Con su último suspiro, comedor popular busca un nuevo espacio
Inspirados en la memoria del sacerdote Miguel Woodward, ayer sirvieron los últimos platos de fideos con salsa. Por más de once años, y pidiendo 800 pesos, atendían a los universitarios.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
"Con el pueblo todo, sin el pueblo nada", es la frase que reza en los muros de un espacio de la Confederación de Gente de Mar (Congemar), que por más de seis años viene utilizando el Comedor Popular Universitario Miguel Woodward, para servir almuerzos a más de sesenta jóvenes por día, de lunes a jueves, quienes deben ponerse solamente con 800 pesos.
Con esa plata el espacio ha podido mantenerse en el tiempo, cubrir los gastos comunes del galpón que los recibe- y eso es lo único en lo que deben preocuparse- además de, obviamente, comprar los insumos necesarios para las preparaciones diarias.
Por estos días el sueño que comenzara a gestarse hace once años, en Viña del Mar, está por acabarse y eso tiene preocupada a su encargada Julia Muñoz Orrego. Ayer se realizó la última comida en el espacio de la Congemar- ubicado en Tomás Ramos 158- porque el lugar debe ser devuelto a sus propietarios originales y, durante todo este año, la organización del comedor no fue capaz de hallar algo similar.
Ahora, en su última jornada de almuerzos colectivos, Julia Muñoz, todavía se encarga de casi todo, porque para lo demás tiene varios colaboradores que están en el comedor desde sus inicios. Grita a la cocina, por ejemplo, que apaguen la salsa y que los muchachos no se queden sin ver una pizarra, en la que publicó un sincero y emocionante mensaje de despedida.
"A principios de año nos dijeron que nos teníamos que ir de aquí, la nueva directiva de Congemar, pero pudimos extendernos por todo el año, mientras buscábamos algo, aunque tuvimos que ponernos con un aporte que nos pidieron, pero no voy a decir de cuánto", cuenta Muñoz.
Después de eso: un episiodio que nunca antes les había tocado enfrentar. Desde abril en adelante, se sucedieron más de quince robos al galpón, que apuntaban directamente a los alimentos que, a partir del aporte de los usuarios, podían adquirir con mucho esfuerzo.
Valores humanos
La encargada describe el comedor- ideado por el cura Miguel Woodward - como una instancia mucho más rica, que la sola comida. Además de comer, dice, en la calle Tomás Ramos, se dan lindos encuentros y es posible hallar la sincera alegría.
Recuerda Julia Muñoz, en la hora del adiós, esas ricas lentejas del lunes, el arroz con verduras salteadas del martes, los ricos porotos con riendas del miércoles y los sabrosos fideos con salsas surtidas servidos los jueves.
"A los niños les digo: cuando se titulen y sean profesionales, traten al otro que quizás sea su subordinado o subordinada con el mismo cariño que recibieron acá. Si hay un caballero que está comiendo solo, y nadie se acerca, acompáñenlo y pregúntenle su vida. Siempre sean mejores personas", recalca.
Porque la tolerancia y el respeto son valores que, a juicio de la gente del comedor popular, no se pierden nunca en el trabajo colectivo. De ahí que se emocione, casi hasta las lágrimas, de pensar que el sueño que alguna vez tuvo el sacerdote popular Miguel Woodward, terminará así de la nada. Por eso pide que, si alguien sabe de un galpón cedido, les avise.