Alumnas de arquitectura crean sendero inclusivo
Las obras ayudarán a 42 familias en la toma Pasaje Lorena, cerro Jiménez. Al frente, 4 gestoras y 120 estudiantes de la Universidad de Valparaíso.
La cuesta es ultra empinada y polvorienta. Al camino salen perros, tierra y escombros. También palas, chuzos y carretillas cargadas que se mezclan a las faenas. Con las herramientas, un contingente sub 20 de mujeres y hombres.
Son 120 estudiantes entusiasmados a la instalación de 140 metros lineales de solerillas y canales de agua. Trabajos que contemplan excavaciones, retiro de excedentes y nivelación al terreno. Todos de la carrera de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso. Todos, como un coordinado ejército de hormigas, con misión: construir un sendero inclusivo en la toma Pasaje Lorena de Valparaíso.
La escalera derruida que lleva a la punta, aquí en el cerro Jiménez, se extravía. Un drama para 42 familias que transitan a diario por esta quebrada, cuya área agreste comenzaron a habitar a mediados de los años '60.
Al paso asoma de overol azul Andrea Bobadilla, mechona y futura arquitecta de la Universidad de Valparaíso (UV) que, con pala en mano, cava la zanja para así incorporar una canaleta que tiene en transpiración a sus animados compañeros. Andrea cuenta expectante: "Salimos de nuestra zona de confort para empaparnos con labores para un gran proyecto".
"¡Nos corrieron!"
Idea que tiene nombre: 'Mi toma me incluye', en el marco de los proyectos 'Impacta UV'. Así lo especifica Carla Ruíz, estudiante de quinto año de la carrera de Arquitectura y además una de las cuatro gestoras de este programa. Una labor que en principio sufrió percance de los propios vecinos. Carla añade ya con paños fríos: "Tuvimos que recoger datos: la gente fue reticente. ¡Nos corrieron! Eso nos picó. 'Nosotros vamos a crear', les dijimos". La gestora afirma que se jugaron sus cartas. Que su motor acá es vincular la comunidad con la Escuela, "diálogo intergeneracional", así lo llama.
En terreno, las obras -cuyo monto es de dos millones y medio de pesos- comenzaron en abril pasado. Para fines de mayo estiman su término. Serán 140 metros lineales que parten de la escalera en el sendero y termina en la quinta cámara de la toma, donde se ubica una cancha de fútbol, cerro arriba. A lo ancho, son 1.50 metros, donde irán al suelo la canaleta y solería. "Venimos dos veces por semana (martes y viernes) a trabajar, junto a 120 estudiantes de primer año nuestra escuela, más 25 de un remedial".
Internados en el pasaje, más jóvenes con overoles azules y blancos, emergen prendidos a la pega. Se apelotonan. Alguien los dirige. Francisca Vera, gestora, toma la palabra. "Proyecto de inclusión, tanto de movilidad y conexión con el centro. Clave para estos sectores". A su lado, Camila Carvallo, también mentora de la iniciativa, explica: "El desarrollo colaborativo es importante para construir este proyecto". Camila arroja un interesante dato: "Es una de las tomas más pequeñas -gente y m2- de Valparaíso".
Acceder hasta esta ladera carente de pasamanos y en época de lluvia por el barro, es complejo. Sobre todo, para adultos mayores -muchos enfermos- que en Pasaje Lorena son mayoría. Como Juana Gatica, pobladora desde 1973 en cerro Jiménez. Dice que este tramo de la loma donde vive data de 1985. Hoy, campamento improvisado para los estudiantes. Realidad antagónica hace unos meses: la señora Juana, como tesorera del Comité Calle Lorena, los corrió. "Estoy súper agradecida. Nunca lo pensé, la primera vez que llegaron yo, junto a pobladores, los corrimos". Ver para creer, justifica Gatica. "Mucha gente nos hizo promesas. ¡Nunca pensé que tendríamos vereda para este invierno!".