Francisca Palma Schiller. - La Estrella de Valparaíso.
En la Avenida Argentina se hacía notar el cariño y la emoción de la familia Rodríguez. Y es que tras medio siglo de trabajo en confección y reparación de zapatos, dicen adiós.
Héctor, Alfredo y Luis Rodríguez empezaron esta aventura hace un largo tiempo atrás, cuando trabajaban en una fábrica de zapatos. El vínculo y la pasión por la costura los unió por lo que juntos decidieron empezar con su propio proyecto desde cero.
"Los tres hemos compartido todos estos años juntos, nunca jamás hubo una discusión, esto era un negocio familiar, siempre trabajando y cumpliendo con nuestras obligaciones, éramos muy queridos por nuestros clientes", señaló Luis, uno de los dueños de Calzados Rodríguez.
Sorpresa
El cierre no podía pasar desapercibido, por lo tanto, la familia organizó una pequeña celebración sorpresa en el local. Con un brindis, lágrimas y palabras de agradecimiento, señalaron lo importante que fue para ellos este negocio.
"Queremos plasmar esto para que el mundo se de cuenta que este oficio se terminó. Por ellos estamos acá y tuvimos lo más importante: educación. Somos esforzados gracias a ellos", recalcó Jovina Rodríguez, hija de Héctor.
Por otro lado, la hermana mayor, Ingrid Rodríguez agradeció este oficio. "Nunca nos faltó nada, pese a las vacas flacas, no pasé hambre ni frío, todos y todas estudiamos. Estamos super agradecidas, siempre", dijo.
Estos tres hombres no tenían idea de este encuentro, por lo que los pilló por sorpresa.
"Esto fue muy inesperado, teníamos otras cosas que hacer, estábamos ordenando porque tenemos que entregar esto a las 13.00 horas, viene el dueño a buscar las llaves. Hay que dejar todo cerrado, con candado, así que estamos emocionados", nos contó Héctor Rodríguez.
Terremoto
Hace ocho años atrás estos hermanos y amigos, trabajaban en la calle Pocuro de Valparaíso, pero el terremoto del 2010 los dejó en el suelo.
"Por el terremoto se dañó por completo nuestro otro lugar, se vino abajo, por suerte no había nadie adentro, pero teníamos la necesidad de seguir trabajando. Sin pensarlo dos veces nos vinimos para acá, era un buen lugar", comenta Alfredo.
Llegó la hora
Más de 50 años de trabajo y sacrificio dejan atrás los Rodríguez, ahora llegó el tiempo de descansar. "Con la entrada del zapato chino se acabó este oficio y con la edad ya para qué vamos a seguir. Se cierra un ciclo y estoy emocionado, contento. En lo posible voy descansar y a disfrutar a la familia, señala Luis.
Sin duda cada uno de los integrantes de la familia utilizó este calzado en algún momento de su vida, es por eso que querían rendir honor a este oficio muchas veces olvidado.
"Orgullosa del esfuerzo de toda una vida, haciendo nuestros zapatos para ir al colegio. Hoy la más pequeña ya tiene sus zapatos para empezar un nuevo camino", agregó Jovita Rodríguez.