Un misterio
El Triángulo de las Bermudas, zona comprendida entre Miami, el sur de Bermudas y el norte de Puerto Rico, es una extensa área marítima tristemente famosa por el extravío tanto de aviones como de barcos.
No es el único en el mundo: también es renombrado el Mar del Diablo -conocido como Triángulo del Dragón o Triángulo del Diablo-, zona al sur de Japón, cuyas aristas inferiores son la isla de Guam y la de Luzon; y el Vórtice de Marysburgh, en el lago Ontario, de casi 20.000 kilómetros cuadrados de superficie, entre Canadá y Estados Unidos.
En estos tres lugares, todos del hemisferio norte, se registran más desapariciones de barcos y aviones que en cualquier otra parte del mundo.
El caribeño Triángulo de las Bermudas adquirió ese nombre recién en 1964, cuando el autor Vincent Gadis escribió un artículo en la revista Argosy, mencionándolo por primera vez. Y lo consolidó al año siguiente, cuando escribió el libro "Horizontes invisibles y los verdaderos misterios del mar".
En ese libro incluyó un capítulo que denominó "El mortal triángulo de las Bermudas". Hasta esa fecha, eran incontables los casos de navíos y aviones desaparecidos, registros que se remontan a 1840, cuando el barco francés HMS Rosalie, que viajaba con destino a Cuba, fue inexplicablemente hallado en medio del mar, pero sin tripulación.
El barco, de dos mástiles y once velas, llevaba la carga intacta y la totalidad de sus velas desplegadas. Han transcurrido más de 175 años desde aquel primer dato y aún no existe una razón o hipótesis que justifique el abandono de toda una tripulación, en medio del más azul de los mares.
Con el tiempo, los registros apuntaron un especial alza en la primera mitad de la década del '40, para luego aumentar otra vez en 1966 y 1967. Pero el año siguiente, 1968, anota sólo dos desapariciones, ambas en apenas un mes. Fueron vuelos pequeños, y en los dos casos se trató del mismo tipo de avión y de dos parejas de personas.
los cessna
Este 29 de mayo se cumple medio siglo de la primera de aquellas dos extrañas desapariciones en el Triángulo de las Bermudas. Se trató de un Cessna 172, de un solo motor, fabricado dos años antes. El 172 es un avión de ala alta con capacidad para cuatro personas, considerado como el mejor avión de entrenamiento incluso hasta el día de hoy, y el más fabricado de la historia. Algo así como el Volkswagen Escarabajo de las avionetas. Mide 8 metros de largo y 11 de ala a ala.
En él viajaba el piloto, de 30 años, y una mujer un par de años menor, su acompañante. Habían despegado desde la isla Grand Turk, al norte de República Dominicana, a las 18.00 horas, con destino a las Bahamas.
Apenas 10 minutos después, el piloto avisó a control que había perdido todo su combustible, que el mar estaba calmo, pero que requerían rescate. Detalló la zona donde se hallaba flotando en el celeste océano. Se envió el rescate, pero tras horas de búsqueda no dieron con el aeroplano.
El sondeo continuó el día siguiente, durante las horas de mayor visibilidad, pero todo esfuerzo resultó infructuoso. Se rastreó en redondo la zona por más de una semana, y ni siquiera fue hallado un indicio de la zozobra. El avión había desaparecido tras diez minutos del despegue y luego de un contacto positivo, ante la incredulidad de las autoridades y el dolor de las familias.
Cuando ya amainaba el estupor por esta pérdida y la zona recobraba cierta calma, el 8 de julio las sirenas de los teléfonos de urgencia volvieron a dar su grito aterrador. Otra vez un Cessna, que había partido desde Bahamas, pero esta vez con destino a Palm Beach, en Miami. Y se trataba de un Cessna 180, de muy similares características a su hermano 172: monomotor, ala alta, muy versátil y sencillo de maniobrar. En algunas versiones podía tener capacidad para seis pasajeros. En 1964, en uno de estos aeroplanos, Geraldine Molk se convirtió en la primera mujer en dar la vuelta al mundo.
En el vuelo del 8 de julio también iban dos pasajeros, el piloto y su acompañante, una mujer. Y la búsqueda se emprendió una hora después de reportado el extravío. Lanchas y aviones examinaron la zona, hurgando en cada brillo o elemento extraño que pudieran observar. Se establecieron comunicaciones y el barrido se efectuó con fotos e información de ambos aviones: número de placas, colores y tipo de material, más detalles de los artículos personales y ropa que llevaban los pasajeros de las dos avionetas, por si algo parecido flotaba.
Pero las noticias día a día fueron trayendo más dolor y pesimismo. Y tras una nueva semana, la búsqueda se dio por abandonada, sin el más mínimo resultado positivo. Ambos aviones, de la misma compañía fabricante, con su tripulación ilesa, habían desparecido en poco más de un mes en un reducido radio dentro del fatídico triángulo.
Si bien es cierto, de las cerca de 200 desapariciones -entre navíos y aviones- el número ha sufrido una rebaja pues pocos -pero considerables- han sido hallados, hay que constatar que dar con los aviones o los barcos no resuelve el principal misterio: ¿por qué hay zonas donde la frecuencia de accidentes es mayor, más tortuosa en su búsqueda y más enigmática para la opinión pública? Como en el caso de los Cessna del '68, del que ya va medio siglo sin una teoría explicativa.
sin resolver
Por Néstor Flores F.
El Triángulo de las Bermudas
Hace 50 años desaparecieron dos aviones Cessna en la mítica área ubicada
al sur de Bermudas. Aún hoy no existe una teoría que explique por qué tantos barcos y aeronaves se han evaporado al pasar por este sector.