) advierte que el real aporte del Mago dependerá del estado físico en el que llegue.
"Ahora, la vuelta de Valdivia o la vuelta de cualquier jugador es importante porque se van sumando algunas situaciones de fútbol. Si la defensa de Paraguay se cierra mucho, Valdivia es bueno es un buen abridor de las defensas, después la gente dice si es que 'Está para el partido', eso lo va a tener que decidir el entrenador, pero creo que si está, bienvenido sea", menciona.
Otra duda que está en el aire de cara al proceso clasificatorio es la resolución que tomará la FIFA ante los reclamos de Argentina y Bolivia, por los dos puntos que se le sumaron a Chile, y que ahora podrían ser retirados, dejando al equipo de Jorge Sampaoli en zona de clasificación, en desmedro de los dirigidos por Juan Antonio Pizzi, que quedarían relegados a la zona de repechaje.
Al preguntarle por esta polémica, el argentino radicado en Chile es enigmático en su respuesta y deja entrever que las presiones externas al fútbol puedan influenciar en la resolución.
"Es un fallo internacional que la verdad es que son bastantes raros, yo fui suspendido por un insulto que nunca realicé, me suspendieron, me dieron cinco partidos, me cobraron, y nunca me dijeron '¿Sabes qué?, nos equivocamos', así que es un organismo internacional, y hay que tener muy en cuenta que hay marcas importantes. El mayor auspiciante de FIFA es Adidas, y el mayor auspiciante que tiene Argentina es Adidas también, y eso también cuenta", sentencia el argentino.