Claudia Carvajal R.
"Debimos escribir más sobre lo que hicimos, la historia fue muy emocionante. Fue como pasar de la noche al día; me daba lo mismo lo que fuera a ocurrir después, era la libertad. Era perder el miedo". Katrina Sanguinetti, militante del Partido Socialista.
"Nosotros fuimos los que más trabajamos, los que más salimos a las calles, los que más repartimos volantes. Quienes nos conocen, saben que cuando los comunistas tomamos una decisión, nos jugamos por entero por eso". José Lillo, dirigente del Partido Comunista.
"Se habían puesto paneles grandes en la plaza Victoria, a un lado se podía instalar la propaganda del Sí y en la otra del No. Fui con mi propio spray y puse 'vote No' en el lado del No. Vino un carabinero y me dijo: '¿qué está haciendo? ¡se va detenido!'". Edmundo Bustos, demócrata cristiano.
"Recuerdo que un día estábamos con la señora que trabaja en la casa y mi hija menor en el living. Ellas estaban jugando y justo cuando se paran, alguien lanza una tremenda piedra al ventanal y lo rompe". Laura Soto, exdiputada del PPD.
A semanas del 5 de octubre, Valparaíso era una fiesta. Al menos para una niña de 12 años, que le enseñó a su hermana de dos -que por supuesto no sabía leer- a distiguir entre los rayados del Sí y el No. También la entrenó muy bien para pifiar el Sí y aplaudir cuando viera el No.
Muchos niños no entendían bien lo que ocurría, pero sí percibían que algo grande tramaban los adultos.
En el acto de Fiestas Patrias de ese año, realizado en un colegio tradicional de Valparaíso, los alumnos más pequeños bailaron "La mazamorra" y sin que nadie se hubiera puesto de acuerdo, y ante la sorpresa de los profesores, todos los alumnos comenzaron a repetir con fuerza el coro: "Mazamorrita ay sí, mazamorrita ay nooooo". El sonido del "no" iba "in crescendo" y los docentes no sabían qué hacer. Los estudiantes se paraban sobre sus sillas, levantaban la mano y repetían "mazamorrita ay sí, mazamorrita ay ¡noooooo!", en un grito decidido. Era algo inédito. También espontáneo.
Pero hubo pequeños que fueron más conscientes del miedo que se sentía en esa época.
Katrina Sanguinetti fue una de las militantes del Partido Socialista que trabajó en la reconstrucción de la organización en Valparaíso, años antes del llamado a plebiscito.
Cuando Katrina trabajaba como profesora, un viejo socialista amigo de su padre, asesinado en el Maipo a pocos días del golpe (Luis Sanguinetti, profesor y funcionario de la Aduana) le pidió que asumiera este desafío y ella lo aceptó por mantener vivo el ideario de su progenitor, a pesar de que a veces el temor la paralizaba: tenía dos hijas pequeñas que resguardar.
"Aunque uno no lo crea, los miedos se traspasan. Me acuerdo que estábamos en un mitín. Mis hijas se pusieron a recoger panfletos del No; para ellas era entretenido juntar papeles, pero yo les decía que no lo hicieran. Salimos de ahí y estaban los carabineros afuera, en una actitud bastante agresiva. Nosotros teníamos estacionada nuestra citrola al frente y cuando ellas los vieron, comenzaron a tirarse al suelo, a llorar. Fue el tremendo escándalo, los policías nos miraban y yo estaba desesperada; no sabía qué diablos pasaba. Cuando por fin llegamos al auto, me muestran que tenían todos los papeles metidos entre las ropas".
Enfrentar el miedo
Tras 15 años de dictadura y a ocho años de la puesta en vigencia de la Constitución de 1980, la Junta Nacional de Gobierno -compuesta por Rodolfo Stange (Carabineros), José Toribio Merino (Armada), Fernando Matthei (Fuerza Aérea) y Humberto Gordon (Ejército)- hizo valer la carta magna y llamó a plebiscito. Si ganaba el Sí, se mantenía como jefe de gobierno el candidato propuesto (Augusto Pinochet), quien debía asumir el 11 de marzo del 1989 y por un período de 8 años. Si se imponía el No, el período presidencial de Augusto Pinochet se prorrogaría por un año más, hasta el 11 de marzo de 1990, al igual que las funciones de la Junta de Gobierno. Y el año 1989 se realizaría una elección presidencial.
Los opositores al régimen estaban escépticos. No sabían si confiar y participar. Pero finalmente se entregaron. Y con todo.
La exdiputada Laura Soto destacó, durante los años de dictadura, como una abogada que trabajaba por los derechos humanos y le tocó defender a muchos presos políticos. "En esa época uno entraba a un cuartel de las Fuerzas Armadas, pero no sabía si iba a salir", recuerda. Por ese rol la llamaron a participar en el proceso previo al plebiscito y fue una de las fundadoras del Partido Por la Democracia (PPD).
Soto rememora que en esa época muchos dudaban y sentían temor. Vivir en dictadura no era fácil, pero hubo algo que a ella la marcó y le dio el empujón necesario para comprometerse: "Ricardo Lagos interpela a Pinochet en esa entrevista de Raquel Correa, el famoso 'dedo de Lagos'... Ahí muchos confiamos".
Para ella fue un punto de inflexión. Y a pesar de todo lo que le tocó vivir después, nunca dudó en seguir adelante. "Una vez mi hija llegó muerta de miedo a la casa (viven en Recreo), la habían tratado de secuestrar, la intentaron subir a un auto, pero no lo hicieron. Claramente fue una amenaza, si no, lo habrían hecho no más, pero ¿si decidían ir más allá?". Todavía se lo pregunta.
Pero ese no fue el único momento de terror. Era septiembre y ella iba en su pequeño auto por la avenida España en dirección a Viña del Mar. "De repente dos autos como que se me vienen encima. Yo pensé que eran unos curados, pero no, querían que me estrellara contra la muralla. Me molestaron un rato y se fueron", recuerda.
Es que la figura de Laura Soto era admirada. En los puerta a puerta, en los actos públicos. También empezó a recibir llamados del agente de la CNI Carlos Herrera. "Pero yo seguía adelante, ya estaba en esa y no podía restarme", dice.
El compromiso
Desde todos los ámbitos comenzaron a asumir el compromiso y trabajar en la campaña. No era un trabajo fácil; a pesar de que la Constitución avalaba la propaganda, las actividades eran casi clandestinas.
José Lillo, actual secretario general del PC en la V Región Costa, estuvo 40 días preso en Pisagua en dictadura y luego de eso decidió quedarse en el país, no exiliarse. Con molestia dice que varios políticos han querido restarle importancia al trabajo realizado por los comunistas en la campaña del No.
"Siempre aparecen algunos personeros por ahí que pretenden excluir, ignorar y desvirtuar el aporte del PC al triunfo del No y lo cierto es que nosotros nos demoramos en tomar la decisión. Como somos un partido profundamente demócrata, tuvimos que hacer todo el proceso de consulta, se produjo una discusión que fue larga y dolorosa, porque mucha gente se fue del partido. Pero participamos en el triunfo del No", asevera.
La pega de ellos estuvo en la calle, en el trabajo nocturno, el que aprendieron tan bien durante los años de represión. "Fuimos los que más trabajamos, los que más salimos a las calles, los que más repartimos volantes. Quienes nos conocen saben que cuando los comunistas tomamos una decisión, nos jugamos por entero por eso. En la alegría del día 5 de octubre nos confundimos con todos los chilenos que celebraron en las calles. Fue una alegría desbordante, porque terminaba un proceso muy largo (se emociona y llora). Fueron 17 años terribles, así que esa alegría también la disfrutamos nosotros", recuerda.
Lillo cuenta que en esa época, con los amigos y personas que creían en el cambio que venía, juntaban pintura y brochas para salir a rayar murallas. "Nosotros tenemos experiencia de jugarnos en la calle, salíamos en las noches. Salí con muchos otros compañeros, porque en ese tiempo era joven. A rayar murallas, entregar volantes en las plazas, hacerlo rápido y volver. Era un proceso muy controlado, no era tan fácil salir, había que tener cierta experiencia y ese aporte lo hicimos nosotros. En las plazas, en los cerros, en el casa a casa. Y en el rayado de murales, en ese tiempo no estaba todo contaminado con graffitis como ahora", cuenta.
Quien también participó en el trabajo "de hormiga", que significó ponerse en riesgo, fue Fernando Kursan, actual presidente de la Confusam en la zona. "El año '88 estaba por cumplir 21 años, quería participar en política. Era militante de las Juventudes Radicales Revolucionarias desde 1984. Había que trabajar muy fuerte en derrocar la dictadura y en ese contexto era activa en cuanto al panfleteo y en los rayados. Todo se hacía en forma clandestina, porque estamos hablando de un proceso sumamente difícil, porque para hablar de democracia había que ser valiente para ser parte de las brigadas nocturnas en Valparaíso", señala.
Kursan recuerda cómo vivió la jornada de plebiscito: "Me tocó ser apoderado de unas mesas en Valparaíso y yo andaba con la piocha del No y los marinos me pidieron que me la sacara al llegar al liceo. Varias veces tuvimos enfrentamientos con partidarios del Sí en algún acto, peleas... Había un ambiente tenso, no hay que olvidar que votaron 7 millones de chilenos".
Trabajo colectivo
Quienes colaboraron activamente en el proceso del triunfo del No, destacan la suma de fuerzas, algo que nunca más se vivió en los años que Chile lleva en democracia. Todos los partidos se unieron por una sola causa, pero además, fueron muchos los ciudadanos comunes y corrientes que se hicieron parte de una u otra forma.
Al respecto, Edmundo Bustos, exagregado cultural en China y militante de la Democracia Cristiana, advierte que el triunfo del No no se construyó a partir del trabajo partidista. "Si bien había muchos partidos en esto, era la ciudadanía la que estaba atrás de todo, no es un logro de la Concertación. Fue un logro de todas las personas que trabajaron en esto. Hay un antes y un después en la historia de Chile, sin lugar a dudas. Es un momento en que toda la sociedad, las organizaciones sociales, la gente de a pie y los partidos sacaron a la dictadura, finalmente", rememora.
Kursan recuerda que en los distintos barrios se organizaban pequeños actos: "Se me vienen recuerdos bonitos, que luchábamos por la recuperación de la democracia. Algunos con más fuerza, más valientes. Otros con una participación más pasiva y con mucho compromiso igual. No olvido los escenarios de protesta en los cerros Placeres, en Playa Ancha, en Barón".
Katrina Sanguinetti fue la encargada de armar todas las fichas de los militantes PS que trabajarían como voluntarios durante la campaña y el mismo día de la elección. "A medida que se iba avanzando hacia el Plebiscito había que buscar personas que cuidaran nuestros votos, medio iluso de parte nuestra, por lo que pasó ese día. Me tocó organizar lo que iba a ser nuestra red de vigilancia de votos. Entonces todos los días llenaba fichas, en una oficina de calle Blanco, donde hoy está la CUT".
Era un trabajo semi clandestino. Siempre se sintieron vigilados y en el entorno de Katrina Sanguinetti estaban conscientes de aquello. Así lo demuestra esta anécdota: "Una noche, mis compañeros me dicen que van a los Estibadores porque va a estar Luis Guastavino en un acto. Me dicen 'no te quedes hasta muy tarde sola', pero yo tenía que hacer muchas fichas, así que seguí trabajando. Horas después, escuché una carrera por la escala, yo soy miedosa y me asusté. A la primera persona que veo en la escala es a Sergio Valenzuela, quien me mira y me dice 'Katrina arranca, baja rápido'. Tomé toda las fichas que pude y me dice que corriera hacia Condell. Pasó un rato y me entero de que se quisieron llevar detenido a Guastavino, pero lograron rescatarlo".
Pasado el susto, ella volvió a la sede a seguir en lo suyo, cuando de repente siente unos pasos subiendo: "Veo llegar a Nora Azúa y a Violeta Silva, dos colegas, y me miran con ojos de espanto. 'Katrina, estás acá', me dicen, 'nos hiciste pasar un susto tremendo porque nos dijeron que te habían llevado presa y mira cómo venimos'. Las dos venían en pijama con un abrigo encima".
"Me acuerdo que la gente bajaba feliz desde los cerros a votar", dice Laura Soto. Un recuerdo similar tiene el exalcalde de Valparaíso, Hernán Pinto, quien fue el encargado de la oficina de cómputos del No. "Como pensábamos que tal vez no saldrían muchas micros, les avisamos a los vecinos que salieran temprano, que bajaran caminando. Hubo voluntarios que ofrecieron sus vehículos, que primero llevaron a sus familias y luego a otros vecinos".