Un poemario urgente

Gonzalo Santelices fue un poeta chileno que en 1977 se fue a vivir a España junto a su familia. Radicado en el viejo continente y alejado de la faramalla criolla, realizó una breve -pero galardonada- carrera como escritor. Lo que parecía un futuro cargado de popularidad y éxito, se vio interrumpido por un trágico accidente, que, a muy temprana edad, le costó su vida.

Santelices vivió 36 años. Murió joven. Demasiado joven. Pese a que realizó toda su carrera en España, resulta inconcebible que en Chile no exista reconocimiento alguno a su trabajo. Uno puede llegar a entender que en Wikipedia no tenga una entrada por el carácter farandulero y comercial del sitio, sin embargo, que en Memoria Chilena no exista ningún documento por mínimo que sea, nos parece un disparate grosero y absoluto.

Todos sus escritos habían vivido abandonados en un (no) lugar, su poesía habitaba en una tierra inconclusa que no era de aquí ni de allá, es decir, en todos los sitios en donde Santelices recitaba se le consideraba un foráneo. En Chile ninguno de sus siete libros fue publicado, dentro del universo literario criollo no existían registros, por lo mismo, y para aplacar esta ausencia, sus familiares y amigos, publicaron en 1999 su poemario "A una actriz porno", un trabajo póstumo que pese a su impronta y calidad no tuvo mayor trascendencia.

La prestigiosa editorial Lectura ediciones, acaba de publicar "Vida de un vendedor de fotocopiadoras". Un poemario urgente y necesario, que viene a cumplir uno de los tantos deseos literarios de Gonzalo Millán: "La poesía notable de Gonzalo Santelices también nos pertenece. Urge repatriarla publicando aquí una antología o la recolección de su obra completa". Por primera vez en Chile, y prologado por Niall Binns, el texto se erige como uno de los rescates más importantes del último tiempo, no solo por la calidad de escritura de Santelices, también, porque sus poemas -a pesar de las décadas- no envejecen.

Vida de un vendedor de fotocopias se construye sobre una base de cotidianidad, en la cual la rutina y el trabajo tienen un papel preponderante: "Harto de estrellar el índice contra los timbres busqué el abrigo de una hermosa sombra", sin embargo, y en un ejercicio de hibridez que puede causar ronchas pero no indiferencia, el texto posee altos voltajes de intertextualidad. Itaca, Tácito, Tiresias y los cuentos de Canterbury son solo algunas de las referencias presentes en el texto. ¿Podríamos estar hablando de un ejercicio de soberbia literata? ¿De arrojar encima una biblioteca -de clásicos- portátil? En ningún caso, más bien, estamos ante un ejercicio estético en donde la alta cultura puede convivir con la soporífera vida cotidiana. La hibridez como una bandera literaria que Santelices ejecuta con maestría.