Juan Riquelme D.
Martín Cárcamo está relajado. Faltan solo algunas horas para que se suba al escenario a animar el histórico Festival de la Canción de Viña del Mar, que cumple 60 años, pero aún así no se le ve nervioso. Tal vez es por saber que cuenta con el apoyo de un público que lo llena de energía día a día, o que está en su casa, en la misma Quinta Vergara que lo ha visto crecer desde un fanático de Juan Gabriel en la galería, hasta un jurado en la celebración de los 50 años, ese Festival que animaron Felipe Camiroaga -su amigo- y la periodista Soledad Oneto.
Por eso, tal vez, Martín insiste en decir que él "ha estado en todos los asientos posibles de la Quinta Vergara, la galería, la platea, el palco y el asiento de jurado".
Por eso, tal vez, muchos ven que esta oportunidad de conducir el evento, que llegará un universo de 250 millones de personas, es también un justo premio a la trayectoria de un ex alumno de la Universidad de Viña del Mar, que disfrutaba del Club Social y que caminaba sin problemas por las calles de Viña. Las mismas que volvió a recorrer a principios de semana con Sergio Arias, su amigo y diseñador. Las mismas que lo vieron, como niño, subirse a un escenario de la avenida Perú a hacer un show de Rafaella Carrá, que luego repitió en el colegio, la universidad y la tele.
"Yo le decía a Sergio que es increíble lo que pasa, yo partí en ese escenario, acá mismo, y mira en lo que estoy ahora", cuenta desde el lobby de su habitación, donde nos recibe con gusto.
Es que Martín tiene un cariño especial a La Estrella. De hecho, mantiene en su teléfono la fotografía de una publicación que hizo La Estrella en 1997 y, según cuenta, es su primera entrevista extensa como animador.
Fotos valiosas
De esa entrevista han pasado muchos años, y también procesos. Martín los recuerda y coincide en que en la Quinta Vergara él ha estado en todos los lugares. Desde la galería, donde llegó con sus primos a ver un show de Juan Gabriel usando cintillos brillantes, en 1996, hasta la primera fila de jurado, cuando el certamen cumplió 50 años y estaba animando Felipe Camiroaga, su amigo, el mismo que una vez le dijo que cuando fuera "un animador de verdad", lo tenía que vestir Sergio Arias.
Cárcamo tiene en varias fotografías en el velador que armó en el Hotel del Mar, donde pasará 14 días. "Me he traído fotos importantes, cosas que tengo en mi pieza, para estar acompañado de gente que ha sido importante en mi vida, en este momento que es histórico y para el Festival, por los 60 años, se suman muchas cosas", dice.
En la imagen están sus padres y también sus hijos de 14, 13 y 8 años. "Los más grandes estarán el primer día, invitaron a algunos amigos, vienen con algunos primos y felices porque van a ver a sus artistas favoritos, y Bad Bunny es lo máximo que hay en el mundo mundial para ellos. Compraron entradas, tuve que invertir", cuenta.
La relación con sus hijos es profunda y lo reconoce mirando la fotografía que los retrata felices en su pieza. "No es común que un hijo le diga a su padre que están orgulloso, los niños me han dado mucha buena vibra", dice.
También tiene palabras para el Halcón de Chicureo. "Felipe no está, son una serie de sentimientos muy fuertes, de hecho, he tratado de contenerlos para dejarlos para la Quinta, sobre todo para el debut, para que no me invadan las emociones. Cada lugar que camino es recuerdo", dice.
Los animadores
Martín Cárcamo se pondrá este domingo en la fila de los animadores que han pisado la Quinta Vergara. Tras Antonio Vodanovic, la lista ha sumado varios nombres. Dice que de todos ha sacado enseñanzas para sus seis noches de Festival.
"A Sergio (Lagos) lo vi desde el palco, estuve a metros. Lo fui a apoyar con varios amigos, y ahora me dijo que vendría el primer día. Es divertido porque yo lo reemplazaba en 'Extra Jóvenes' y a 20 años de eso, ahora él me reemplaza en el 'Bienvenidos'. Tonka también, mi compañera que animó el Festival me ha dado algunas palabras. Con Cecilia Bolocco he conversado. Ha sido una muy bonita experiencia, porque cada uno te va dando algunos tips: disfrútalo, gózalo, sé tú", dice.
El escenario
Pero Martín no estará solo. A su lado estará María Luisa Godoy, con quien ha tenido meses de preparación. Han revisado libretos y ensayado una y otra vez. "Hay mucho estudio, hay todo un tema de emociones. Está eso por un lado, y el hecho de que somos locales, pero los protagonistas son los invitados, el público. Nosotros vamos a conducir esa energía del público", dice.
La animación se enfrentará a varios desafíos: uno de ellos, el procurar que el Festival no termine muy tarde. Eso sí, Martín se pone la camiseta del público.
"Yo creo que el Festival va a seguir terminando tarde, si es la última semana antes de entrar a clases, a la pega, la última de vacaciones, hay que acostarse tarde, chao", dice y se larga a reír.
Luego reflexiona y dice: "Ahora, si los artistas tienen requerimientos, y hay horarios que cumplir en el show, y por los artista que vienen después, habrá que ir cortando cuando el artista está muy pasado. Ahí está la misión de nosotros y de la producción, pero son los menesteres. Ahí está el oficio del conductor".
¿Y el beso? Martín no pone peros. "Si el público lo pide, yo feliz", dice. Advierte que lo han conversado con María Luisa y, definida como una tradición, se debe cumplir.
"El Festival impuso la tradición del beso y quedan tan pocas tradiciones que respetamos, cuidamos, que el beso debe estar, es parte del romanticismo, es parte del halo que envuelve de manera especial un momento mágico. Si lo miras desde el lado más frío, son dos conductores que se besan, nadie puede alegar por eso, pero el contexto en donde el hombre de una forma muy galante, o que la mujer de forma muy femenina, le da el beso al hombre, yo creo que no hay que ponerse más papistas que el papa", remata.