Paula González: "Se tuvo que morir mi hijo, para rescatar como lo hago"
"Lobita", como la conocen, comenzó su labor recogiendo perros hace tres años, tras el asesinato de Bastián. Hoy es una de las animalistas más reconocidas de Valparaíso y de Chile. Su labor le permite decir, con conocimientos, que la Ley Cholito es "lejana" y no tomó en cuenta la realidad del país.
Hace tres años y a plena luz del día, el hijo de Paula "Lobita" González, falleció tras ser violentamente apuñalado por dos compañeros de curso. Su nombre era Bastián y sólo tenía 16 años. Pese a que su vida se vio truncada a corta edad, lo cierto es que el sello que dejó para su familia y la comunidad de Placilla lo hizo trascender a la muerte: aunque su madre se lo había prohibido -debido a los costos en tiempo, espacio y dinero-, se dedicaba continuamente a rescatar animales, que acogía en su casa.
Cuatro días después de la muerte de Bastián, Paula encontró una sorpresa en el garaje: una pequeña caja de cartón que contenía cachorros desnutridos y deshidratados, que lloraban de hambre y soledad. "Se me doblaron las rodillas, caí al suelo, porque me di cuenta de que mi hijo los tenía escondidos… Y él ya no estaba para darles agüita y comida. Fueron mis primeros rescatados".
A partir de ese momento, Lobita -como la conocen- decidió continuar con la misión que él dejó inconclusa. Con el tiempo, su reputación como rescatista ha crecido y hoy, es una de las animalistas más conocidas no sólo a nivel regional, sino que también nacional. Probablemente, el secreto está en su motor, Bastián: "Si tuvo que morir mi hijo para yo conocer y trabajar en lo que hago, y rescatar como rescato, con el amor que tengo, volvería a pasar por lo mismo".
Su historia ha sido contada en varios medios, incluso provocó las lágrimas del conocido periodista José Antonio Neme pero, por encima de eso, son sus propias acciones las que le han dado la credibilidad que posee: "(la gente) empezó a ver que había alguien distinto, que no sólo era de sacar una foto, sino de sacar la foto ya estando en la veterinaria, teniendo a los animales mejorados y pidiendo ayuda en lo que era comida, remedios y con boleta, mostrando transparencia total".
Admite que hubo un tiempo en que perdió el control. Por lo tanto, ya no acepta rescates indiscriminadamente, de lo contrario no podría con tantos animales. "Me dio como la locura, yo pensaba que al ser animalista, no podía decir "no" a un rescate. Perrito que veía, lo llevaba a un canil. Y no me di cuenta, cuando ya tenía alrededor de 70 perros". Esta situación, según cuenta, se hizo insostenible. Pero actualmente, con moderación, buena gestión de recursos y donaciones cada vez más grandes, logra hacerse cargo de casi 120 perros.
Paula González no perdona que se castigue a los animales sólo por ser indefensos. Sin embargo, con la misma fuerza cuestiona la validez de la denominada "Ley Cholito", que sanciona el maltrato. "Veo la ley muy lejana", dice y remata advirtiendo que la clase política "falló". De hecho, cuenta que hace poco rescató a un perrito que fue apuñalado en los cerros de Valparaíso y la justicia, lamentablemente, no actuó al respecto. El culpable no fue encarcelado. "Él firmó y está libre, y puede volver a hacerlo. Lo que pasó en Forestal también. El que le cortaba las cabezas a los perritos… También está libre", relata con indignación y tristeza.
Cuestiona además otros puntos de la flamante legislación: la ley exige que los rescatistas esterilicen y compren un micro chip por cada perro que tengan, lo cual implica un alto costo precisamente para quienes intentan ayudar: "A mí me sale 35 mil pesos esterilizar cada perro. Es caro para nosotros andar juntando la plata".
Ante la sobrepoblación de perros callejeros, Paula no aprueba la propuesta de exterminarlos, como sí sucede en otras partes del mundo. Ella cree que los animales merecen una segunda oportunidad, incluso aquellos que son violentos. El gobierno, según ella, debería crear caniles con categorías y rehabilitar a aquellos perros con problemas de comportamiento, para que así tengan la posibilidad de ser entregados en adopción. Asimismo, estima que los criaderos clandestinos deben ser clausurados, "de lo contrario, nunca se va a acabar esto, la gente va a seguir prefiriendo comprar. Y los perritos van a estar abandonados, los quiltritos van a seguir naciendo porque no los esterilizan", a la vez que cuestiona la "flojera" de la población que -incluso cuando hay operativos gratuitos- no llevan a sus mascotas para ser operadas..
Por eso, hace énfasis en la prevención y explica que las familias deben educarse correctamente para fomentar la tenencia responsable y que los padres pueden perfectamente entregar esos valores a sus hijos, algo que se aplica en países como Suecia. "Todo esto parte por una buena educación en la familia. Aquí en Chile debería ser así. En Suecia no hay perritos botados en ningún lado", dice.
No obstante, y pese a todas las dificultades, probablemente seguir con la labor iniciada por su hijo es lo que le ha dado paz. Tanto, que su amor por la labor rescatista la ha llevado a perdonar al asesino de su hijo: "Volvería a pasar por lo mismo, porque gracias a eso conocí este mundo, tan bonito", remata.