El uniforme, la corbata del colegio y sus estrictos horarios son cosas del pasado para miles de jóvenes que en marzo ingresaron a la Educación Superior luego de dejar la Enseñanza Media. Si ya el hecho de enfrentarse a una experiencia donde todo será nuevo, desde las materias a estudiar hasta las amistades, es un desafío importante para cualquiera, más lo es para quienes están saliendo de la adolescencia; una etapa donde las inseguridades tienen un espacio importante.
En esta etapa de transición es prácticamente inevitable que los jóvenes tengan alguna manifestación de un trastorno adaptativo. Esto ocurre porque tienen que ajustarse a nuevas normas que en muchas ocasiones desafían su capacidad de organización, disciplina y responsabilidad, lo cual puede desencadenar diferentes conflictos emocionales. "Pueden sentir que no logran encajar en este sistema educativo o, en ocasiones, consideran que son poco acogidos, ya que algunos profesores no tienen el mismo trato cercano que muchas veces existe en los colegios", indica Karen Kiblisky, sicóloga de clínica Vespucio.
En este contexto de cambios bruscos, para muchos "mechones" es difícil adecuarse a una mayor flexibilidad, ya que están acostumbrados a regirse y funcionar bajo normas establecidas. Si ese no fue problema para algunos, sí lo puede ser aprender a organizar sus tiempos, a priorizar y a ser responsables con sus tareas sin la supervisión de los profesores. Cuando ocurren estos inconvenientes, señala la sicóloga, "esto puede causar ciertos desajustes en la estabilidad emocional de los jóvenes, provocando estrés, ansiedad y/o angustia al sentirse sobrepasados por el nuevo ritmo o sistema de estudios".
expectativas
Otro factor que puede influir en que está nueva etapa de vida de los jóvenes no sea del todo amigable es dejarse llevar por expectativas demasiado ambiciosas respecto a su desempeño académico. Esto es perjudicial, ya que si los resultados que tienen no son los esperados, lleva a generar frustración. En este sentido, lo ideal es que en la mayoría de los casos en nuestro es que los estudiantes tengan cerca a una persona que haya vivido la misma experiencia, "con quien puedan compartir aquellas ansiedades, sintiéndose escuchados, comprendidos y contenidos", aconseja la profesional.
En el ámbito social, el nuevo grupo de pares que conocen al entrar a la universidad también implica un importante desafío. Ahora, los jóvenes deben relacionarse con un mundo social diferente, enfrentándose directamente con la diversidad. "Tienen la oportunidad de reinventarse socialmente, creando nuevos lazos y ocupando un rol distinto al que ocupaban en el grupo de amigos del colegio" apunta Kiblisky.
Si pasados las primeras semanas se observa que los jóvenes no logran lidiar bien con estos cambios y se nota que sus comportamientos, gustos, apetito, cantidad o calidad del sueño, se ven afectados, la sicóloga advierte a los padres o personas de mayor experiencia que estén a su lado, que es importante consultar con un profesional a la brevedad, "para orientarlos y entregarles el apoyo emocional que requieren en este proceso adaptativo que están viviendo".
La flexibilidad de horarios, mayores libertades y el conocer nuevas amistades representan cambios abruptos, que si no son bien abordados, pueden generar problemas de adaptación. Estrés, ansiedad o angustia son algunos de los síntomas.
KAREN KIBLISKY, SICÓLOGA.
Mirian Mondaca Herrera
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