La escena de una joven Brigitte Bardot, bailando descalza sobre una mesa al ritmo de unos bongós, mientras agita su salvaje cabellera rubia, es considerada una de las escenas más eróticas de la historia del cine.
Corría 1956 y el filme "Y dios creó a la mujer", de Roger Vadim, lanzaba al estrellato a una joven actriz francesa que, por décadas, sería considerada un sex symbol en el mundo de las celebridades.
A pesar de ello, la famosa "BB" jamás se sintió ni bella ni una celebridad. Hoy, recluida hace años en su casa de Saint Tropez, donde convive con sus mascotas y lleva una vida completamente alejada del estrellato, Bardot -una conocida activista animalista- confiesa que "sin los animales, me habría suicidado".
Esta dura revelación forma parte del libro "Larmes de combat" ("Lágrimas de combate"), donde la actriz de 83 años pasa revista a su vida y admite lo difícil que fue para ella lidiar con la fama.
Después de cumplir 40 años, con 21 años de carrera y tras haber protagonizado más de 40 películas, Bardot anunció su retiro del cine y desde entonces se dedicó por completo al cuidado de los animales y a abogar por los derechos animalistas.
Cuatro décadas después, abrió el baúl de los recuerdos y también su corazón, con confesiones incluso dolorosas, que forman parte de este testamento en vida cuyas ventas irán destinadas al fundación que ella creó para trabajar por los animales.
confesiones
La belleza: "Jamás me sentí hermosa. Recién ahora comienzo a darme cuenta de esa famosa belleza que originó mi éxito. Eso viene de la ortodoncia que debí soportar durante mi infancia, que hacía juego con mis enormes anteojos y mi peinado horrible. Tenía tanto horror de mi físico que, a los 10 u 11 años, decidí asumir mi fealdad. Puede resultar sorprendente, pero no tengo confianza en mí. Todo me aterroriza. Cuando entro en contacto con el mundo exterior, tengo miedo de no poder hacerme entender, de no lograr transmitir el mensaje que deseo".
La fama: "Cuando abandoné el cine, no podía más. Es muy difícil soportar el reverso de la medalla. Una frase de Mme. Germaine de Staël resume muy bien la angustia que puede engendrar la celebridad: 'La gloria es el duelo esplendoroso de la felicidad'. Estoy convencida de que la celebridad destruye. No hay nada más que ver lo destinos de Marilyn Monroe, Rommy Schneider o Marlene Dietrich. La mayoría de las grandes actrices tuvieron un destino trágico. La popularidad es un veneno que me impidió vivir mi vida. Jean Cocteau decía que yo 'vivía como todo el mundo, pero era como nadie'. Cuando dejé mi trabajo, me sentí salvada. Mi opción por los animales me arrancó de las garras de un destino trágico".
La maternidad: "Cuando nació mi hijo, había centenares de fotógrafos al pie de mi casa. El acoso que sufrí desde ese momento fue el origen de un traumatismo irremediable. Y fue Nicolas quien pagó las consecuencias. No pude enfrentar y asumir ese embarazo porque era demasiado joven, demasiado inexperimentada, demasiado activa, demasiado conocida, demasiado inestable. Jamás hay que forzar a una mujer a tener un hijo, aun si el amor viene con los años. Ese acontecimiento tiene que ser un momento de felicidad. Durante la infancia de Nicolas, nuestras relaciones fueron penosas para ambos y luego las cosas se apaciguaron. No tiene rencor, a pesar de haber sufrido".
un refugio
Actualmente, Bardot vive con Bernard, su cuarto marido, nueve perros y seis gatos, que comparten su cama, según confesó en una reciente entrevista con Paris Match. Es Bernard quien le imprime las decenas de cartas que le llegan día a día, para que ellas las lea y responda. Ella no usa celular ni computador.
Su vida es tranquila y rutinaria. Después de leer la correspondencia y almorzar, se dirige a su granja, donde cuida a medio centenar de animales: poni, un burro, siete cerdos, ocho cabras, ocho ovejas, dos chivos, una tortuga, gansos, patos, gallinas y 17 perros y gatos más.
Por la tarde, regresa a su casa, cena con Bernard y se acuesta a dormir. Pese a vivir en el turístico Saint Tropez ("ya no tiene nada que ver con el pequeño puerto pesquero que conocía. Se ha convertido en un escaparate de lujo, un lugar sin alma", afirma), no sale a restoranes ni hace vida social.
"Fui considerada como una de las grandes stars mundiales y, sin embargo, no soy nada. Siempre tuve esa lucidez. Mi sueño es regresar al anonimato completo. Me siento prisionera de mí misma. Es cierto que la mayoría de la gente ha dejado de pertenecerse, verdaderamente", reflexiona en su libro.
"BB" revela sus profundas reflexiones en su libro
Fue considerada un símbolo del sex appeal, pero nunca se sintió cómoda con la fama. Ni siquiera se consideraba una mujer bella. Su activismo por los animales la salvó, dice.