El mito de Jorge Ricardo se hizo grande en Viña
Tras correr en el Sporting, se fue de Chile con 12.860 triunfos. A sus 56 años, es el puntero de la hípica mundial.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
Mirando al mundo a través de sus 12.858 victorias y asediado por ojo de asombro y admiración -como cantaba uno de los más famosos hípicos de la historia argentina, Carlos Gardel- se apareció por el Valparaíso Sporting para acompañar la clausura de la temporada veraniega, la actual leyenda entre los jinetes latinoamericanos, el brasileño Jorge Ricardo.
Detrás de él, otro que hizo historia entre los pingos norteamericanos, el canadiense Russell Baze, quien se retiró en 2016. Desde ahí que Jorge Ricardo se dedica prácticamente todos los días a extender sus victorias, en los distintos hipódromos centrales de la Argentina.
Nacido en Brasil hace 56 años, comenzó cuando tenía 15 una larga travesía que, a día de hoy, podría llevarlo al salón de la fama de los Record Guiness. La interminable carrera de Jorge Ricardo partió como herencia de su padre jinete y sus tíos, todos trabajadores de este submundo que esconde tanta pasión.
Incluso sus dos abuelos montaron finasangres de carrera, una de las razones de que, al estar a punto de conquistar los trece mil triunfos, Jorge Ricardo siga reencantándose con la actividad. Podría parecer monótono ganar las mismas carreras cada año, sin embargo, para Ricardo cada victoria es una emoción distinta y tiene su propio grado de éxtasis.
"Cuando gano pareciera ser la primera carrera de mi vida, soy así, siempre fui así. Es una de las cosas que me motiva mucho", comenta.
Desearía seguir corriendo hasta los 90 años, dice medio en broma, aunque si fuera por él lo haría hasta que su propio cuerpo le pida poner fin a su trayectoria. Sabe que mientras más avanza la edad, es más difícil montar caballos de carrera- de más de 500 kilos- pero no por eso ahora mismo se siente menos que otros.
Sus amigos que lo acompañan, cuentan que tanto en Argentina como en Brasil, Jorge ya es parte del imaginario colectivo de la cultura de la hípica. Si Gardel viviera en nuestros días, quizás le dedicaría un tango, como lo hizo con el pulpo Irineo Leguisamo.
"Gané en todas partes del mundo, en Brasil, Argentina, Perú, Uruguay", cuenta. Después de tanto tiempo, no deja de recordar su primera pasada victoriosa por la meta o los cinco premios Latinoamericanos de los que se jacta.
Primero fue con Falcon Jet, en su país natal hacia 1991. Tres años después ganaría el Latinoamericano con el que, a su juicio, es el mejor potro sobre el cual se ha montado, Much Better.
Linfoma y récord
Luego de ir varios triunfos arriba del canadiense, Jorge Ricardo debió parar a raíz de un hecho de esos que transcurren al margen de la voluntad. Un linfoma que terminó por curarse de buena manera, hizo que su contendor se escapara por más de doscientos primeros lugares.
El miércoles llegó a Viña como líder absoluto y en su avión de vuelta, quedó consolidado en este país que nunca antes lo vio ganar. El público que fue al Sporting, además de cerrar la temporada veraniega, fue testigo de un estilo cultivado por cuarenta años.
Poder jugarle unos pesos al mejor y asegurar la plata, en la primera con Feliz Cazador, devolviendo más de cuatro veces lo apostado. Más tarde en la Quince, con Scarlet Pimpernel, la que sería su segunda y última alegría de ese día.
Aunque la más importante de todas tiene que ver con la fotografía que está a la derecha y Jorge Ricardo levantando el trofeo de un hipódromo que sigue intentando reencantar a sus queridos y populares hípicos.