Un caballero de la fusta en el paso del tiempo
A sus 68 años, Óscar Escobar, exjinete ganador del Derby, se dedica a la preparación de pingos.
Es bastante común notar en la hípica que destacados jinetes lleguen a ser preparadores de fina sangre. La adrenalina de estar arriba de un ejemplar y el ser el responsable de la llegada a punto de los pingos para cada desafío en las jornadas de carreras, no es muy distinta. A propósito de aquello, La Estrella conversó con un ex destacado jockey nacional y actual entrenador de fina sangre, Oscar Escobar, quien guarda gratos recuerdos de los triunfos que lo dejaron en la historia.
-¿Cómo le ha ido en la preparación?
-Bien, tengo poquitos caballos, pero he sido rendidor, lo que me deja tranquilo y contento.
-¿No es de hacer un poquito de lobby para conseguir más propietarios que le confíen sus pingos?
-Para nada, no soy de andar siguiendo a los dueños de caballos. Más bien creo que si ven que uno lo hace bien, se da naturalmente que te lleguen más caballos a tu corral.
-¿Cómo ve la actual situación de la hípica?
-En Santiago es muy distinto al Sporting. Con los premios en Viña, como se dice, no te alcanza ni para comprar un pan. En el Hipódromo Chile, en el índice más bajo, corres por 2 millones 100 mil pesos, acá por un millón 50. Veo cada día más en bajada la hípica en Viña.
-¿Lleva fina sangre entonces a correr a Santiago?
-Muchos lo hacen por la tentativa del premio y si lo consigues, sale a cuenta incluso con los gastos de traslado. Eso sí hay que tener los pingos que lleven opción de triunfo o de figurar entre los primeros.
-¿Qué le pareció el Derby de este año?
-Ya Primo era de mi gusto y ganó muy bien. Conocía la cancha y había ganado fácil a varios de los mismos rivales en la Copa Jackson. Sobre Cariblanco, su mejor campaña era en la arena del Hipódromo Chile y no respondió en el pasto del Sporting.
-¿Ve a Jeremy Laprida, último ganador del Derby, exitoso en EEUU?
-¿Por qué no? Muchos jinetes como Manuel Santos, José Santos, Fernando Toro y actualmente Héctor Isaac Berríos lo han hecho muy bien. No podemos achicarnos.