Nuevamente la restauración del Palacio Subercaseaux ha quedado en punto muerto, pues la Empresa Portuaria de Valparaíso desistió en el plan de levantar ahí su edificio corporativo. Nuevamente perdió Valparaíso.
Mientras la ciudadanía siga delegando todos los problemas en el Estado, perseverarán problemas como los perros vagos, los rayados callejeros, los pésimos olores y la basura. También se seguirá alejando la inversión. Hay que partir por casa, no podemos esperar grandes obras de restauración si antes no podemos resolver los problemas cotidianos de la comunidad porteña.
Ya es tiempo de convertir a Valparaíso una ciudad amigable, sobre todo con quienes aportan directa o indirectamente en el desarrollo de la comuna, ya sean inversores, turistas o simplemente transeúntes. Aquí somos todos necesarios, todo grano de arena sirve.
Mauricio Faúndez Peric