El cura de las tomas: "No son personas de segunda categoría"
Marcelo Catril reaccionó ante la inminente demolición de la toma "Naciones Unidas". El llamado es a dialogar.
Francisca Palma Schiller - La Estrella de Valparaíso
La iglesia católica hoy vive uno de sus peores momentos. Desconfianza, casos de abuso y encubrimiento suenan fuerte cada vez que hablamos de religión. A pesar de este complejo escenario, existen sacerdotes que se hacen a un lado de las polémicas y se enfocan en trabajar por los que más los necesitan. Es el caso del padre Marcelo Catril de Viña del Mar.
Conocido como el cura de los circos, por su gran desempeño dentro de este rubro, el padre Catril es también el capellán del campamento más grande de Chile: el Manuel Bustos, de Achupallas, en la Ciudad Jardín.
Es por esto que no podía quedar ajeno a la realidad que están viviendo las 56 familias de la toma Naciones Unidas, emplazada en el sector de Miraflores, entre las calles Limonares y 1 Norte.
La demolición de sus casas, ha provocado la desesperación de los habitantes del campamento, que en su mayoría son extranjeros.
Para el sacerdote Catril, la situación se ha dado de forma violenta y con muy poco diálogo entre las autoridades y los afectados.
"Me parece una forma muy violenta lo que ha ocurrido. Siempre existen gestiones que se pueden hacer con la gente y siempre tiene que ir primero el respeto hacia las personas, ya que hay mil maneras de solucionar el problema de las tomas. Yo trabajo en una y siempre se ha trabajado a través del diálogo", expresa el cura de los campamentos.
Además, explica que, según su experiencia, la decisión de estas familias pasa por grandes necesidades y no porque quieran "tener todo gratis", como muchas veces se escucha en las calles de la región.
"Ellos viven como familia con aproximadamente 250 mil pesos y eso no les alcanza y, lamentablemente, por eso tienen que tomarse un terreno y digo lamentablemente, porque es muy difícil", enfatiza.
Es que estas personas, según el presbítero, viven en una doble vulneración de forma constante.
No sólo habitan dentro de un campamento y con todas las condiciones de precaridad e inseguridad que eso implica; a esto hay que sumarle que son extranjeros, es decir, vienen con una nueva esperanza de vida tras salir de su país, que en la mayoría de los casos, son países en crisis.
"Las condiciones se duplican porque son extranjeros y porque son personas que tienen que tomarse un terreno. Ellos no son personas de segunda categoría y siempre debe primar la dignidad y el respeto", explica.
Diálogo
La solución para este cura, que lleva años trabajando en situaciones similares, es llegar antes; antes de que se tenga que tomar la decisión de ingresar a un terreno abandonado.
"Siempre hay que tomar en cuenta lo que dicen las personas, por lo mismo, tiene que ir primero el diálogo, de una forma gradual. Además, existen gestiones que se pueden hacer desde antes y esto siempre tiene un proceso dialogado, con voluntad, pensando siempre por las personas, porque las viviendas hacen dignas a las personas", manifiesta Marcelo Catril.
Situación
El escenario actual de estas 56 familias no es para nada alentador.
Fue este lunes cuando personal policial y maquinaria pesada ingresaron a la toma para demoler las casas que estaban en construcción y para advertirles que dentro de poco se demolerían las viviendas habitadas. Se supone que ayer se llevaría a cabo la ejecución de esta medida, pero por segunda vez se postergó hasta nuevo aviso.
Los vecinos expresaron no haber sido notificados, ni contar con el tiempo suficiente para reubicarse en la región. La mayoría de ellos son migrantes, por lo tanto, no cuentan con redes de apoyo.
Fernando Murillo, vocero del campamento Naciones Unidas, explica que aún no cuentan con una solución.
"Vinieron y sacaron maleza y casas en construcción. Después vendrían nuestras casas y aún no ha habido diálogo. Es inhumano", cuenta el vocero.
Ante este contexto desolador, el padre Marcelo Catril explica que una de las soluciones para esta situación es que estas personas puedan postular a subsidios habitacionales para darles dignidad.
"Una de las opciones es ayudar con un subsidio u otra modalidad parecida. Existen también principios para relacionarse con los comités de los diversos campamentos y juntas de vecinos", señala el padre Catril.
El último llamado de este cura es a acceder al diálogo para encontrar prontas soluciones. 56 familias y 28 niños quedarían sin hogar dentro de los próximos días, por lo tanto, resulta urgente que las opciones se pongan sobre la mesa y la situación, finalice de la mejor forma posible para los habitantes de la toma Naciones Unidas.