Evite lesiones por dárselas de deportista de un día para otro...
En el verano hay menos ropa y eso lleva a que los cuerpos estén más a la vista, ya que sea para bien o para mal. Entonces, aunque no lo reconozcan, quienes tienen kilos demás tienden a compararse con los que lucen un cuerpo más tonificado.
Allí es donde aparecen las ganas de ejercitarse, pero quienes nunca han sido cercanos a la actividad física o los que tienen obesidad no pueden comenzar a hacer cualquier ejercicio. Esto, indica Paula Plaza, kinesióloga y docente de la Universidad Andrés Bello, porque se pueden generar complicaciones que podrían llegar a una lesión en el tejido músculo esquelético, como por ejemplo, las tendinopatías.
Plaza compara esa transición con lo que ocurre cuando una persona ha estado en reposo por una enfermedad. Entonces, "cuando uno no se ha movido para nada es como haber estado en reposo enfermo y saltar de la cama. Te expones a que se corten, se rompan partes de estructura".
En este aspecto, una de las zonas del cuerpo que más sufren con esta repentina ejercitación son las rodilla, meniscos o tobillos. Lo anterior deriva en que todas las estructuras que están adentro de la articulación, si de un momento a otro se someten a mucho estrés, van a manifestarse con molestias y dolor producto del daño.
Nadar, lo mejor
Para bajar esos kilos demás hay que moverse, pero se debe saber cómo hacerlo, y los ejercicios que no vayan contra la gravedad son los recomendados para comenzar. En eso Plaza advierte que "lo peor es el trote, porque eso impacta y cae el peso del cuerpo sobre los tobillos y las rodilla (...) eso en el fondo va acumulando una sobrecarga en la articulación y la daña".
Quienes están decididos a activarse físicamente o tienen obesidad o un sobrepeso importante deberían hacer ejercicios bajo el agua. Según la kinesióloga ese tipo de rutinas es la ideal, porque "si se está en una piscina o en el mar, el peso del cuerpo ya no es tanto en los tobillos porque el empuje del agua lo neutraliza. Estás estable y no estás sometido a sobrecarga".
En el caso de aquellos que no saben nadar o no tienen acceso a una piscina, el yoga o pilares son perfectos. Sumado a eso, los ejercicios de planchas son importantes, en su modalidad clásica mirando al suelo y las laterales. Con ese trabajo, indica la profesional, "lo que se hace es estabilizar el tronco, y cuando ya se tiene estabilizado eso se pueden trabajar las piernas y los brazos".
Ya finalizada esas etapas de acercamiento a la actividad física, la persona puede comenzar a hacer ejercicios aeróbicos, como la bicicleta. También después la zumba es buena alternativa. Ambos al menos tres veces a la semana.
¿Y el corazón?
Otra área que es impactada por la exigencia física repentina es el sistema cardiovascular. En ese sentido, el cardiólogo de clínica Universidad de Los Andes, Nicolás Bunster, señala que "en la actividad física existe la paradoja en que el sedentarismo está relacionado con enfermedades cardiovasculares, pero por otra parte, el ejercicio físico también puede provocar graves eventos como la muerte súbita".
Para evitar estas complicaciones, el profesional indica que es importante realizarse un chequeo previo antes de comenzar a exigir físicamente al cuerpo. Este examen, detalla el cardiólogo, "debe incluir los antecedentes mórbidos personales y familiares. Por ejemplo, si la persona tiene un hermano, padre, mamá o cualquier familiar con un antecedente cardiovascular, incluso hasta cuatro generaciones anteriores. También se deben evaluar los síntomas del paciente, entre ellos, palpitaciones, dolor al pecho, si se cansa desproporcionadamente durante el ejercicio o si alguna vez se ha desmayado durante una actividad física".
Cuando no se ha hecho actividad física en mucho tiempo o se es obeso, no es cosa de empezar a correr de la noche a la mañana, porque podrían generarse complicaciones en las articulaciones. Lo más indicado es comenzar con ejercicios de menor impacto.
Mirian Mondaca Herrera
salud@estrellavalpo.cl