Michael Seguel P.
Peleas por cómo y cuándo lavar la ropa, por pasar poco tiempo en la casa, por no ayudar en las labores de limpieza, por el desorden o simplemente por las mañas. Estas son algunas de las situaciones que muchas veces afrontan las parejas primerizas que decidieron formar su "nido de amor".
"Hay un proceso de 'tormenta' dentro del proceso de adaptación de la pareja que está comenzando a convivir, que puede durar una semana o meses", dice el psicólogo Luis Pino, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad de Las Américas.
La plata
Luis Pino dice que un punto básico en el que se debe llegar a acuerdos para navegar por ese período de tormenta es cómo se repartirán las cuentas de la casa.
"Las parejas pueden dividir las cuentas o hacer un fondo común. Ambas son opciones básicas para administrar el dinero", dice el experto.
Lo ideal, afirma, es que la persona que sea más ordenada o que esté con mayor estabilidad económica sea la que administre el dinero.
El experto aconseja llevar un cuaderno de cuentas con los gastos del mes.
Esto servirá para saber cuáles son los gastos de ese período, cuánto dinero ocupó durante la semana o el mes y, también, si hay que apretarse el cinturón porque salió más cara la luz o el gas, o porque surgió un gasto no previsto.
Pino explica que este sistema le permitirá saber cuándo es buena o mala idea darse un lujo como tener una comida romántica fuera de casa.
Acota que "siempre va a haber momentos en que uno aporte más que el otro", cuestión que no debe angustiar a ninguno de los dos.
Pero ojo, porque tener un fondo común no significa que tengan que compartir todo. Por ejemplo, cada uno puede aportar una cantidad previamente acordada a ese fondo y quedarse con una diferencia para sus gastos personales. Es decir, usar una fórmula de fondo semi compartido.
El orden
Para la psicóloga Daniela Castro, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Finis Terrae, la clave es dividir las tareas según los gustos o disgustos personales.
"Se aconseja que la pareja se siente a conversar si le gusta o no lavar los platos, hacer aseo, planchar, limpiar o hacer la cama. Turnarse semanalmente es una opción para que evitar roces en la pareja", dice Castro.
Pero cuidado, lo más probable es que haya ocasiones en que uno de los dos esté cansado o llegue tarde de los estudios o el trabajo. Entonces es cuando la pareja debe ser paciente y colaborar con las labores de la casa, si es que llega a ser necesario.
Las mañas
Ambos psicólogos coinciden en que las mañas de cada persona se forjan con el tiempo y dependen mucho de cuál es el contexto en que vivían antes de compartir un mismo techo. "No es lo mismo una persona que estaba en un departamento de soltero a uno que estaba conviviendo con los padres o con amigos. A estos últimos les será más fácil adaptarse a compartir hogar con otra persona", dice Castro.
Por eso, las mañas son un inevitable motivo de roce en la pareja. Más allá de tener paciencia, los expertos aconsejan no tolerar aquellas mañas que afecten el orden la casa.
Por ejemplo, dejar la toalla mojada en la cama no es lo mismo que apretar por la mitad el tubo de pasta de dientes en vez de hacerlo desde el final, ya que la primera afectará el buen dormir y es fácil de cambiar. "Son situaciones a las que con el tiempo la persona se acostumbrará", dice Pino.
Ojo, un consejo de los expertos es que cada uno tenga su espacio físico dentro de la casa. Desde una repisa para ordenar los libros o los discos, hasta un lugar destinado a cada uno para ordenar la ropa dentro del closet.
Los niños
Los expertos dicen que los niños son una situación aparte. Se recomienda que, así como los padres deben tener un espacio para ellos dentro de la casa donde poder tener sus libros, los niños también deben tenerlo con sus juguetes.
La idea es que sepan que ese espacio es sólo para ellos. Castro agrega que "es ideal que por lo menos una vez a la semana tengan la compañía de sus abuelos y puedan jugar con ellos. Así, los niños estarán entretenidos y la pareja tendrá un tiempo para compartir entre sí".
En el caso de los niños, la participación debe ser activa. Por eso, si tiene un hijo o hija menor de ocho años, aunque llegue cansado del trabajo o estudio, tómese un tiempo para relajarse -de no más de 10 minutos- y después salga a jugar con su retoño. Se lo agradecerá.
"Se aconseja que las personas se sienten a conversar si les gusta o no lavar los platos, hacer aseo, limpiar o hacer la cama. Turnarse semanalmente es una opción"
Daniela Castro Blanco,, psicóloga clínica"