El Taller de arte y libre expresión Esther Valencia es un rincón único donde las sensibilidades artísticas de esta comuna han podido converger durante años. Entre un sinfín de lienzos, pinceles y colores, 'La Esther' comparte incansablemente sus conocimientos, tantos de las artes plásticas, como de la vida en sí. Es que para esta mujer de 79 años, la vida no es otra cosa que una constante ruta de crecimiento y aprendizaje: "Yo no quiero que me quiten años ni que me digan que me veo joven, porque eso es quitar la experiencia acumulada", parte contando esta artista villalemanina.
El Taller
Mural en Troncos Viejos
Hija de un profesor normalista que viajaba por los lugares más recónditos del país enseñando a los más pequeños, arribó junto a su familia a la "ciudad de los molinos" a fines de los '50, sin saber que esa sería su estación definitiva después de un largo periplo descubriendo las mil caras de un Chile que estaba cambiando para siempre.
"Recorrimos muchos rincones de este hermoso país, como decía el papá: haciendo patria. Vivimos en partes limítrofes como en Huara y Tarapacá. Después, cuando llegamos a la zona centro, vivimos en La Ligua y Valle Hermoso; nuestra casa eran las mismas salas y dormíamos en colchones que poníamos sobre las bancas. Era muy sacrificado, pero eso era vida", recuerda con admiración. Luego añade que "mi papá era un viejo nómade. Él iba en caballo por los caseríos para convencer a las familias que debían educar a sus hijos. Él quería que los niños del campo pudieran leer y escribir. Entonces, cuando aumentaba la alfabetización de un lugar, él decía: ahora debemos ir a otro lado a llevar educación".
Pero fue un inesperado flechazo de amor lo que terminó por atar su destino a Villa Alemana. "Yo aquí me enamoré. Conocí a mi marido vendiendo votos para una fiesta de la primavera. Él era un joven albañil que estaba trabajando sobre un andamio. Yo, como jugaba básquetbol en ese tiempo, salté hasta arriba y me encaramé, él se puso tartamudo. Así conocí a Elías".
Niños, jóvenes y adultos asisten cada semana al taller de Esther Valencia. Allí son libres para plasmar sus ideas, las que pueden ir desde un cuadro de naturaleza muerta, hasta una representación onírica. Alejados de toda visión academicista, lo que se busca es poder dar rienda suelta a la creatividad y al deseo de expresarse libremente. "Todo esto se construyó a pulso. Acá hay personas que están desde niños y que ahora son profesores de arte o de lenguaje. En este taller ha pasado mucha gente que ha podido encontrar su horizonte; hacer lo que quiere".
Sobre los temas y estilos pictóricos que confluyen en cada una de las clases, Esther Valencia explicó que "la pintura costumbrista es una de las que más me inspira; también el haber leído a los grandes impresionistas del siglo XIX. Los chiquillos acá están muy bien instruidos, muchos son estudiantes que llegan mezclando lo abstracto con la ciencia, eso es genial. También vienen hombres adultos que buscan retomar lo que hicieron alguna vez cuando niños".
Además recalcó que "aquí también está presente la manifestación del arte latinoamericano con trabajos inspirados en la obra de Oswaldo Guayasamín o en la música de Mercedes Sosa, eso da vida y color al lugar".
La vitalidad de esta mujer se percibe rápidamente y sus ganas de seguir enseñando a las generaciones más jóvenes son el motor de su día a día, es por ello que no piensa en dejar de impartir el taller: "Lo que más me levanta y da ánimo son los resultados de las personas. No necesito ni quiero un epitafio, porque el reconocimiento ya lo tengo en vida. Hasta le pusieron mi nombre a una calle en Ovalle, también fui declarada ciudadana ilustre de Villa Alemana. Puedo decir que he sido muy feliz con el arte y con mi gente… y lo seguiré haciendo hasta donde pueda".
Uno de los proyectos que el taller está desarrollando es la creación de un mural en el sector de Troncos Viejos, idea que surgió desde los propios pobladores que buscan dar una nueva cara al barrio. Ignacio Vega forma parte del taller desde el 2011 y es una de las personas que está trabajando en la confección del mural. Cuenta que "comenzamos con conversaciones sobre qué es Villa Alemana, cuáles son sus símbolos y elementos más representativos. Entonces, empezaron a salir los molinos, el ferrocarril, los viñedos. Pero eso había que reunirlo mediante una narración donde, básicamente, todos los pobladores se sientan identificados de una u otra forma".
Finalmente comentó que "Esther pidió que fuéramos a hacer el mural a Troncos Viejos porque ella dice que somos la continuación de la tradición muralista del taller. El mural es largo, entonces tendrá muchas escenas, desde el Teatro Pompeya hasta gente caminando y niños jugando fútbol; todo lo que se ve en el paisaje villalemanino".